un baño era un lugar que debía ser limpio y oler bien y si una mujer lo iba a usar,
había que darle cierto toque femenino.
Había visto una gran cantidad de flores de lavanda alrededor de la caseta, así que
tomó algunas y las puso en un pequeño frasco de vidrio, que colocó en una
estantería donde solo había papel de baño. No había luz allí, pero había una
lámpara de aceite colgada en la pared para que la persona que entrara la
prendiera si iba de noche al baño. Se dijo que compraría algo de perfume o
haría un oleato con algunas flores y lo pondría en la mecha del aceite, para que
cuando lo prendieran oliera bien. También haría algo de jabón perfumado. Sabía
cómo hacerlo, era una de las cosas que aprendió en sus cursos de aromaterapia y
cosmética, porque siempre pensó que las flores no solo servían para decorar
sino también para hacer cosas excelentes para el cuerpo. Así que tomó nota de
hacer un buen jabón para ponerlo en el estante y ese mismo serviría para lavarse
las manos afuera del baño, ya que no veía lavamanos por ningún lado.
Unas horas después cuando Philip llegó lo notó extraño, pero no decía nada.
— ¿Pasa algo?—le preguntó mientras lo veía traer leña a la casa.
—No es nada.
— ¿Seguro? No lo veo muy conversador hoy. ¿Le fue mal con los cultivos?
—No.
— ¿Entonces?—pregunto impaciente— ¿Es que hice algo malo? Porque si es
eso, puede decírmelo sin problema. Estoy acostumbrada a que me digan las cosas
de frente.
—No se va a callar sino le digo ¿verdad?—la miró aburrido.
—Solo quiero saber si algo le disgustó.
—Lo que sucede es que no me gusta llegar a mi casa y ver que las cosas no están
como las dejo.
—Si lo dice por el libro de su madre, usted me dijo que lo tomara.
—No es eso.
— ¿Entonces de que se trata?
—Mis trabajadores llegaron hoy conmigo para que les diera algunas
herramientas que necesitaban. Uno de ellos me pidió prestado el baño y cuando
lo vi salir riendo, supe muy en mi interior, que usted tenía que ver con lo que
fuera que él había visto allí—la miró molesto— ¿En qué diablos estaba pensando
al poner flores en una letrina? Es que hasta había flores dentro de la taza. Todo
olía a rosas y a lavanda, solo le faltó ponerle un color rosado a todo. Seré el
hazmerreír de mis hombres por meses, gracias a usted.
—Tampoco hay que exagerar—ella casi se echa a reír al ver su gesto de
indignación—lo único que hice fue poner algunas flores y darle un cierto toque
acogedor al sitio donde uno va a meditar.
—Por Dios mujer, uno no medita, lo que sea que eso signifique, en el baño. La
letrina es para ca…
—No permitiré que sea grosero conmigo señor Wade.
—Ya le dije que me llame Philip.
—Sí, va a ser así de grosero, será mejor mantener las distancias.
—No he dicho nada—gritó.
—Pero lo iba a decir.
—Mejor dejemos las cosas así—dijo él aburrido con tanto tira y afloje—¿Hizo
algo de cenar?
—Sí, lo hice. Lo que no sé, es si le va a gustar.
—Bien, ya veremos en un momento—respondió escuetamente. Pero, para cuando
la cena terminó, él estaba muy cansando para hablar y solo se fue a su habitación
diciendo buenas noches. Ella no se atrevió a preguntarle si le había gustado, pero
sospechaba que no, porque al menos un “gracias” habría sido educado de su
parte y si no lo dijo, era porque no le había gustado. Si era sincera consigo
misma, las galletas eran casi ladrillos y el jamón se había pasado un poco de
horneo, así que estaba más bien seco. Que Dios me ayude—pensó inquieta—sino
encuentro una salida a este tiempo, no sé si podré sobrevivir aquí, como una
típica mujer del oeste.
Capítulo 3
Pasaron unos días y llegó el domingo, ella no estaba acostumbrada a ir a la
iglesia, pero le tocó porque allí todo el mundo parecía tomarlo muy en serio.
Llegaron a la pequeña casita blanca de madera, donde estaba un cura y casi todo el
pueblo sentado en las bancas cantando coros. Tomaron asiento en las bancas de
adelante, allí estaban Erik y su esposa, junto a Jonás y la que muy seguramente era
su querida Rose, dos niños de unos 5 y 7 años sentados a su lado muy elegantes y
muy serios.
—Buenos días—los saludaron y se sentaron.
Casi enseguida empezó el servicio y estuvieron una hora y media, escuchando al
cura, dar su sermón, luego hacer una serie de anuncios de la comunidad, por los
que ella se enteró de que llegaba un nuevo médico al pueblo, ya que el anterior un
anciano muy respetado en la comunidad, había fallecido hacía dos meses. Supo que
la esposa de uno de los más queridos miembros del pueblo acababa de morir, hacía
unos días en el parto, dejando dos niños, uno de 3 años y otro que era un bebé
recién nacido. Vio al esposo de la difunta en cuestión; un hombre alto, fornido, que
estaba con los dos niños uno a su lado y el otro en brazos. Se veía triste, pero más
que todo, había una cierta mirada de rabia en sus ojos. Se imagino que no tenía que
ser fácil quedarse sin su esposa y solo con dos pequeños niños, así que sintió
lástima. Pobre hombre—pensó—era joven y con dos niños en esta tierra salvaje,
sería muy duro para él. Y por último también se enteró de que harían una fiesta para
celebrar el comienzo de la primavera, a la que asistía mucha gente de los pueblos
vecinos y era al tiempo una especie de bazar donde se vendían cosas de las distintas
localidades.
Cuando por fin terminó el dichoso servicio, ya ella se había echado una siesta y
cada tanto sentía la rodilla de Philip darle un pequeño empujón para despertarla.
Todos salieron de la pequeña capilla y se encontraron cerca de las carretas.
—Que gusto verla, señorita Ellie—la saludó Jonás—mire, ella es mi Rose.
—Hola Rose, que bueno conocerle al fin. Jonás habla mucho de usted.
—Es un gusto conocerla también señorita, no crea que él solo habla de mí. Estas
noches solo me ha hablado de usted, de lo elegante y bonita que es, de lo buena
persona que parece y de lo feliz que parece nuestro Philip, desde que usted llegó.
Ellie tosió y casi se ahoga con ese comentario—No sabía que Philip era tan feliz—
lo miró de reojo y pudo ver que estaba un poco avergonzado y hasta molesto, sin
embargo no desmintió lo que había dicho Rose.
—Quiero desearle un día muy bendecido, que tenga un muy feliz cumpleaños.
—Oh, muchas gracias, es usted muy amable, señorita.
—Por favor, dime Ellie.
—Ellie—repitió ella—te presento a mis hijos Luis y Eddie—les dijo algo al oído
y los chicos que la miraban atentos le hablaron—Buenas tardes, señorita Ellie—
dijeron al unísono.
—Buenas tardes, niños. Son unos chicos muy educados—le dijo a sus padres, que
sonreían orgullosos.
—Esta es mi esposa Clara, señorita—dijo Erik.
—Mucho gusto en conocerte, Clara. Qué bueno es ver otras mujeres por aquí.
Por favor, díganme Ellie, todos, así estamos más en confianza.
—Lo mismo digo, Ellie. También me da gusto conocer otras mujeres. Somos
muy pocas las que quedamos tan apartadas del pueblo. Por lo general vamos a las
fiestas y nos encontramos los domingos, pero en el año son muy contadas las
veces que podemos hablar o compartir.
—Que les parece si nos ponemos en marcha.
—Me gusta la idea—dijo Erik.
Todos se subieron a sus carretas y se fueron en caravana hasta la casa de Jonás. Fue
un largo camino de dos horas hasta que por fin llegaron a una pequeña casa de un
solo nivel, con un hermoso jardín en la parte delantera. Le llamó la atención
enseguida y al bajar e la carreta, antes de siquiera entrar a la casa, fue directamente
allí.
—Que hermosas—dijo cuando vio las flores.
—Oh si, las he plantado desde el año pasado y pensé que no iban a germinar,
pero me llevé una grata sorpresa al verlas nacer y ponerse tan bonitas.
—Me fascinan las flores.
—A mi también, le dan alegría al hogar. Puedo darte semillas si deseas.
—Por supuesto, sería grandioso.
—Muy bien, recuérdame antes de irte que te regale un saquito.
—Señoras y señoritas ¿Por qué no entran para que partamos el pastel?—se
asomó Jonás.
—Ya vamos, cariño.
Estuvieron todos allí pasando un buen rato. Las mujeres le hicieron muchas
preguntas y ellas las contestó como pudo. Le hablaron de hacer jabón para ahorrar
costos y también de porque guardaban en un pequeño cobertizo debajo de la casa,
las legumbres y otras cosas que no querían que se dañaran.
Le preguntaron insistentemente si se casaría con Philip, a lo que ella siempre
contestaba que no sabía.
Ella pudo ver que era una vida sencilla la de aquellas personas, pero muy dura. El
trabajo nunca acababa y si tenías hijos, se podía volver más duro, pero eran tan
felices con lo que tenían y el levantarse cada mañana con la tranquilidad y el
hermoso paisaje, sin tantas prisas o el stress de la vida moderna, era algo que
compensaba.
Esa tarde comió hasta hartarse y lo mismo hizo Philip, por lo que se imagino que el
pobre había tenido muchos días de comer mal. Los dos aprovecharon y probaron de
todo, desde el jamón asado y el pollo frito, hasta el delicioso puré de patatas,
mazorcas dulces con mantequilla y trata de frutillas. Fue todo un banquete y hasta
tuvieron el detalle de darles una cesta con comida de la que sobró para que se la
llevaran. Ellie sospechó que algo había dicho Philip sobre sus pocas habilidades
culinarias, pero no le importó con tal de tener buena comida por un par de días.
*****
Unos días después, Ellie comenzó a sembrar sus semillas. Le pidió a Philip, que la
ayudara con la preparación de la tierra, haciendo los surcos. Luego los dos
sembraron y cubrieron con tierra. En las mañanas ella comenzó a levantarse
temprano para estar pendiente de sus flores que poco a poco crecían. También los
dos comenzaron a conocerse mejor, ella se había dado cuenta que él era de los que
se levantaba de buen humor en la mañana, mientras ella era adicta al café en la
mañana para poder funcionar y mejorara su humor.
Comenzaba a tener una rutina y mientras él se levantaba temprano y hacía el café,
ella veía sus flores, las consentía un rato y entonces entraba para preparar el
desayuno. En las tardes hacía algunas bandejas de galletas y las guardaba en latas
para que duraran algunos días. Al principio era horrorosas, pero le había ido
cogiendo el truco y ahora Philip le decía que le quedaban muy bien. También
preparaba pastel de carne que se había vuelto una de sus recetas favoritas y además
le recordaba un poco a su mamá. Ella era muy dada a los pasteles tanto dulces como
salados. En alguna época, ellos fueron felices y se sentaban en la mesa como una
familia normal disfrutando de las cosas deliciosas que su madres hacía. Fue hasta
cuando su padre perdió su empresa por el vicio del juego, que todo comenzó a
derrumbarse.
Trataba de tener siempre algo extra para que Philip lo llevara al día siguiente, ya
que se iba muy temprano y volvía al atardecer. Se sentía útil y aunque sentía que
trabajaba todo el día, cada día más, agradecía el poder estar distraída.
Clara y Rose venían a menudo o ella le pedía a Philip que la llevara hasta la casa de
una de ellas. Rose estaba esperando otro bebé y todos en su casa esperaban que
fuera una niña. Ellie estaba planeando un baby shower, para que mucha gente le
diera cosa al bebé por venir. De manera que ese día en especial, se reunían en casa
de Jonás y Rose, varias mujeres del pueblo y mientras se la pasaban planeando eso,
las otras mujeres bordaban o hacían croché, algo de lo que ella no tenía idea.
—Oh Ellie, estoy tan contenta de que nos ayudes con todo esto…
—Y yo estoy feliz de hacerlo, no sabes cuánto significa para mí, poder
distraerme un poco y ayudarlas. Además me encanta organizar eventos y
arreglar flores, es lo que hacía para vivir.
Las demás se la quedaron mirando ¿trabajabas en tu ciudad?
—Oh si claro.
— ¿Y entonces porque viniste hasta ese sitio tan lejano?
Ella no sabía que decir y tuvo que inventarse algo—Bueno…ya sabes que la vida
sola puede ser muy dura y aunque me iba muy bien, no todo era perfecto.
—Te entiendo, llega un momento en la vida de una mujer en que siente que
necesita un hombre—dijo Clara.
Ella no estaba muy de acuerdo con eso, pero no dijo nada. En esa época las mujeres
pensaban que debían casarse porque era la vida ideal.
—Espero que pronto se casen tu y Philip, me preocupa lo que la gente pueda ir
diciendo por ahí.
—No me preocupa lo que la gente diga. Yo no tengo nada con él, hasta ahora
tenemos una relación de trabajo. Yo lo ayudo en la casa y él me ayuda dándome
comida y techo. Nos estamos conociendo y él es muy respetuoso.
—Lo sé, pero es que en este pueblo, la gente no ve con buenos ojos que una
mujer viva bajo el mismo techo de un hombre sin haberse casado con él—
comentó Emma, la mujer del tendero.
—Bien, pues tendrán que aguantarse, porque yo no voy a darle gusto a nadie y
condenarme viviendo con un hombre con el que de pronto no pueda vivir feliz,
solo por habladurías.
—No queremos molestarte, querida. Nos caes muy bien y queremos que te
quedes. Además sabemos que Philip es un buen hombre y tú le gustas muchísimo.
¿Entonces porque no darse la oportunidad?
—Lo siento, no quise sonar ruda. Es solo que esto es nuevo para mí, yo llegué
aquí una carta que él envío solicitando una novia por correo, pero a veces lo que
escribes no es igual a lo que sientes, cuando convives con alguien y por eso
decidimos conocernos mejor—ella tuvo que mentir, haciéndoles creer que no
había nada raro allí, más que una pareja que se había conocido por una agencia
de novias. ¿Cómo podría decirles que venía del futuro, sin que la tildaran de
loca?
—Es cierto, la convivencia con los hombres es dura. Yo me conocí con mi
esposo desde que éramos niños y siempre supimos que terminaríamos
casándonos. Aún así, a veces siento que su terquedad me pone a prueba y me he
encontrado en algunas ocasiones, queriendo ponerle un sartén en la cabeza—
agregó Clara.
Todas se echaron a reír.
—De acuerdo, yo también lo he pensado—dijo Rose.
—Lo mismo yo—dijo riendo Margaret, otra de las mujeres que ayudaban con la
fiesta.
— ¡Que hermoso!—dijo Rose, al ver lo que había estado haciendo Ellie. Eran
pequeños saquitos de tela de tul, llenos semillas y frutillas deshidratadas
adornados con cintas de color azul y rosa, ya que no sabían el sexo del bebé.
Tomó frascos vacios de mermelada, de tamaño mediano y les llenó todo tipo de
dulces en colores diversos. Les puso rosas amarillas en la parte superior y las
adornó con pequeñas espigas de trigo, del cultivo de Philip. Pensó que se verían
raras, pero el efecto era hermoso y además les colocó cinta blanca de tela para
anudarlas. Se veían tan vintage y country al mismo tiempo, que pensó que cuando
volviera lo haría en su trabajo. Bueno…eso en caso de que todavía tuviera
trabajo.
—Gracias, que bueno que les guste.
—Son preciosos, tienes un gran talento, para decorar.
—Todavía no han visto nada. El día de la fiesta quiero adornar bien hermoso el
sitio donde nos reuniremos. ¿Ya se han puesto de acuerdo para saber en dónde?
—Creo que lo mejor es que sea aquí mismo—dijo Emma—. Lo que sucede es
que Rose estará bastante avanzada cuando llegue ese día, ella sale de cuentas en
un mes y para cuando sea la fiesta faltaran 15 días. No me parece prudente que
haga un viaje en carreta hasta el pueblo que está a casi a una hora de aquí.
—Tienes razón, es mejor hacerlo de esa manera—estuvo de acuerdo Ellie. Y
hablando de otras cosas ¿Ya tienes la cuna?
—Claro, es la misma de todos los niños, aunque Jonás, le está haciendo algunos
ajustes.
—Por ropa no debes preocuparte
—Ni pañales—dijo otra de ellas.
— ¡Oh chicas!! No vayan todas a decir cuáles serán sus regalos, la idea es que
sea sorpresa—Ellie fue colocando los adornos y recuerdos de la fiesta en unas
cajas.
—Y hablando de todo un poco ¿Cómo van esas clases de cocina?—preguntó
Clara.
—Ya sabes que me guio del libro de recetas de la madre de Philip, así que no es
difícil y con todo eso, hay veces que me salen unas cosas que no se las comería
ni un perro—se rió.
—No debes preocuparte por eso, todas hemos pasado por cosas similares,
aunque algunas más afortunadas lo han aprendido desde muy jóvenes. Por lo
general las madres pasan esas recetas de generación en generación.
—Y hablando de comida ¿Qué haremos ese día? Sé que solo seremos mujeres,
pero hay que incluir a los caballeros y a los niños porque no podemos dejarlos
solos en casa.
— ¡Dios nos ampare si lo hacemos! —Exclamó Emma—Muy seguramente al
llegar, no tendríamos casa —nuevamente todas rieron, viendo la expresión de
Emma.
—He pensado que cada una se puede encargar de hacer una comida y obviamente
hacer bastante, porque sabemos que lo que sobra es apetito. Además sería bueno
que a Rose le sobre para que no tenga que esforzarse tanto esos días con la
comida y los quehaceres.
—Por mi parte puedo encargarme de las tartas de manzana y la mermelada.
— ¿Emma tu puedes hacer el pollo frito? Te queda como a ninguna—le dijo
Ellie.
—Claro que sí.
Todas comenzaron a dividirse las cosas y al final de la tarde ya habían adelantado
bastante.
Los esposos de todas fueron llegando para llevarlas de vuelta y Rose y ella se
quedaron un rato más hasta que llegaron Jonás y Philip.
—Veo que se han divertido
—Es bueno estar junto a otras mujeres, para variar.
— ¿Ellie, como te ha ido con las flores?
—Muy bien, están hermosas y hasta he pensado en encargar unas semillas de
otras variedades que tal vez se puedan dar aquí—dijo entusiasmada.
—Me parece bien, pero ¿Para qué quieres tantas flores?
—La verdad es que trabajaba en una floristería en mi ciudad y me gustaría ver si
puedo hacer algo parecido aquí.
—Entonces estás pensando en quedarte, eso me gusta—dijo Rose.
En ese momento, Ellie pareció caer en cuenta de que estaba hablando como si de
verdad quisiera quedarse allí y le molestó. Rose no tenía la culpa, pero a ella le
molestó sentir que se daba por vencida tan rápido. ¿Qué le sucedía? ¿Por qué no
luchaba más por irse de nuevo a su mundo?
—Creo que es mejor que nos vayamos, se hace tarde y hace poco escuché sobre
osos que merodean—dijo mirando a Philip.
—Nadie le hará daño conmigo a su lado. Si ese oso trata de hacernos algo, solo
logrará terminar como una bonita alfombra en nuestra casa.
Nuestra casa—se repitió Ellie en su mente—Se preguntó ¿Que tan acostumbrado
estaba Philip a su presencia, que ya hablaba con ella como si fueran una pareja?
—Te ves cansada—le dijo Jonás a Ellie—.
—Sí, un poco.
—Creo que también Rose, lo está ¿Verdad cariño?
—Oh si—se removió en su silla y se tocó la espalda—este bebé cada día está más
grande y pesado—se fue a levantar.
—No lo hagas cariño, yo puedo cargarte hasta la casa—le dijo Jonás.
— ¿Y tu cena?
Él tocó su muy voluminoso vientre—Puedo hacerla en un momento y servirla para
todos. No tienes que hacer tanto esfuerzo.
Rose le sonrió y en sus ojos se vio todo el amor que sentía por su esposo. Ellie
pensó que eso era lo que ella quería para su vida, pero ese tipo de amor no se
conseguía de la noche a la mañana.
—Bien, entonces nos vamos—Philip le dio la mano a Jonás despidiéndose y
salió con Ellie de la casa.
—Nos vemos mañana temprano—dijo Jonás—Ellie—muchas gracias por cuidar
de Rose y por todo lo que haces por ella.
—No hay de que, lo hago con mucho gusto, que tengas buena noche Jonás.
—Lo mismo para ustedes.
La carreta arrancó y Ella se sumió en sus pensamientos todo el camino, hasta que
Philip tomó su mano— ¿Ellie?
Ella volteó a mirarlo.
— ¿Le pasa algo?
—No, solo estoy algo cansada, no he dormido muy bien últimamente.
—Me gustaría acostarme temprano.
—Por supuesto—dijo él de acuerdo con ella—mañana no se levante tan
temprano, no tiene que hacer todo a la hora en que yo lo hago. Le decimos a la
gente que trabaja para mí, pero yo no la veo como una empleada—la miró a los
ojos de una manera inquietante. Ellie se revolvió en su asiento algo incómoda.
Gracias a Dios llegaron casi enseguida a la casa. Ella se bajó sin esperar su
ayuda y fue a abrir la puerta. Cuando él estuvo dentro, se despidió deseándole
buenas noches y se encerró en su habitación.
Alguien tocó a la puerta. No se quería mover, Philip le había dicho que no se
despertara tan temprano, pero parecía haberse arrepentido o algo estaba
necesitando. Se levantó con una gran pesadez y abrió la puerta.
—Buenas tardes Ellie.
— ¿Buenas tardes?
—Estaba algo preocupado porque regrese y vi que aún no te levantabas. ¿Sucede
algo? ¿Está enferma?
—No, para nada. Ya me levanto, no sé que me ha pasado, nunca duermo tanto.
— ¿Estás segura de que te sientes bien?
—Totalmente, voy a cambiarme y enseguida hago la cena.
Antes de que ella cerrara la puerta Philip la agarró el brazo—No tiene que hacer
esto y mucho menos si se siente cansada.
—De verdad me siento bien.
—Lo haré yo—le dijo sin lugar a protestas—pero cámbiese la ropa, para que
cenemos juntos ¿de acuerdo?
Ella asintió—ya salgo entonces—cerró la puerta despacio.
Philip se quedó allí un momento pensando que podría pasarle, se veía triste y no
sabía la razón. Quizás era nuevamente por el hecho de querer regresar—negó con
la cabeza—era algo totalmente loco, pensar en que pertenecía a otro tiempo, pero
había muchas cosas que demostraban que tal vez era cierto; su forma de hablar, su
poco conocimiento de las reglas sociales de la época, su independencia y hasta su
vestimenta, eran cosas que no podía pasar por alto.
Ellie salió un rato después, estaba callada.
—Tome asiento—le señaló la comida.
Ella comió en silencio, pero luego se acordó de que él estaba allí y entonces se
sintió mal.
—No le he preguntado siquiera como le fue hoy.
—No se preocupe por eso. Porque mejor no me dice que sucede Ellie. No quiero
sonar insensible, pero si usted no puede con el trabajo, si le parece demasiado
duro, es mejor que me lo diga.
Ella no pudo soportar tanta presión y se puso a llorar—No es eso, Philip.
—Entonces dígame, ya no soporto verla todos los días como alma en pena, unos
días está bien y otros está mal—lo dijo más fuerte de lo que pretendía y
enseguida se arrepintió.
—Usted parece creer que debo olvidarme de mi vida y de la gente que quiero,
solo porque me vine a vivir a este pueblo olvidado de Dios—le gritó ella, en
respuesta a su tono grosero.
—Bien, pues si está en un lugar donde no quiere, no entiendo porque no se larga
de una vez. No es buena cocinera, no hace una buena limpieza, es débil y se la
pasa llorando o triste.
—Tiene toda la razón—se levantó rápidamente, me largo de aquí. Usted no
necesita una empleada ni una esposa, necesita una esclava y dudo mucho que la
vaya a conseguir—se fue corriendo y se encerró en la habitación. Enseguida se
quito esa ropa y se colocó la ropa con la que había venido. Cuando estuvo lista,
salió y se dirigió a la puerta. Philip estaba afuera y la vio salir casi corriendo.
— ¿A dónde cree que va?
—me largo de aquí.
— ¿Se ha vuelto loca?
—Si se va a esta hora y caminando llegará hasta mañana al pueblo y ni siquiera
sé si esté viva para mañana. Los lobos o un oso podrían a cavar con usted en un
segundo.
—No me importa—gritó—Estoy harta de todo, de vivir en este maldito tiempo,
de tener que aguantarme su mal genio y lo machista que es. Prefiero que me mate
un oso—volteó su rostro y comenzó a llorar, pero no por eso, se detuvo.
—Sintió que la tomaban por la cintura—usted no va a ningún lado.
—Déjeme en paz.
—Dije que no—la haló con más fuerza, haciéndole daño.
Ahh—ella gritó de dolor.
—Lo siento, pero usted no se puede ir.
—Es mi vida y veré lo que hago.
—Usted es mi responsabilidad, así que aquí se queda.
—Yo jamás he sido responsabilidad de nadie—le gritó sintiendo que salía algo
que había estado guardando desde hace mucho dentro de ella. Era cierto, ella
jamás fue responsabilidad de nadie, si así hubiera sido habría tenido mejor
suerte. Pero ni siquiera sus padres adoptivos en casas de paso, la querían ni a ella
ni a su hermana—No puedo quedarme donde no me quieren—nuevamente trató
de alejarse de él.
—No insista Ellie no la dejaré ir.
Ella quería herirlo, quería quitarse la rabia que tenía adentro, se puso a golpearlo y
a gritarle completamente fuera de sí—Maldita sea, déjeme en paz, es usted un
imbécil, un hombre primitivo y machista. Es lo peor que…
Philip no quiso escuchar más y quería también calmarla, ella no se había dado
cuenta, pero sus gritos y sollozos eran fuertes y lloraba sin notarlo siquiera. Hizo lo
único que podía hacer en ese momento y la besó. Primero lo que quería era callarla
así que el beso no fue nada romántico, pero enseguida el forzó sus labios a que se
abrieran y ella lo dejó sin resistirse. Su lengua la invadió y se encontró disfrutando
del contacto de sus labios con los de ella y de su lengua que acariciaba la suya. La
apretó más fuerte contra él y le dejó sentir su erección que palpitaba contra su
pierna. Ella se estaba dejando llevar, cuando recordó que no podía hacerlo, echaría
todo a perder si lo hacía. Tenía que encontrar la manera de salir de allí, de ese
tiempo y eso le dio fuerzas para empujarlo.
—Esto no puede ser.
Philip la dejó irse, cuando vio su mirada confundida y al tiempo vidriosa por la
pasión que acababan de sentir los dos.
—Lo siento, Ellie. No quería que las cosas pasaran de esta manera.
—No se disculpe por favor—negó con la cabeza—solo…no diga nada—se alejó
apresuradamente y entró en la casa.
Él se quedó allí confundido, preguntándose ¿Qué acababa de pasar?
Capítulo 4
Luego de lo que había pasado el día anterior, ella no quería mirarlo mucho. Ese
hombre besaba muy bien, y si por ella hubiera sido, se habría quedado allí,
alargando el momento. Pero sabía cómo eran las cosas y no podía albergar
esperanzas de algo con él, primero era muy distintos y segundo ella no quería
resignarse a vivir en ese tiempo.
—Buenos días—Ellie brincó de la silla donde estaba pelando unas judías.
—Buenos días, Philip.
— ¿Se siente mejor?
—Un poco, sí—le respondió.
Fue por un poco de café y de regreso, se sentó junto a ella—Ellie, con respecto a lo
que sucedió ayer…
—No tiene que decir nada
—Fue un error y lo siento mucho.
Ella se quedó fría— ¿Un error? Así que lo que había pasado era un error. Muy bien,
así también se comportaría ella—Sí, tiene razón lo fue y no volverá a pasar—se
levantó de la mesa.
—Bien—contestó y también se levantó—Espero entonces que de ahora en
adelante llevemos un relación patrón-empleada, mucho mejor que la que
teníamos. Si necesita algo del pueblo hágamelo saber y por favor escriba una
lista con los víveres que faltan para comprarlos. Cuando vuelva de arreglar la
carreta, recogeré la lista.
—No es necesario hacer listas, solo necesito harina, café y azúcar, por lo
pronto.
—Volveré tarde—dijo y salió de la casa como alma que lleva el diablo, sin
dejarle siquiera responder.
Más tarde ella se dedicó a limpiar la casa y salió a recoger los huevos aunque le
tenía pavor a las gallinas, eso siempre lo hacía Philip, pero el orgullo no le dejaba
pedirle más favores. De ahora en adelante hasta que pudiera largarse de allí, sería su
empleada y nada más. Después de recibir varios picotazos en las manos, pudo
recoger los huevos y miró de reojo a la vaca. Eso sí que no lo haría ella, por nada
del mundo ordeñaría ese animal. Aunque necesitaba hacer la mantequilla, esperaría
a que llegara Philip para que ordeñara.
Entró a la casa de nuevo y se puso a hacer la comida. Cuando terminó el pastel de
carne, lo puso en el horno y se fue a ver sus flores. Esperaba que la comida quedara
bien, no era la mejor en lo que se refería a atender una casa y cocinar, pero sabía
que en los meses que llevaba allí, su forma de cocinar había mejorado y se lo debía
a la madre e Philip. Ese libro era una bendición. Caminó un rato por el sitio donde
tenía plantadas sus flores y vio como la lavanda había crecido mucho al igual que
las rosas. Se le ocurrían varias ideas en cuanto a las flores. Varias mujeres la
llamaban para que les organizara sus fiestas para los niños y ella había accedido
por el gusto inmenso que sentía al decorar y manipular las flores. Ahora también
estaba pensando en que tal vez podría llegar a salir de la casa d Philip y irse al
pueblo. Podría vivir en el hotel o en casa de la señora Parker, que acababa de
enviudar y estaba rentando una habitación en su casa. Lo bueno era que vivía en el
pueblo y ella ya no tendría que estar a una hora de allí.
Goliat llegó en algún momento y se puso cerca de ella, caminado a su lado. Ellie lo
acarició un momento y fue a ver si ya estaba el pastel. Miró el horno un momento,
todo parecía estar bien y entonces escuchó un ruido en el cuarto de ella. Se quedó
allí pensando un momento. No había nadie en la casa, el perro estaba con ella
¿Quién sería? Nuevamente escuchó un ruido y tomó un cuchillo que había cerca y
fue con él, a ver qué sucedía.
Entró lentamente a la habitación y se encontró con que la ventana estaba abierta, la
cortina hondeaba con la brisa y ella estaba segura de haberla dejado cerrada.
— ¿Hay alguien ahí?—preguntó cuando vio moverse algo afuera. Salió
corriendo hacia afuera de la casa para ver si efectivamente veía una persona,
pero nada. Estuvo un rato buscando y lo más raro era que Goliat no había
ladrado, ni estaba intranquilo. Se devolvió a la casa y nuevamente entró a su
habitación. Le llamó la atención ver un sobre en la cama. Lo tomó y vio que
estaba dirigido a ella, así que lo abrió y observó con sorpresa que había una
fotografía muy vieja, donde estaba ella sentada con un vestido elegante de cuello
alto y encaje, tenía un bebé en los brazos y dos niños al parecer gemelos a su
lado. Detrás de ella estaba Philip, con una expresión seria, pero tranquila, podía
decir que hasta relajada. La expresión de Ellie en la foto era de alegría, no se
estaba riendo, pero se veía eso reflejado en sus ojos.
¿De dónde salía esa foto? ¿Quién la había puesto allí? Dios…era tan difícil entender
todo lo que estaba sucediendo. Pero esta foto…que sería lo que le estaban diciendo.
¿Tal vez que ella se enamoraría de Philip y terminaría quedándose allí? No, eso no
podía pasar, ella tenía a su hermana, que la necesitaba.
Philip estaba trabajando en su cultivo de trigo, cuando sintió que Jonás le tocaba el
hombro. —Philip ¿estás bien?
Lo miró extrañado—si, ¿por qué lo preguntas?
—Estoy hablándote desde hace rato y no contestas.
—No te escuché, estaba pensando en otra cosa.
—Es seguro, tenías la mirada perdida. ¿Qué te tiene tan preocupado?
—Es Ellie, no sé qué hacer.
—Amigo, solo cásate con ella, ni siquiera sé porque es que te has demorado
tanto.
—Es cierto, Philip, ¿no se suponía que era una novia por correo?
—Lo es, pero no nos llevamos muy bien desde el principio y quisimos
conocernos mejor—No podía decirles la forma como ella había aparecido en su
vida.-
—Debes tratarle bien, sabemos cómo es tu genio y si le hablas como si fuera una
esclava y no una mujer que pretendes, las cosas no saldrán bien.
—No están bien ahora mismo.
—Entonces ya le has dejado ver ese carácter tuyo—ambos, Erik y Jonás se
echaron a reír.
— ¿Qué puedo hacer? La mujer me vuelve loco, todo el tiempo quiere hacer
cosas impertinentes. Le he dicho que hay un maldito lobo merodeando y no hace
caso, se va a pasear porque le encanta estar en contacto con la naturaleza, dice
que le gusta meditar. Y ni me pregunten lo que es. La mujer simplemente cierra
los ojos y parece que estuviera muerta por horas. Solo imagina que podría pasar
si estuviera haciendo eso y un lobo la viera. Cuando ella se diera cuenta de que el
lobo está ahí, ya este le estaría clavando los colmillos en su bonito cuello. No
creo que sería una buena esposa, es mala cocinera, es contestona, es impaciente,
le gusta dormir hasta tarde y…
—No esperarás encontrar a la mujer perfecta, ¿verdad?
—Rose es la mejor esposa del mundo, para mí, pero tiene un carácter fuerte,
cuando está embarazada solo se soporta ella y tiene una manía por la limpieza
que asusta.
—Ni hablar de Clara, ella es una excelente esposa y yo realmente la quiero, pero
quiere todo el tiempo decirme lo que tengo que hacer, detesta a mi madre y mi
madre a ella, además tiene muy mal carácter en las mañanas.
—Nadie es perfecto Philip, así como nosotros tampoco lo somos—le dijo Jonás
—. Creo que lo que te sucede es que estás muy acostumbrado a la soledad. Has
pasado mucho tiempo sin tener una mujer en tu casa y ahora todo esto te parece
mucho.
—Tal vez, no lo sé—dijo no muy convencido.
—Ellie es una buena mujer, estoy segura de que si la tratas de la forma adecuada,
se llevaran mejor y aprenderán a quererse. Aunque yo podría casi asegurar que
entre ustedes hay sentimientos.
—Bueno, ya nosotros terminamos aquí, si no tienes nada más que mandarnos a
hacer, creo que es hora e irnos—le hablo Erik.
—Sí, yo tampoco quiero llegar tarde. No sé que habrá hecho esa loca mujer.
Ellie terminó de hacer la comida, pero seguía pensando una y otra vez en esa foto.
—Buenas tardes.
—Buenas tardes, Philip.
—Huele bien.
—Hice el pavo que cazó ayer y aunque es mucho, voy a guardar para estos días.
Me imagino que al estar cocinado, es menos probable que se pueda dañar.
—Puede guardarlo en el cuarto cerca del arroyo, donde ponemos las papas. Allí
permanecerá fresco.
—Lo haré en cuanto terminemos de cenar—no dijo nada más.
— ¿pasa algo?
—No.
—Me parece que sí
— ¿Sucedió algo mientras no estaba?
—No pasó nada, Philip. Si quiere puede ir a lavarse, cuando regrese ya la cena
estará servida.
Philip notaba lo distante que estaba y aquel beso no había ayudado mucho. Pero no
dejaba de pensar en él y en lo mucho que lo había disfrutado.
Más tarde terminaron de cenar y él quería decirle algo, pero no sabía cómo.
—Quedo delicioso.
—Gracias, aunque estoy segura de que no es verdad. Sé lo mucho que odia mi
forma de cocinar y aunque hago un esfuerzo y me guio por el libro de su madre,
no he logrado hacerlo bien.
—Mejorará con el tiempo, además lo hace mucho mejor que antes.
—He pensado en irme de aquí. Yo no le veo futuro a esto y usted necesita una
mujer muy distinta a mí.
— ¿Qué? —se sorprendió de lo que decía—Yo jamás he dicho eso.
—No hace falta, lo veo en su forma de decirme las cosas que no está a gusto
conmigo y la verdad es que no quiero imponerme. He pensado en vivir en la casa
de la señora Parker, ella arrienda una pequeña habitación y yo podría ganarme la
vida haciendo mis arreglos de flores para las bodas y otros eventos. Además la
gente del pueblo acostumbra a pagar con intercambios y podría pagarme la
misma forma.
—No seas estúpida Ellie. ¿Crees que la vida es así de fácil aquí?
— ¿Cuantas fiestas ves a diario aquí? ¿En cuántas has estado desde que estás
aquí?
—No he visto muchas, pero si la gente ve lo que sé hacer esto podría…—lo miró
a los ojos y vio la respuesta en sus ojos.
—En este pueblo a menos que tengas un rancho propio con tus gallinas, con tu
vaca y esas cosas, no podrás vivir solo de canje. Habrá momentos en los que
necesitarás dinero.
—Bien, entonces se hará como usted quiera Señor Wade—le dijo con
resignación.
—No estás atrapada aquí Ellie, ya te dije que si quieres puedo darte lo del tiquete.
— ¿Es que no entiende que no vivo en este tiempo? ¿Es tan cabeza dura que a
pesar de que le he dado pruebas, todavía piensa que soy una mentirosa o que
estoy loca? Y todavía me pregunta porque me quiero ir.
—Bien, bien—tranquilízate, te creo. Lo que pasa es que no están fácil hablar de
eso, no todos los días conoce uno a alguien de otra parte y con todo eso de la
carta y el hecho de que yo había pedido una novia por correo. Ver que me llega
esa novia del futuro no es fácil de asimilar.
—Bien, no me importa ya lo que piense de todas formas usted y yo no
podríamos vivir juntos, ni siquiera en el mismo tiempo.
—¿Es eso lo que crees?—le molestó su seguridad en que ellos no podrían tener
algo bueno—Mira, tú no has querido que te pague, porque te sientes mal por el
hecho de vivir aquí sin colaborar, como tú misma me has dicho. Pero yo puedo
pagarte, si eso es lo que quieres.
—Sí, la verdad es que si me gustaría señor Wade, de ahora en adelante trataré de
ahorrar y cuando tenga lo necesario me iré, si usted no quiere que me vaya antes
—le dijo fríamente—Ahora si me disculpa, creo que voy a seguir con mis
deberes. Ahh y por favor no me hable de tú, no tenemos confianza para eso—
Ella se dirigió a la casa y él se quedó allí intentando decir algo, pero nada le
salió—quería arreglar las cosas, mostrarse menos tosco, poder enamorarla y
que tal vez ella quisiera quedarse con él allí, en su tiempo.
Ella siguió molesta, aunque trabajaba de sol a sol, haciendo todo lo que una mujer
de la época hacía. Se acostaba cansada pero agradecida de poder pensar, ya que se
sentía más sola y triste que nunca. Casi no hablaba con Philip, únicamente lo
necesario, cuidaba de sus flores, pero ya no iba donde Rose y Jonás, y cada vez que
él decía que iría a la iglesia, ella decía que no. Sabía que a él no le gustaba eso, pero
ella estaba más allá de querer darle gusto a la gente, Solo quería salir de ese maldito
tiempo y volver a su vida y a su hermana.
Ese día en particular Philip había vuelto del servicio y estaba afuera arreglando
algo. Luego se metió a la casa y la saludó.
—Buenas tardes Ellie.
—Buenas tardes, señor Wade.
Philip odiaba que lo llamara de esa forma, pero parecía ser la única forma en la que
se comunicaría con ella— ¿Podemos hablar?
Ella estaba doblando una ropa y lo miró—por supuesto—siempre con su mirada
fría, en nada parecida a la cálida Ellie, de unas semanas atrás.
—Quiero invitarla a que vayamos al bosque de picnic. ¿Qué le parece?—le
preguntó algo inseguro, cosa que le molestó mucho. Él no era un hombre
inseguro, pero esa mujer sacaba todas esas cosas en él.
—Me pareció escucharle decir hace un tiempo que era peligroso el bosque,
porque había un lobo y que además los osos también merodeaban.
—Estará conmigo, no sola. Cualquier cosa que suceda, siempre puedo disparar.
Ella siguió doblando la ropa en silencio. Philip pensó que ya no diría nada más.
—Prefiero quedarme—terminó de doblar y salió.
Philip no la dejó. Tomó su brazo y la miró a los ojos—Estoy haciendo esto por
ti, Ellie. No me gusta que estés así. Siempre eres alegre y ayudas al agente. Ahora
estás apagada y me duele verte así.
—Porque tendría que dolerle, soy su empleada.
—Bien, entonces como mi empleada que eres, te daré una orden—estaba furioso
—Quiero ir al bosque y quiero que vayamos de picnic allí.
—Muy bien, como usted quiera, solo sepa que no soy una buena compañía, pero
usted es el jefe.
—Voy a buscar lo que se necesita y te aviso—le dijo y entró a la casa.
Ella lo vio registrando cosas en la cocina y 15 minutos después le estaba llamando
para que se fueran. El viaje fue en carreta y fue de paso bastante silencioso. Al
llegar Philip buscó un buen árbol y colocó un mantel de cuadros para que se
sentaran. Llevaba una canasta que no le había visto antes y empezó a sacar todo tipo
de cosas para comer. Había pollo frito, puré de patatas, salsa de ciruela, pan de
maíz, tarta de manzanas.
— ¿Todo eso es para usted? —preguntó ella incrédula.
—Es para los dos.
— ¿Cuando preparó todo eso?
—Nada de esto lo he hecho yo. Las chicas te extrañan y quieren subirte el ánimo,
así que les conté sobre mi idea de llevarte de paseo y ellas estuvieron de acuerdo
y hasta me dijeron que no me preocupara por nada, que toda la comida la harían
ellas.
Ellie sintió un nudo en la garganta, en el tiempo que había pasado, había llegado a
querer mucho a Clara y a Rose. Siempre dispuestas a ayudar y con una sonrisa.
Sabía que estaban preocupadas por ella, pero no quería hablar con nadie.
Philip tomó un plato y le sirvió porciones generosas.
—No comeré tanto.
—Lo harás, porque estás muy delgada. Además veo lo poco que has comido de
un tiempo apara acá.
—No tengo que hacerlo—dijo molesta.
—No tienes que hacerlo, pero yo si les diré a ellas tu desaire sino te lo comes.
—No se atrevería—reclamó indignada.
—Lo haré, Ellie—le dijo serio, aunque después sonrió y le tomó la mano— Me
preocupas mucho, quiero verte contenta, no como un alma en pena, haciendo las
cosas por obligación sin hablar, sin reír.
Ella probó un poco de pollo—se aguantó las ganas de gemir ante lo delicioso que
estaba. Luego probó algo de puré y enseguida se vio comiendo de todo lo que le
habían puesto en su plato y hasta repitió tarta de manzana.
—Veo que te gustó.
—Sí mucho. Rose y Clara cocinan muy bien—sonrió y trató de levantarse. Philip
estaba allí para ayudarla— ¿Quieres caminar un rato?
—Puedo ir sola.
—No, eso sí que no, cariño. No corremos peligro, pero no pienso arriesgarme a
que te pase algo.
La palabra cariño, la tomó por sorpresa y no dijo nada más, solo asintió. Tomó el
brazo que él le ofrecía y caminaron cerca del río hasta una gran roca en la que
pudieron sentarse.
—Miró todo a su alrededor, la vegetación y las hermosas flores, el río de agua
cristalina que hacía un relajante sonido—Se está bien aquí, es como si no
existiera nada más que la paz y tranquilidad.
—Ya lo creo, por eso me gusta mucho este lugar—le dijo él y tomó su mano—
Ellie necesito que aclaremos las cosas—su voz suave, sin rastro de aquel hombre
mandón—No me gusta verte así—tomó su rostro y lo acarició.
—No creo que sea prudente que…
Philip la haló hacia él suavemente. Ella no pudo apartarse, solo se lo quedaba
mirando, mientras veía como se inclinaba y se acercaba lento a su boca. Aceptó su
beso y fue muy impactante para ella. Esta vez no fue un beso duro, demandante. Esta
vez era tierno, haciendo que su corazón latiera muy rápido y su respiración se
acelerara. Tomó sus labios con delicadeza y con su lengua le pidió entrar hasta que
ella cedió, y entonces el beso cambió volviéndose entonces en un beso exigente y
apasionado. Ella lo abrazó y se pegó a su cuello con los brazos. Philip sintió sus
pechos pegados a él y quiso colocarse encima de ella y hacerle el amor, sin
importarle que fuera en el pasto.
Ellie se separó y escuchó un gemido de protesta pero fue incapaz de saber si fue de
él o de ella. Si por ella hubiera sido se habría quedado allí siempre, pero no quería
hacerle las cosas tan fáciles a Philip, después de lo grosero que se había portado
con ella.
—Esto no está bien, Philip
— ¿Por qué no? Solo quiero que me conozcas bien.
—Yo en cambio, solo quiero irme de aquí.
—No lo harás, Ellie.
— ¿Porque tu lo mandas?
—Porque tu no lo quieres, ni yo tampoco—se acercó de nuevo y tocó sus labios
levemente.
—Yo te gusto y tú me encantas. Quiero que de verdad nos conozcamos, que veas
que no soy ese hombre malgeniado o tosco. Me gustaría tener una familia
contigo. Veo tu interés por la gente, lo hermosa que eres, lo educada y deseo
tenerte solo para mí.
Sus palabras le llegaban al corazón, veía en sus ojos que era cierto lo que decía, que
sentía realmente ganas de estar a su lado. ¿Sería loco tratar de vivir con él, como
una pareja? Esa foto le había hecho pensar muchas cosas. ¿Y si ella estaba destinada
a vivir allí? ¿Y si ya jamás podría volver y era por eso que aparecía en esa foto con
Philip y sus hijos?—se sorprendió al escucharse decir que sí.
Capítulo 5
Había llegado el mes de Agosto, estaban en verano y hacía un calor horrible. Ella
sentía deseos de bañarse dos veces al día y a veces sin que Philip se enterara se iba a
bañar al arroyo, aunque con todo el miedo del mundo de que alguien la viera o se
encontrara con algún animal. Las cosas habían cambiado un poco, tenía una rutina
tranquila, con el trabajo normal en la casa, pero con mucha ayuda de Philip. Él se
comportaba como un príncipe con ella no dejaba que lavara la ropa, para que no
dañara sus manos, así que lo hacía él, y no le importaba. Muchas veces la ayudaba
en las cosas de la cocina, sin que ella se lo pidiera. , ahora Sus flores estaban cada
vez más hermosas y ya la semana siguiente era el baby shower de Rose. Había
continuado con las reuniones en su casa donde podían organizar todo. Ese día
Philip estaba en el campo y ella quería ir al pueblo. Como no estaba, no le vio nada
malo a tomar la carreta, cuyo manejo había aprendido gracias a él. Se subió, se
llevó a Goliat, que últimamente la acompañaba a todos lados y se encaminó al
pueblo a comprar algunas provisiones y pasaría por casa de Rose.
Al llegar la tarde, llegó a la casa y encontró a Philip hecho un ogro. Paseaba de un
lado para otro y cuando la vio.
— ¿Dónde diablos estabas?—corrió hacia ella furioso.
—Estaba en el pueblo y luego pasé por casa de Rose. No pensé que necesitarías
la carreta.
— ¡Maldita sea! No la necesitaba, pero tú no tienes porque irte sola para el
pueblo, mujer. ¿Es que crees que estás en una gran ciudad? ¿No te pusiste a
pensar que hay malhechores por el camino o animales peligrosos?
—Solo fue un rato y Goliat fue conmigo.
— ¿Y eso qué? ¡Cualquiera puede meterle un tiro a un perro y luego violarte!
¡Eres idiota!
—No, no lo soy, y hazme el favor de respetarme, yo a ti no te digo imbécil y
bastante que te comportas así—le dijo molesta.
—Eso era lo que quería evitar. Yo quería una esposa obediente, no una mujer
loca, que va por la vida pensando que todo es de color rosa y la vida es perfecta.
Que quiere hacer lo que le dé la gana sin pensar en nada ni en nadie.
—Yo hago lo que me da la gana, porque gracias a Dios, no me casé contigo ni lo
haré jamás
—Eso fue lo que sacó de quicio a Philip y sintió que lo cortaba como una herida
grave. En medio de su rabia la tomó del brazo—Solo me das problemas, dolores
de cabeza peo no sé que tienes que me enciendes la sangre como ninguna otra
mujer—la besó.
Con su boca la castigó, pero luego colocó las manos en sus mejillas, acariciándola
y mostrándole toda la ternura que tenía para ella. Ellie lo abrazó y se empezó a
fundir en ese beso. Su lengua bailaba dentro de ella, creando sensaciones que jamás
había pensado tener en su cuerpo. Philip besaba su cuello, y bajaba poco a poco
abarcando más piel, hasta llegar a sus pechos. Ella se arqueó para darle mejor
acceso y el tomó de lleno sus pechos, apretándolos y pegando su boca en uno de
ellos sobre la tela.
—Philip…
—Me gusta cuando dices mi nombre—la tomó en brazos y la llevó a su
habitación. Allí la dejó en la cama y se inclinó sobre ella, para seguir besándola.
Desabrochó los botones del corpiño para tener mejor acceso a sus pechos y
luego siguió con el corsé hasta que los tuvo totalmente descubiertos, erectos
frente a él, ofreciéndose cual banquete y Philip comenzó a chuparlos con avidez.
—Eres hermosa, Ellie.
Ella comenzó a desabrochar los botones de su camisa hasta que su pecho desnudo
quedo frente a ella y entonces comenzó a tocarlo. Tenía vello aunque no era un
montón, eso le gustaba. Philip cerró los ojos ante la sensación de su mano
tocándolo de manera tan suave. Ellie fue entonces hacia la cinturilla del pantalón y
Philip se levantó para quitárselos y salir de lo demás. A ella le gustó lo que vio, él
era un hombre bien dotado. Su miembro grueso y largo estaba erguido y él la
miraba de una forma que casi podía sentir llamas salir de sus ojos, Era pasión y
deseo puros. Ella se quito el resto del vestido y el corsé, los dichosos pololos se
fueron a volar y quedó completamente desnuda, en la cama como una ofrenda para
él, extendiendo su mano. No resistió las ganas y se dejó llevar por la lujuria que
sentía por él y por los deseos enormes de ser suya. Abrió sus piernas lentamente
hasta quedar totalmente expuesta a él. Su sexo en una invitación a que lo tomara. No
le importó si él pensaba que era una descarada o que tenía toda la experiencia del
mundo. Ella había tenido algunas relaciones y no iba a negarlo, ya no era ninguna
virgen como muy seguramente se esperaba de las mujeres de esa época, pero ella
no sabía si eso iba a durar y fuera lo que fuera, quería tenerlo, hacerlo suyo y que él
la hiciera suya también y que durara lo que tuviera que durar.
Philip tomó su mano extendida y la besó, luego la cubrió con su cuerpo y deslizo
una mano entre ellos, para acariciarla entre las piernas. Ellie contuvo la respiración,
sintió sus dedos cavando en ella, acariciando su clítoris.
—Te sientes tan sedosa y húmeda—la miró sonriendo, orgulloso de tener ese
efecto en ella—Estás preparada para mí.
—Te deseo, Philip. No sé lo que va a pasar ni me importa ya.
Philip sintió que su sangre se calentaba casi hasta hervir de solo escuchar sus
palabras—No puedo esperar más, Ellie—la beso y situó su miembro entre sus
piernas, acariciando con él, su hinchado sexo. Ella se arqueó y abrió más sus
piernas si era posible para recibirlo. Philip la penetró lento haciendo que ella
enterrara sus uñas en sus nalgas tratando de empujarlo para que se diera prisa.
—Calma, cariño. No quiero lastimarte.
—No lo harás—le dijo en un gemido de necesidad. Una deliciosa sensación en su
vagina la hizo cerrar sus piernas alrededor de sus caderas. Philip se movía más
rápido y ella alzaba sus caderas para recibir sus embates. Él no solo siguió
penetrándola sino que empezó a acariciar de nuevo su clítoris que estaba duro de
la excitación. Ellie no pudo más y gritó su nombre— ¡Philip!
—Así cariño, no pienses, solo siente—sus empujes más profundo y entonces
tomo sus piernas y las levantó para ponerlas en sus hombros, haciendo que su
miembro pudiera hundirse más en ella.
—Oh Dios!—gritó cuando sintió que caía por un precipicio, sus músculos se
tensaron y gritó al llegar a su clímax.
Philip empezó a moverse cada vez más rápido hasta que explotó y su semilla se
derramó muy profundo en ella. Su rosto estaba completamente lleno de sudor y
estaba tan agotado que cayó sobre ella.
—Eso fue increíble—dijo Philip, con su cabeza todavía enterrada entre los
pechos de ella y jadeando.
—Sí que lo fue—estuvo Ellie de acuerdo.
Los dos se quedaron allí un buen rato sin hacer nada, solo pensando en lo que acaba
de pasar y lo que eso cambiaria sus vidas. Más tarde mientras ella estaba dormida
con Philip detrás, sintió una mano que acariciaba su trasero y sintió el miembro
duro de él volver a entrar en ella al tiempo que le susurraba palabras de amor.
Al día siguiente los dos se despertaron contentos. Él e hizo nuevamente el amor esa
mañana y después se fue a trabajar en el campo, mientras ella se quedó haciendo
una tarta de manzanas para él. Se dedicó a hacer las cosas normales de siempre y se
sorprendió cuando lo vio llegar como a las tres de la tarde.
—Buenas tardes, Ellie.
—Buenas tardes—ella le sonrió y él pensó que acababa de ver el sol. Se veía tan
hermosa ese día, que lo único que deseaba era tomarla en sus brazos.
Comenzaron a besarse sin parar, para luego terminar en la cama haciendo
nuevamente el amor.
—Parecemos conejos—le dijo ella riendo, un tiempo después de haber estado
juntos.
—Me encanta eso—respondió él riendo también—me gusta pensar que pronto
tendremos bebés. Y eso me lleva a otro asunto—le dijo dándole un rápido beso—
me gustaría que fuéramos al pueblo y habláramos con el sacerdote. Ya va siendo
hora de que nos casemos. Después de lo que ha pasado, no pienso dejarte ir a
ninguna parte Ellie Drum.
Ella que lo acariciaba en ese momento, se detuvo tensa—Philip…
— ¿Qué pasa?—presentía por la forma en la que dijo su nombre que algo malo
sucedía.
—No creo que debamos hablar de eso por ahora.
— ¿Por ahora? — Se incorporó alejándose de ella—Ellie, ya no quiero esperar
más, llevas varios meses aquí. Es más que suficiente tiempo y ahora después de
lo que ha pasado entre los dos, podrías estar esperando un hijo mío. Esta vez, lo
siento mucho, pero vamos a casarnos.
—Philip, entiende que no puedo. Yo necesito ir a mi tiempo, tengo una vida allí,
además mi hermana debe estar loca buscándome.
—No quiero siquiera hablar de tu tiempo o el mío. Eso es algo que todavía no
termino de creer y lo que me importa ahora es que debemos casarnos.
—Entiende por favor, no puedo.
—Dime algo ¿te acuestas con todos los hombres? ¿Para ti es algo normal hacer
el amor con alguien y luego simplemente quitarlo de en medio?
— ¡No!—dijo ella ofendida.
—A mi me parece que sí. Por lo que dices nada te ata a este lugar, así que puedes
prescindir de mí en cualquier momento. Eso solo lo hace una cualquiera. Me
preguntaba porque estaba soltera una hermosa mujer como tú, pero ahora lo veo
claro. Ningún hombre quiso tenerte como esposa, ya que te acuestas con
cualquiera que te guste.
—Eso no es cierto, eres un desgraciado—le gritó—como puedes pensar eso,
después de los momentos que hemos pasado—le dijo herida.
— Pude ver que no eras virgen. Una mujer decente no pierde la inocencia sino
con su marido.
Ella no aguantó más insultos. Se había alejado del sitio donde nació para no volver
a ver a su padre que siempre le hizo sentir como sino valiera nada. Se dijo a si
misma que él día que se casara si es que eso pasaba, sería porque un hombre bueno,
que la amara, la hiciera sentir que ella tenía valor. Había cometido un terrible error
al dejarse llevar. Salió corriendo hacia el bosque, no quería escucharlo más y en
medio de su prisa, no vio unos arbustos que le cruzaron la cara. Cuando trató de
esquivarlos se tropezó con una piedra y esta la hizo caer y golpearse fuerte contra
un tronco. No vio nada, todo se oscureció.
*****
Ellie despertó y vio todo borroso. Escuchó una voz y creyó que era algo
imposible. Esa no podía ser la voz de su hermanita. Fue a moverse pero sintió un
intenso dolor y su cabeza daba vueltas. Era difícil enfocar bien la vista.
—Tranquila, cariño. Todo está bien, por fin te encontraron. —dijo su hermana.
— ¿Lissi?
—Sí, hermana, soy yo.
— ¿Qué pasó?
—Tuviste un accidente en un edificio en construcción.
—No, eso no fue lo que pasó—dijo con dolor.
—te encontraron en un edificio a medio hacer, después de varios días. Fue
terrible, te buscamos y no dábamos contigo, no le dijiste a nadie a donde ibas, así
que no había forma de encontrarte fácilmente. Afortunadamente unas personas te
encontraron inconsciente en el sótano del edificio.
— ¿Sótano?
— ¡Sí! Nadie se explica cómo llegaste hasta allí.
—Fui a la agencia, me llamó la dueña y dijo que quería verme. Fui al cuarto piso,
entré a su oficina y estaba por llenar unos papeles cuando la luz se fue. Yo…traté
de salir de allí, pero no encontraba a la señora Madeleine—se tocó la cabeza con
dolor.
—Tranquila. No desesperes. Ya pronto podrás decirnos lo que sucedió. Mientras
descansa—sintió la mano de su hermana en su cabello, acariciandola hasta que se
volvió a quedar dormida.
— ¿Dónde estoy?
—Todavía en el hospital. Tu doctor dice que ya se ha desinflamado mucho el
hematoma y que estás mucho mejor, ya te van a trasladar de cuidados
intermedios a una habitación—le sonrió.
—No estaba aquí.
— ¿Como dices?
—Que no estaba aquí. Estaba en otro tiempo.
Su hermana la miró asustada—llamaré al doctor, tal vez el golpe fue demasiado
fuerte y si hubo consecuencias.
— ¡No!—dijo lo más fuerte que pudo—no quiero que lo llames. Sé lo que vi.
Estuve en otra época.
—No Ellie, tu trataste de salir de un edificio y te caíste en el sótano, por eso
nadie daba contigo.
—Lama a Madeleine.
— ¿La dueña de la agencia?
—Sí, ella sabe lo que paso, hubo un momento en que desapareció y yo la busqué
—dijo cansada.
—Toma un poco de agua—Lissi, le sirvió un vaso y se lo dio poco a poco.
— ¿Te sientes mejor?—le preguntó después de que se lo había tomado.
—Un poco, pero necesito que hables con la agencia.
—Lo haré, pero por favor, no te desesperes, no quiero que te sientas mal.
Descansa, cuando vuelva te diré lo que averigüé.
*****
Los días pasaron, luego las semanas y Ellie logró salir de la clínica. Se fue a su
apartamento con su hermana y allí tuvo más tiempo para hablar con ella. Una
noche estaban sentadas y se enteró de que la oficina de la agencia quedaba a dos
manzanas de donde ella había estado viéndose con Madeleine. Lissi le cuenta que
en la agencia no saben quién es ella, porque la dueña de la agencia tiene otro
nombre y vive fuera del país.
—No puede ser—respondió sorprendida.
—Ellos mismos me dijeron que por petición mía, tu perfil había sido eliminado
hacía ya un tiempo desde que yo lo pedí.
—Pero entonces, ¿por qué esa mujer me llamó para decirme que necesitaba de
mi firma para hacerlo?
—No lo sé, hermana—le tocó el brazo—yo creo que todo fue producto del
golpe. He escuchado de gente que jura que estuvo en otros lugares cuando ha
estado al borde de la muerta o ha tenido golpes muy fuertes.
Ellie miró la ventana de la sala, a lo lejos se veían los carros pasar, los grandes
edificios y las personas caminando. Algunas para su trabajo, otras irían a llevar a
sus hijos a la escuela o al parque. Todos tenían una vida, una relación, una
persona que las quisiera, amigos, esposos, amantes. Ella no tenía sino a su
hermana. Tuvo un hombre que pareció quererla, pero lo había echado todo a
perder por pensar primero en ella. Tal vez, era lo que todos decían, un sueño
producto de su imaginación. Deseaba tanto tener una vida amorosa, un
compañero, que se imaginó todo, cuando perdió la conciencia. Era la única
forma de explicar que en ese tiempo habían pasado meses, mientras que aquí,
solo habían pasado tres días.
*****
Los días que siguieron, Ellie no había hecho otra cosa que pensar en Philip.
Había llegado al punto de ponerse comprar libros que hablaran de la vida en el
oeste, de cómo eran las mujeres de la época y todas las costumbres. Esa tarde en
especial estaba tomando un té, era Domingo y miraba un libro sobre viajes en el
tiempo. Hablaba de casos reales de gente que por un periodo de tiempo había
estado en otra dimensión. Lo malo era que esas personas solo habían podido
estar allí por máximo dos horas. Ella había estado tres días de su época pero
varios meses en la de él. Investigaba todo lo que podía en las noches, mientras
trabajaba en el día, tratando de mantenerse ocupada para no entristecer.
Alguien tocó la puerta y ella se levantó para abrir, esperando que fuera su
hermana que siempre olvidaba las llaves.
— ¿Nuevamente las olvidaste?—quedó fría en la puerta, al ver de quien se
trataba. La señora Madeleine Crawford, estaba allí con una sonrisa de oreja a
oreja, como si nada hubiera pasado.
—Buenas tardes, Ellie.
Ella no le contestó el saludo. Tenía demasiada rabia como para hacerlo— ¿Sabe
lo que la he estado buscando? ¿Tiene una maldita idea de todo lo que me ha
hecho pasar? He llegado al punto de creer que estaba loca, porque todo me lo
imaginé—gritó.
—Querida, cálmate. Me siento tan apenada contigo, no me imaginé que las cosas
fueran a llegar tan lejos hasta el punto de poner tu vida en peligro. Pero debes
entender que necesitaba llevarte a tu alma gemela.
Ellie casi suelta una carcajada. Philip era un hombre que nunca olvidaría, pero su
alma gemela…eran palabras mayores.
— ¿Puedo al menos entrar un momento? Te contaré como están las cosas y tú
serás quien tome una decisión.
A regañadientes la hizo pasar—adelante, hablaremos, pero solo porque quiero
saber si todo esto fue verdad, porque del resto no me interesa nada que usted
pueda decir.
—Muy bien, me parece justo.
Ellie la llevo a la sala—siéntese.
La mujer se quedó mirando el libro que estaba leyendo—Oh, qué bueno que estés
interesada en los viajes en el tiempo.
Ellie la miró con cara de pocos amigos. —Solo dígame a que vino.
—Bien…lo cierto es que aunque no lo creas, soy una encargada de juntar almas
gemelas. Llámame ángel, bruja, hada madrina o como mejor preferías, pero es
lo que hago. Muchas veces el problema es que esas almas no están en el mismo
tiempo, sé que suena algo loco, pero es algo que pasa más frecuentemente de lo
que crees. Yo intenté que Philip y tu se conocieran, convivieran y se enamoraran,
pero no contaba con tu terquedad y el machismo de él. Eso no hizo las cosas
posibles, a pesar de que sé que se enamoraron—dijo tristemente.
—Es decir que todo esto, si paso. ¿Verdad?
—Claro que pasó, querida. Ahora—se acomodó en la silla—Tú decides si
quieres volver junto a él o quieres quedarte en tu época. ¿Puedo mostrarte algo?
Ella dudó pero luego asintió. Madeleine alzó su mano y apareció frente a ellas
una especie de portal desde donde podían ver claramente a Philip. Estaba
caminado por el bosque, tenía barba y se veía bastante delgado. Miraba en
diferentes partes y mientras lo hacía hablaba consigo mismo.
— ¿Dónde estás Ellie?—se preguntaba— Jamás debí dejarte ir. ¿Por qué no
apareces para poder decirte que me perdones? Nunca me perdonaré el haber
sido el culpable que desaparecieras. Todas esas estupideces que salieron de mi
boca, solo para alejarte de mí y ahora estar buscándote día a día, sin poder
dormir, sin encontrarle sentido a nada, porque no estás aquí. Perdóname mi
querida Ellie.
Ella se quedó viendo su rostro, se encontró llorando por él, por sus palabras que
le llegaban al corazón—Oh, Philip, mi amor. No sabía qué hacer, por un lado
estaba feliz de que todo hubiera sido cierto, pero por el otro pensaba en su
hermana. Ella deseaba estar con él con todo su corazón. No le importaba la
época, o las incomodidades. Solo quería estar a su lado.
—Entonces ¿Qué decides?—le pregunto Madeleine.
—Quiero irme con él, pero debo dejar primero algunas cosas en orden. No
puedo dejar desamparada a mi hermana. Además debo contarle lo que sucede, me
crea o no.
—Muy bien, pero no tienes mucho tiempo, hay un portal abierto y así estará hasta
dentro de dos semanas. Si en ese tiempo no has arreglado tus cosas, ya no podré
hacer nada por ti.
—Sí, lo entiendo.
Semanas después…
Ellie caminaba por el bosque y sonrió al ver la casa de Philip. La chimenea
estaba encendida se veía huno salir de la casa. Llevaba varias cosas cargadas en
bolsas y un maletín con lo que pensó serían elementos de supervivencia en esa
época. Tampones, chocolate para esos días, una calculadora solar, para hacer
mejor las cuentas, sales de baño, montones de semillas de flores de todo tipo,
varios cepillos de dientes y pasta dental, un libro que explicaba cómo hacer
dentífrico y otras cosas, de uso esencial. Quien sabe—pensó—tal vez pueda
hacerme rica si hago estas cosas en esta época. Eran tantas cosas, que se le hizo
un poco difícil llegar hasta la puerta.
Cuando se disponía a tocar, alguien abrió la puerta rápidamente haciendo que
ella cayera encima de esa persona. Escuchó que decían su nombre y se encontró
mirando unos ojos azules, muy queridos para ella. Había soñado tanto con esos
ojos…
—Mi amor, estás aquí de nuevo—le dijo Philip, todavía sorprendido por verla
allí.
—Tenía que volver, me hacías demasiada falta.
—Yo casi me vuelvo loco al no encontrarte. Siento mucho todo lo que te dije—
tocó su rostro en una suave caricia, como si no diera crédito a sus ojos— No sé
cómo son las costumbres en tu tiempo, pero si no quieres casarte, estoy dispuesto
a vivir contigo de la forma que quieras, cariño.
—Oh Philip, mi amor—entendiste todo mal—le dio pequeños besos como
mariposas, en todo su rostro—te quiero tanto. Yo jamás me habría separado de ti,
no quería casarme porque no quería dejar sola a mi hermana. Ella solo me tiene
a mí y no tenía forma de volver, así que ella quedaría desamparada. No sé cómo
explicarlo pero la misma mujer que me trajo a este tiempo, me dio la
oportunidad de volver y dejarlo todo organizado en mi tiempo para ayudar a mi
hermana. Las dos quedamos tristes, pero sorprendentemente fue la que más
insistió en que debía volver contigo.
Philip la levantó de donde estaban todavía tirados en el piso y la tomó en brazos
—Entonces le debo mucho a mi cuñada, sin siquiera conocerla—sonrió.
—Ahora ya podemos casarnos cuando quieras—él tomó sus labios dulcemente y
ella casi se derrite. El hombre besaba increíble—te amo, Ellie.
—Yo también te amo...rodeó su cuello con los brazos y entonces fue ella quien lo
besó. Cuando se separó de él, rió al ver que la llevaba a la habitación.
— ¿Estás segura de que serías feliz aquí conmigo? Estarás muy lejos de todas
esas comodidades.
—No tan lejos—le respondió ella, con una mirada traviesa.
— ¿Qué quieres decir?—preguntó él confundido.
—Ya lo verás—se rió—pero eso será después. Lo que sí quiero asegurarte es que
yo seré feliz donde tú estés. Traje algunas cosas que tal vez podremos vender y si
contamos con suerte y damos con alguien que nos la compre a buen precio,
tendremos suficiente para poner más cosas en el rancho, tener un hermoso baño
dentro de la casa y comprar una floristería.
—Mujer ¿para qué diablos quiero yo una floristería?
—No será para ti, será para mí.
—está bien-no lo dijo muy convencido—no me gusta que mi mujer trabaje, pero
con tal de tenerte aquí, acepto lo que sea.
—Eso será de los dos, mi amor. Tu también tendrás parte allí y tomarás
decisiones. Sé que te gusta cultivar tanto como a mí y si me ayudas, esto podrá
ser un buen negocio, he pensado en que podríamos vender nuestras flores a
todos los pueblos aledaños, no hay necesidad que solo sea un negocio local y
con el tiempo nuestros hijos tendrán su futuro asegurado y…—la calló dándole
un beso, cuando se separó, su rostro era de felicidad—por ahora de todo lo que
has dicho, lo que más me gusta es la parte de los hijos.
Ellie lo miró con deseo—Entonces mi amor ¿Qué te parece si comenzamos a
hacerlos ahora mismo?
Epílogo
Agosto 20 de 1883…
Por fin llegaban las semillas. Ellie había estado preocupada por el cargamento. No
era fácil llegar hasta allí, pero por fin veía llegar la diligencia.
Ellie miró su tienda y se sintió orgullosa. En cuestión de tres años, su floristería se
había vuelto la más importante de todo Montana. La gente venía e otras partes para
comprar los adornos de las fiestas de la gente importante de los otros pueblos y allí
mismo en su pueblo, las personas adoraban pasar por allí porque siempre había un
ambiente de risas de buena energía. Poco a poco los hombres se fueron
acostumbrando y permitieron a sus mujeres ayudar cuando ella tenía demasiado
trabajo o eventos muy grandes y le faltaban manos. Siempre pagaba a sus amigas y
ellas llevaban orgullosas su dinero a casa. Nunca venía mal un dinero extra, para
comida o compra de cosas para los niños.
Su esposo la acompañaba un rato todos los días, cuando dejaba su sembradío de
trigo y cebada, en el cual le iba de maravilla. Tan bien les había ido con eso, que
habían tenido que contratar personal para que ayudara con la siembra y recolección
de flores.
—Buenas tardes, señora Wade—la saludo Philip.
—Hola mi amor, llegaste temprano—le dio un beso.
—Quería saludar a mis chicas, me moría por verlas. —le dijo colocando su mano
sobre el abultado vientre de Ellie. Ya tenía 7 meses de embarazo de su primera hija,
los dos estaban felices. Había pasado un mal rato pensando que no podrían tener
bebés, ya que lo habían intentado pero nada había pasado los primeros años.
—No veo la hora de tener a mi pequeñita jugando por aquí.
—Seguramente vendrás temprano para ayudarme a correr tras ella, porque puedo
decir que va a ser muy activa—se tocó en la parte donde acababa de sentir una gran
patada de su hija.
— ¿Te sientes bien cariño?
—Solo estoy algo cansada hoy. Anoche no dormí bien pensando en mi hermana.
Tuve un sueño con ella y me da miedo que algo malo le haya pasado.
—Amor, estamos a más de 100 años de diferencia. Puede que no le haya pasado
nada. Ellie, cariño, no puedes preocuparte por cada sueño que tienes de ella.
—Si, tal vez tienes razón—le sonrió—señor Wade, espero que hoy me invites a ese
delicioso estofado que hacen en el hotel.
—Veo que te has vuelto muy asidua al restaurante del hotel.
Desde que habían puesto más rutas de la diligencia y en el pueblo más cercanos
estaba llegando gente para explotación de minas, las cosas habían cambiado para
bien en el pueblo y eso había hecho necesario un hotel ya que llegaban muchas
personas, pero también había hecho urgente un ayudante del sheriff.
— ¡Vaya con su esposo, señora Wade! Yo puedo cerrar la tienda—dijo su joven
ayudante.
—Muy bien John, te tomaré la palabra. Esta hija mía, está cada vez más pesada y
solo quiero comer e irme pronto a casa y descansar. Philip le ofreció su brazo y los
dos caminaron despacio hablando tranquilamente y observando lo hermoso que se
había vuelto el pueblo que ahora llamaban hogar.
—Iremos a cenar y enseguida te llevaré a casa para darte un masaje en los piés.
Luego de eso quiero que duermas hasta nueva orden.
Ella sonrió—siempre tan mandón. Suerte que soy una esposa obediente.
FIN
Una Esposa de Reemplazo
Serie Novias del Oeste 2
Sinopsis
Lissi Drum sueña con poder tener una familia. Un esposo y unos hijos que la amen
y que juntos puedan vivir en una casa hermosa, rodeada de flores, en un pequeño
bosque. Esa siempre ha sido la imagen que ella ve en su mente, de su futuro.
Mientras su esposo trabajaba en su empresa, ella trabajaría en su peluquería, que
podría hacer en su casa y de esa manera poder atender a sus hijos al mismo tiempo.
Toda su vida estaba planeada en su mente, pero lo que ella no sabe es que todo eso
cambiará cuando un día sin esperarlo, llegue a su casa una carta muy vieja, que no
tiene remitente, pero va dirigida a ella. Esa carta la transporta a un lugar del que no
sabe nada y de un momento a otro se encuentra frente a una casa que parece la de la
familia Ingalls, con solo una carta en las manos dirigida a un tal Mathias Taylor.
Mathias, es un hombre duro, acostumbrado a ver lo peor de la gente. Fue caza
recompensas, solo ha visto dolor y violencia hasta que se salió de todo eso, compró
un rancho y se casó con Emily su difunta esposa que solo le dio amor. Él pensó que
eso duraría por siempre hasta que ella quedó embarazada de su segundo hijo y
murió en el parto, dejándolo solo con dos niños pequeños y una montaña de dolor
en su corazón. Su vida ahora, es tratar de sacar adelante su rancho con la ayuda de
sus hombres y darles a sus hijos todo lo que necesitan, pero siente que no lo ha
hecho bien con ellos. Sus hijos son dos muchachos maleducados y traviesos, que le
tiene n miedo. Casi nunca hablan con él y ahora la mujer que los ayudaba en casa se
ha ido porque no soporta su mal genio. Mathias, sin saber que más hacer, decide
encargar una novia por correo para que le ayude con la casa y sea una buena madre
para los niños, pero jamás se imaginó encontrar en su puerta a una mujer como
Lissi Drum, una chica hermosa, con un cuerpo de diosa y un rostro dulce que
apenas le sonríe causa un efecto en él, que jamás pensó volver a sentir. El problema
es que una mujer como ella, no duraría ni medio día en esas tierras salvajes y duras.
Las mujeres allí, necesitan ser fuertes, no delicadas como ella. ¿Aceptarían
devoluciones en esa agencia?
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