Un marido para Mary en Navidad parte 01

 Futuros proyectos:

DEDICATORIA

La idea de esta novela surgió por una lectora que en su opinión

en Amazon menciono el personaje de Mary, honestamente jamás

pensé en una novela para ese personaje, pero vi la oportunidad

para utilizarlo para una novela corta de agradecimiento a todas las

plataformas de Amazon, esta vez a la española por el interés hacia

mis novelas créanme que he tomado nota de todos los consejos.

Muy sorprendida por la acogida del Duque de Cleveland. También le

dedicó esta novela a Montse Rodríguez. Muchas gracias por tu

cariño hacia mis historias. En la página de Facebook de Lectoras de

Romántica y en Histórica42 en Instagram, se enteraran de todas mis

novedades, estás paginas pertenecen a una lectora que ama el

romance histórico que mejor lugar para presentar mis futuros

trabajos. Muchas gracias a todos los grupos de Facebook donde

hayan recomendado a Bea Wyc porque son ustedes las verdaderas

lectoras compulsivas, y recomendar a esta servidora sobre

escritoras de muchísima más experiencia, pues humildemente

muchas gracias.

Capítulo 1

—Mary te he buscado por toda la mansión, ¿Dónde estabas? —

preguntó Victoria entrando en la inmensa cocina de la mansión

ducal de los duques de Cleveland.

—Estoy organizando la cena de Navidad. Victoria, envié todas

las invitaciones que me dijisteis y algunas más que añadí en el

último momento, no quiero que nada salga mal. —le respondió Mary

mientras seguía haciendo anotaciones en una pequeña libreta sin ni

siquiera levantar la mirada.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Victoria preocupada tratando

de mirar lo que su dama de compañía escribía con tanto afán.

—Tranquila, tú concéntrate en la niña, ya bastante exige la

princesa. Todo el tiempo tiene hambre. —levantó la mirada poniendo

los ojos en blanco, lady Alexandra era una bebe que berreaba sin

control, si su madre no le ponía inmediatamente un pecho en la

boquita.

—¡Está preciosa! —dijo Victoria llevándose la mano al pecho,

llena de emoción maternal, alimentar a su hija había sido una

decisión sin pensar, ella deseaba disfrutar al máximo de su niñez, ya

que su esposo no deseaba más hijos, y para su sorpresa lo estaba

disfrutando muchísimo, entre las dos se había creado un vínculo

muy especial Alexandra conocía su olor… bueno también el de su

padre, cuando él estaba cerca ella lloraba hasta que él la

acurrucase en su pecho.

—En eso tienes toda la razón, será una belleza. —aceptó Mary

mirando a su amiga sonriendo, desde el parto Victoria brillaba, ella

suponía que era de tanta felicidad, tenía una familia hermosa dos

hijos varones que aunque no eran de su sangre le llamaban madre y

le demostraban día a día que la adoraban, un marido que muchas

envidiaban, el duque era un hombre guapísimo que no le importaba

demostrar lo mucho que amaba a su esposa y por último su hija que

había llegado al mundo sana llenando la mansión de más risas y

alegrías.

—¿Estás segura de que no necesitas mi ayuda? —volvió a

preguntar insegura y un poco preocupada, no podía negar que entre

la pintura y sus hijos se le escapaban las horas y presentía que

todos los invitados harían acto de presencia.

—Muy segura Victoria, cualquier contrariedad te la comunicó

inmediatamente. —le contestó Mary volviendo su atención a la

dichosa libreta donde tenía todo lo más importante apuntado.

Victoria le dejó tranquila y salió en busca de su hija al cuarto

infantil donde ya estaba instalada con una niñera solo para ella.

Jack entró distraído a la cocina, no era de comer temprano pero

desde que el duque se trasladó a su mansión rural los aires de

campo le habían abierto el apetito, quien diría que un inmigrante del

East End de Londres terminaría como guarda espaldas de una

duquesa y su prole… eso sin contar de su dama de compañía que la

muy bruja tenía una lengua muy afilada… pero que linda era la muy

arpía, lástima que aunque él tenía los medios económicos, no se

había podido deshacer de ese acento típico cockney de su barriada,

había trabajado muchos años con los Brooksbank y había invertido

muy bien su dinero, pero que va, una mujer como la Mary no se

fijaría en un hombre tan rudo como él, estaba soñando con

imposibles y ya a sus treinta y cinco años eso era una vergüenza.

Se acomodó la chaqueta sin notar la presencia de sus desvelos

sentada en una esquina escribiendo como poseída por un demonio

mientras se mordía los labios.

—Qué bueno que está aquí Jack, necesito su ayuda. —Mary le

habló al hombre sin levantar la mirada, conocía su olor a distancia,

no sabía identificar la fragancia; pero le atraía muchísimo.

Jack levantó la vista rápidamente, sorprendido de verla, habría

jurado que estaría con la duquesa, Mary más parecía la hermana

mayor solterona de su jefa que otra cosa, la manera como la

cuidaba rayaba en lo obsesivo.

—Le recuerdo que soy el guarda espaldas de la duquesa, no soy

ningún sirviente bajo sus órdenes. —le respondió suave; pero

marcando cada una de las palabras, quería dejarle claro su posición

en la vida de los duques.

Mary levantó su mirada lentamente lo miró muy seria mientras

con suavidad colocaba la pluma en el tintero.

—Sé perfectamente quien es usted Jack Brown, pero no tengo a

más nadie con semejantes manos para tomar un hacha y cortar el

árbol de Navidad en plena ventisca, solo un hombre crecido en los

East End de Londres tendría las pelotas para lograrlo, por eso

mismo, es que se lo estoy pidiendo. —El rostro de Mary se mantuvo

sereno como si le estuviera hablando del tiempo al señor Brown.

—Tiene usted una boquita muy sucia, señorita. —le respondió

sin tampoco cambiar su expresión.

—Lo sé señor Brown y además sé defenderme muy bien ¿me

ayudara o no? Tengo que advertirle que esos panecillos de miel que

tanto le gustan son hechos con estas manos. —le murmuró

sonriendo maliciosa de medio lado.

—Es usted una arpía. —contestó sin pensar, aturdido con la

conversación inesperada.

—Tal vez, pero quiero que todo salga muy bien en la cena de

Navidad y usted es el indicado para acompañarme a buscar el árbol

adecuando para el salón principal, le prometo té caliente y muchos

panecillos para compartir. —le dijo levantándose de la mesa,

acercándose a Jack que la miraba con el ceño fruncido.

—Olvide él té mejor traiga 'whisky', si voy a cortar leña prefiero

algo fuerte. —contestó rápidamente, nervioso como un muchacho

ante la cercanía de Mary, no podía negar que era preciosa, tenía el

cabello marrón; pero se quedó embobado notando diferentes

destellos que salían del recogido de su cabello y esos ojos color

miel que lo torturaban todas las noches desde que la conoció.

—Bien le avisaré, además Jack necesitó discutir con usted la

seguridad de las damas que vendrán, los carruajes… —Mary tomó

su libreta donde había hecho las anotaciones.

—Descuide sé perfectamente lo que se tiene que hacer. —le

contestó molesto de qué pensará que no había pensado en la

seguridad de la mansión.

—No es eso señor Brown, uno de los invitados es Nicolás

Brooksbank y estoy esperando la confirmación de su hermano. —

levantó la mirada de lo que busca en la libreta para ver su reacción.

Jack silbó bajito, esos sí eran invitados peligrosos lo más seguro

el buitre traería a varios de sus hombres, el rumor de la calle era

que su golondrina era protegida por los mejores hombres del

ejecutor.

—¿Qué piensa? Me pone nerviosa su expresión. —lo regaño

Mary apretando la libreta contra su pecho.

—Ahora mismo me voy a ocupar de que todo esté en orden…

especialmente con un par de mozalbetes que todavía no me

convencen, si el buitre esta entre los invitados tiene razón en

preocuparse. —le dijo serio.

—Su nombre es Nicolás Brooksbank, recuérdelo. —lo corrigió

sin levantar la mirada.

—Ese hombre para mi es el buitre, créame señorita, él estaría

furioso si yo no lo recordara. —salió sin esperar respuesta.

Mary suspiró levantando la mirada lentamente, clavándola en su

ancha espalda “que hombre por dios” pensó mordiéndose el labio

inferior. Cada vez que lo tenía enfrente le temblaban las piernas era

solamente esa tozudez que tenía la que no le permitía ponerse en

ridículo, suspiró y cerró la libreta mirando distraída a su alrededor,

las cocineras estaban afanadas en la cena de los señores todos

trabajaban con mucho orgullo para los duques de Cleveland,

Victoria se había ganado muy rápidamente el cariño de toda la

servidumbre especialmente de los sirvientes más antiguos de la

mansión. Se levantó todavía con el olor del señor Brown en el aire, y

sin darse cuenta aspiro el rico aroma a hombre que la tenía

hechizada, todavía recordaba el primer día en la mansión de

Londres cuando fueron presentados por el duque, no podía negar

que se había sentido intimidada especialmente cuando Jack la

había mirado con esa mirada penetrante como si la estuviera

evaluado… estaba clara que con Jack Brown no se jugaba era un

hombre con pasado, pero a pesar de ello la intrigaba. Su cercanía le

hacía sentir mariposas en el estómago y para empeorar la situación

últimamente no dejaba de pensar en esas imágenes del libro de

Victoria que había husmeado a escondidas, ¨me va a llevar el diablo

seguro¨ pensó ruborizándose ante sus impúdicos pensamientos. Se

rio olvidándose que estaba acompañada por algunas de las

cocineras que la miraban con curiosidad. ¨Bueno si el diablo me

lleva que lo haga después de haberle visto ese cuerpo al señor

Brown… todo su cuerpo¨ divago mientras salía en busca del ama de

llaves.

Capítulo 2

—¿Qué te pasa Jane? —preguntó Isabella mientras el carruaje

seguía el peligroso camino hacia la mansión de los duques de

Cleveland, la nieve no cesaba de caer Jane y ella iban solas en uno

de los carruajes. Sus padres y los marqueses de Sussex viajan en

otro, habían decidido viajar en grupo, era mucho más seguro debido

al inclemente clima.

—¿Por qué piensas que me pasa algo? Te aseguro que estoy

bien. —le contestó Jane sin apartar la mirada del paisaje que se

podía ver a través de la pequeña ventana del carruaje.

—No lo estás, desde que llegaste de Irlanda estas callada y

misteriosa. ¿Para qué son las amigas Jane? —le preguntó un poco

dolida porque no la tuviera en cuenta.

Jane la miró y asintió a pesar de que Isabella había llegado a su

vida hacia muy poco tiempo le había demostrado de muchas

maneras solidaridad y lo más importante fidelidad. Admiraba mucho

el carácter seguro de Isabella, era una mujer que no se amilanaba

ante nada demostraba mucha más edad que dieciocho años, pero

suponía que eso se debía a su antigua vida antes de que su padre

se convirtiera en un conde.

—Estoy confundida Isabella… siento que las cosas se me están

escapando de las manos, y ya no tengo control sobre ellas. —le dijo

angustiada.

—¿De qué hablas Jane? —Isabella se inclinó hacia el frente

tomándole las manos a su amiga que estaban heladas a pesar de

las piedras calientes que habían puesto en el carruaje para

mantener el calor.

—Del conde de Norfolk —le dijo bajando su mirada a sus manos

y apretando las de Isabella desesperada.

—Me estás asustando Jane… y hay muy pocas cosas que lo

hacen —le dijo Isabella realmente preocupada por su amiga, Jane

era una joven indomable su porte y gracia gritaba sus orígenes, no

podría pasar por plebeya por más que se lo propusiese, pero una de

las cosas que admiraba de ella era su rebeldía ante el futuro que le

imponía el extractó social al que pertenecía desde la cuna. Sin

embargo, esta joven que tenía de frente estaba asustada de lo que

sentía y eso le inquieto.

Jane levantó su mirada con sus impresionantes ojos azul claro,

llorosos.

—Me siento perdida ante la mirada de ese hombre… sus brazos

su aliento en mi piel es una tortura; pero no puedo detenerlo mi

cuerpo desea más… Richard Norfolk es el mismísimo diablo Isabella

y siento que se ha apoderado de mi alma y ya no soy capaz de

correr lejos de el —una lagrima bajaba solitaria por el hermoso

rostro.

—¿Estuvo en Irlanda? —preguntó Isabella sorprendida, abriendo

sus hermosos ojos del color de las esmeraldas por la sorpresa.

¿Cómo lo supo? —preguntó urgiéndola a contestar.

Jane suspiró limpiándose de mala gana las lágrimas en su cara,

mientras negaba con su cabeza ante la pregunta de su amiga.

—No lo sé Isabella de pronto estaba dando un paseo a caballo

por la propiedad de mi tía y el a todo galope apareció de la nada…

no quiero hablar de esto ahora Isabella te prometo que cuando

organicé mis pensamientos hablaremos ahora solo quiero estar

tranquila. —le dijo acomodándose en el asiento recostando la

cabeza, cerrando los ojos.

—¿Qué pasará en la cena de Navidad? sabes que es muy amigo

del duque. —Isabella no se conformaba, sentía que habría

problemas.

—Le pertenezco a ese hombre Isabella, estoy segura de que si

muriera él iría tras de mí hasta el mismísimo infierno si fuese

necesario… ya no hay escapatoria para mí. —susurró Jane con los

ojos cerrados, mientras a Isabella se le erizaba la piel antes sus

inquietantes palabras.

El maldito carruaje no dejaba de sacudirse, “debimos salir de

Londres antes de esta nevada” pensó Richard mirando preocupado

por la ventana. Había llegado de Irlanda y había tenido que resolver

muchos asuntos pendientes que no podían ser pospuestos.

—Tendremos que parar en varias posadas… es peligroso

continuar de noche. —dijo Eduardo contemplando también la nieve

que estaba cayendo.

—Ya lo había pensado, no voy a poner en riesgo mis

purasangres… sabes que detestó el maltrato a los animales. —le

contesto Richard.

—¿Crees que esa arpía estará en la mansión Cleveland? —

preguntó Eduardo mirando a su amigo con intereses.

—Al parecer la joven es prima de lady Victoria, sería lógico que

la invitara, según Alexander en su nota se esperan varios

invitados…entre ellos Antonella, la duquesa de Wessex. —dijo

Richard haciendo un gesto de disgusto que hizo reír a su amigo.

—Hace mucho que no sabemos de André. —dijo

sorpresivamente Eduardo atrayendo la atención de Richard quien se

incorporó de golpe en el asiento.

—No puede regresar… tiene una deuda moral con Evans…y no

creo que el duque de Saint Albans sé vaya de este mundo sin

cobrársela. —contestó Richard contrariado recordando esa

miserable historia.

—Pero…

—Nada lo justifica Eduardo, las mujeres de nuestros hermanos

son sagradas y en el caso de ellos es mucho peor, todos

presenciamos en Oxford como Evans le salvo el trasero muchas

veces… ¡que lo jodan Eduardo! donde quiera que este ¡qué lo

jodan! —Eduardo entrecerró los ojos pensativos mirando a su

amigo, Richard sabía toda la historia eso estaba claro y como único

podía ser eso es que había estado allí aquella noche fatal.

—Tranquilo necesitas estar de buen humor porque estoy seguro

de que tu valquiria estará en la cena de Navidad. 'Lady' Jane… la

escurridiza. —le dijo malicioso.

—Seremos los padrinos de Alexandra… Lex aprovechará la

ocasión para bautizarla en la pequeña capilla del ducado. —le dijo

Richard sonriendo, al principio se había preocupado por la

responsabilidad que el ser padrino de la niña implicaba, pero no

podía negarse ante la petición de Alexander siempre había estado

para él, siempre que lo necesito, lo menos que podía hacer, era

proteger a su hija velar por su futuro, él no tenía planeado tener

hijos así que la niña sería más que una ahijada.

—Compartirás responsabilidad con Jane. —lo aguijoneo

Eduardo.

—Con esa mujer tengo mucho más, muchísimo más… no podrá

esconderse de mí en ningún lado su cuerpo me pertenece… ahora

voy por su alma. —contestó mirando a su amigo desafiante.

Capítulo 3

—¿Dónde se encuentra el señor Brown? —le preguntó Mary a

uno de los mozos en el cobertizo.

—Está hablando con el capataz señorita, si quiere se lo busco.

—le respondió rápidamente el muchacho.

—No, yo lo haré dígale a los otros mozos que hay té caliente y

pan recién horneado en la cocina. Está muy frio aquí afuera una

buena taza de té caliente ayuda. —el muchacho asintió agradecido

mientras la mujer salía apresurada a buscar al guarda espaldas de

Victoria.

Jack la vio venir con una capa color roja y no pudo más que

sujetarse del caballo que estaba cepillando, Mary lo dejaba sin

aliento y eso para un hombre como el tosco y sin refinamientos era

mucho decir.

—¡Por fin lo encuentro! —le dijo con las mejillas rojas por el

esfuerzo de caminar en la nieve, desde la noche anterior no paraba

de nevar, por eso ella quería salir a buscar el árbol antes de que los

caminos estuvieran cerrados por la acumulación de nieve debían ir a

lo más profundo del bosque.

—Para que me busca. —le dijo malhumorado sin mirarla,

continuó cepillando el caballo para ganar tiempo.

—Jack —lo tuteo a propósito, 'si te piensas que soy una de esas

mujercitas del East End, te llevara el diablo Jack' pensó mientras

cruzaba los brazos en el pecho esperando que se girara.

—¿Me tutea? —se giró levantando una ceja.

—No se equivoque señor Brown, lo tuteo cuando quiero pero

usted a mí solo cuando yo le dé el permiso. —para sorpresa de

Mary, Jack estalló en fuertes carcajadas que se podían escuchar a

distancia, Mary se puso las manos en la cintura en actitud de guerra,

esperando que el dichoso hombre dejara de reírse de ella. Jack se

secó las lágrimas y la miró todavía con una sonrisa en los labios.

—No podrás conmigo mujer, ni sueñes que podrás hablarme

como a los demás trabajadores… no Mary yo soy un hombre hecho

y derecho así que piénsalo bien antes de abrir esa boquita. —le

ronroneo acercándose.

Mary no dio un paso atrás como el esperaba todo lo contrario

camino al frente mirándolo sin pestañar.

—Y quien dice que deseo cambiarlo…tal vez ese acento

cockney sea lo que me tiene curiosa por conocer algo más de usted

señor Brown. —le susurró Mary sintiéndose poderosa al ver un

hombre de ese tamaño sonrojarse como un muchacho, cuando se le

cayó el cepillo al suelo Mary lo arremato.

—Preparé el trineo saldremos en busca del árbol, iré por la

canasta… Jack. —lo dejo allí todavía el pobre hombre sin reaccionar

mientras ella se iba con una sonrisa estúpida en los labios 'este

hombre será el padre de mis hijos… solo tengo que dejar que lo

acepte', pensó de muy buen humor.

Jack no hubiese podido moverse, ni aunque su vida dependiera

de ello no había dudas Mary le había coqueteado con total descaro.

Un hombre como él, criado en los suburbios más pobres de Londres

no había sabido que responder, la muy coqueta lo había dejado casi

con la boca abierta… 'joder jamás me hubiese atrevido a pensar que

yo le atraía' pensó quitándose el sombrero, rascándose la cabeza

con una sonrisa estúpida en los labios.

Victoria entró casi corriendo a la cocina.

—Que bueno que te encuentro Mary necesito ayuda con

Alexandra, tengo que terminar un cuadro las ideas no me dejan

pensar con claridad. —le dijo exaltada Victoria frotándose nerviosa

las manos.

—¿Y la niñera?

—Le di el día libre para visitar a su hermana en un pueblito

cercano. —le dijo Victoria llevándose la mano a la frente

desesperada.

—Enviaré a una de las doncellas. —le respondió sin levantar la

cabeza, revisando la enorme canasta que estaba preparando para

llevarse en su salida con Jack.

—¿Qué estás tramando? Desde hacen días te noto rara y bien

sabes que te conozco. —contestó Victoria mirándola cruzando los

brazos en el pecho.

Mary levantó la mirada y sonrió maliciosa.

—No querías que encontrara un marido, pues eso hago estoy de

cacería. —le contestó en tono chulesco olvidándose de que Victoria

era su señora.

Victoria no pudo evitar abrir la boca por la sorpresa, soltó un

gritito y agarro por los hombros a la mujer sacudiéndola como si

fuese una muñeca de trapo.

—¿Quién es Mary? —preguntó Victoria feliz.

—El señor Brown —le contestó muy tranquila como si estuviera

hablando del tiempo.

—¿Mi guardaespaldas? —preguntó sorprendida.

—Si ese hombre es el indicado. —le contestó con suficiencia.

—Mary… a ese hombre no podrás controlarlo el señor Brown

tiene un carácter muy fuerte y bien sabes que tú eres muy mandona.

—le dijo Victoria señalándola con el dedo.

Mary levantó los hombros sin darle importancia al comentario de

su amiga, ella lograría que Jack entrara por el aro, nadie la

detendría.

—Ya lo tengo decidido, solo me falta convencerlo. —Mary

suspiro cerrando la cesta. —pero sabes que cuando me propongo

algo no descanso hasta alcanzarlo. —Victoria asintió dándole la

razón se habían metido en muchos problemas, por ese carácter de

Mary especialmente con los hijos de los arrendatarios de las tierras

de su padre mientras crecían.

—¡Mary no sabes nada de Jack! —Victoria insistió.

—Si tu marido le confió tu seguridad tengo dos cosas claras;

primero que es muy bueno en lo que hace y segundo que tiene la

paciencia de un santo por qué ser tu guardaespaldas, Victoria es

una tarea titánica. —respondió agarrando fuerte la cesta

dirigiéndose a buscar su objetivo.

—¡Mary! No puedo creer lo que has dicho. —le grito Victoria sin

importar las caras de asombro de las doncellas que estaban en la

cocina.

Mary todavía sonreía cuando llego a las caballerizas era muy

fácil escandalizar a Victoria, había pensado que cambiaría un poco

con el matrimonio; pero ella sería así hasta que se fueran ambas a

la otra vida.

—¿Para dónde piensa que lleva esa cesta tan grande? Preguntó

Jack sorprendido.

—Me gusta estar preparada así que llevó de todo un poco,

seguro que encontramos alguna cueva donde podamos almorzar

mientras elegimos el árbol adecuado. —le dijo Mary con un una

mirada angelical que para nada engaño a Jack “si no creyera que es

imposible pensaría que me están tendiendo una emboscada “pensó

Jack mirándola con sospecha.

—Vamos ya tengo los caballos ensillados al trineo… espero que

no sea un árbol demasiado grande.

—Descuide solo deseo que sea muy frondoso, los adornos que

trajeron de Londres son exquisitos. —le dijo mientras sin ninguna

ceremonia le entregaba la cesta y se dirigía a los caballos que se

podían ver de donde estaban parados. El paisaje estaba totalmente

blanco desde la madrugada no dejaba de caer nieve, Mary inhaló él

aire frio le encantaba la nieve siempre había disfrutado de estas

fechas amaba los olores característicos de la Navidad hacia parecer

la mansión como una postal navideña.

—Se ve muy bonita con esa capa roja. —Mary lo miró de reojo y

sonrió.

—Gracia señor Brown. —contestó sonrojada por el inesperado

halagó.

—Llámeme Jack. —le dijo el hombre disfrutando del coqueteo,

sabía bien que Mary no le permitiría ni un beso si no había algo

serio de por medio, así que mejor se lo tomaba con calma no quería

por ningún motivo enojar a la mujer.

Jack la ayudó acomodarse y se aseguró que todo estuviera en

orden, los trineos eran más usados en las áreas rurales y por vivir

toda su vida en Londres era algo nuevo para él, pero para

transportar el dichoso árbol navideño antes de que los caminos se

hicieran más intransitables por la espesa nieve era el método más

conveniente y rápido.

—¿Lista? —preguntó Jack sentándose a su lado para comenzar

la marcha.

—Yo si ¿y tú Jack? —el hombre se giró a mirarla estaban

sentados muy juntos, él sabía que la pregunta tenía un doble

motivo, sonrió entrecerrando los ojos y descaradamente bajo la

mirada a los sensuales labios de Mary.

—No tiene idea de lo listo que estoy. —dijo sintiéndose

satisfecho al ver lo sonrojada que se ponía la avispada mujer. 'Te

piensas que tienes todo controlado ya te voy a mostrar que con

algunos hombres no se juega' pensó divertido por la situación Jack.

Mary sintió un calentón por todo su cuerpo, sabía que Jack

Brown no era un hombre con el que se podía jugar en eso Victoria

tenía razón, ella nunca podría controlarlo; pero para su sorpresa eso

no la inquietaba, no se sentía amenazada por Jack, sino todo lo

contrario él le inspiraba respeto su Mary rebelde se escondía muy

profundo cuando estaba frente al hombre como si sospechara que

no era rival para el … y eso le atraía muchas veces se quejó con

Victoria de la falta de carácter de sus pretendientes, siempre había

tenido la sensación que les intimidaba con su independencia y

manera franca de expresarse. Pero esa era ella y no pensaba

cambiar. El hombre que entrara a su vida debía saber que su

opinión debía ser tomada en cuenta de lo contrario prefería la

soltería. Mary miró de reojo a Jack, estaba sorprendida de la pericia

del hombre llevando el trineo, no lo podía negar se sentía orgullosa

del candidato que había escogido, tenía todo lo que ella había

soñado así que no se iba a poner contratiempos por alguno que otro

defecto sin importancia. Lo mejor de todo no tendría que separarse

de Victoria porque ambos trabajarían para los duques de Cleveland.

—¿Qué piensas? —le preguntó Jack al verla tan silenciosa.

—Disfruto del paisaje. —le contestó Mary levantado su mano y

señalando la nieve que los rodeaba.

—Tengo que admitir que me gusta el aire de estas tierras es un

cambio de la pestilente Londres donde siempre viví.

—Las tierras de los Sutherland también son hermosas allí fue

donde me crie junto a Victoria. —le dijo ella se sentía relajada al

lado de Jack era fácil seguir la conversación.

—Entonces, ¿siempre has estado al lado de la señora? —

preguntó interesado sin apartar la mirada del estrecho camino que

seguían adentrándose en el espeso bosque que recorría todo el

lado sur de la propiedad del duque.

—Éramos dos duendes cuando nos conocimos… yo la seguía

por todos lados evitando que se golpeara, caminaba mirando su

libreta de dibujos y se sentaba en cualquier parte. —Mary suspiró

con nostalgia —fue años más tarde cuando comprendí quien era

ella.

—No entiendo —Jack giro la cabeza mirándola extrañado.

—Ella nunca se comportó como la hija de los señores, recuerdo

el día que me dijo que tomaría clases con ella porque no pensaba

aburrirse con la institutriz, los señores la consentían en todo y me

permitieron la misma educación que Victoria… tengo mucho que

agradecerles a los padres de Victoria. —lo miró buscando su

mirada.

—Ahora entiendo un poco más esa obsesión tuya por

protegerla… aunque como su guardaespaldas te doy la razón en

que hay momentos en que se pone en peligro y ni siquiera se da

cuenta de ello, muchas veces me muerdo la lengua para no gritarle.

Capítulo 4

—Mary soltó una carcajada, su rostro se iluminó con una

hermosa sonrisa y para Jack fue música celestial para sus oídos,

que bonito se reía la muy arpía.

—Conozco muy bien esa sensación… Victoria vive en dos

mundos a la vez, y aunque no lo creas a veces la envidio. —le dijo

pensativa.

—¿Por qué la envidia? —preguntó mirándola con interés.

—Bueno… envidio esa capacidad que tiene para irse por horas a

ese mundo propio donde nadie puede alcanzarla, ni siquiera su

marido. —Jack asintió dándole la razón, la señora era una mujer

muy especial por eso comprendía muy bien porque el duque era

inflexible en la seguridad de su esposa.

—¡Detente Jack! —ordenó Mary señalándole una hilera de

árboles frondosos pero no muy altos.

—Se ven todos perfectos, será difícil elegir. —le dijo Jack

mirándola sonriendo.

Mary le respondió la sonrisa con un coqueto guiño de ojos, pero

para su sorpresa se quedó sin respiración al ver detenidamente el

color tan extraño de los ojos de Jack, siempre pensó que eran

marrones pero ahora con la luz eran muy claros con algunos

destellos anaranjados.

—Tiene ojos de gato señor Brown. —susurró muy cerca de su

cara.

—Y usted es una bruja señorita. -le contestó embelesado

mirándole los labios.

—No se atreva a tocarme. —volvió a susurrar más cerca.

—Yo no lo voy a hacer… pero mi lengua es otra cosa. —susurró

el hombre precipitándose sin piedad sobre la boca de la mujer,

fundiéndose ambos en un beso pasional exigente, descubriendo, sin

ocultar lo que deseaban, Mary saludó la lengua de Jack con

entusiasmo con toda la curiosidad que puede tener un primer beso,

con el hombre que te hace vibrar todo tu cuerpo. Se entregó por

completo siguiéndolo en un apasionante vals de lenguas y mucho

deseo.

Jack se apartó con los ojos nublados por el deseo, ni siquiera el

frio había impedido que su entrepierna se sintiera hinchada y

palpitante, había sospechado que Mary era una mujer pasional, todo

en ella lo sugería; pero ese beso a pesar de descubrir su

inexperiencia había sido arrebatador, ella había respondido con

entusiasmo sin ninguna vergüenza de mostrar su deseo, y eso lo

volvería loco, tenía que hablar con el duque lo antes posible “no te

pienso dejar escapar “pensó mirándola orgulloso de verla

confundida, sonrojada con sus labios hinchados y rosados.

—Se casara conmigo señorita ya está decidido. —soltó Jack

incorporándose en el asiento del trineo.

Para su sorpresa Mary lo miro sonriendo.

—¿No dices nada? —preguntó con sospecha ante esa sonrisa

misteriosa.

—No señor Brown me gusta saber que tiene las pelotas bien

puestas debajo de ese pantalón. —le soltó mirándolo con total

descaro.

Jack soltó una carcajada sorprendido, esta mujer seria su ruina;

pero que se lo llevara el mismísimo demonio si no la atrapaba. Mary

sería suya.

—Tiene usted señorita una boquita muy sucia, trabajaré mucho

con ella hay que enseñarle a no decir groserías que no son dignas

de una dama. —Jack la miraba extasiado, no veía la hora de

ponerle las manos encima por primera vez quería hacer las cosas

como se debía, esta deslenguada seria su mujer y desde ya la

respetaba, quería lo mejor para su Mary, la única mujer en sus

treinta y cinco años que lo había hecho pensar en el matrimonio y

en tener por lo menos cinco críos jugando a su alrededor, si, le

gustaba lo que se venía a venir en su futuro, que mejor que

comenzar el año nuevo con una mujer calentando sus huesos.

—Vamos, por ese árbol… espero que hayas traído 'whisky' en

esa cesta lo voy a necesitar… está bajando la temperatura. —Le

dijo Jack, bajando del trineo en busca de las hachas para cortar el

árbol navideño de los duques de Cleveland.

—Ya le sirvo un buen vaso… creo que mejor merendamos luego

de cortar el árbol te ayudaré. —Mary se arrebujó en su capa roja y

fue en busca del 'whisky', ella también se daría un buen trago.

—Hablaré, Con el duque en cuanto llegue a la mansión. —Jack

la siguió con la mirada, Mary se giró encontrando su mirada.

—Estoy conforme. —le dijo Mary sonriendo.

—Dame esa botella para aplacar un poco las ganas de meterte

en alguna cueva y mostrarte como son los hombres del East End de

Londres. —le dijo Jack sin poder esconder la alegría que le daba la

respuesta de Mary.

Mary escogió rápidamente un árbol muy frondoso pero no tan

alto, para su sorpresa Jack no tuvo ninguna dificultad en derribarlo y

luego arrastrarlo con cuidado de no estropear las ramas hasta el

trineo.

—Vamos a necesitar a varios hombres para poder colocarlo en el

salón principal, pero no creo que tengamos problemas. —le dijo

Jack atando bien el árbol al trineo.

—Qué te parece si merendamos en la cueva que vimos antes de

llegar aquí… está cerca y nos calentamos un poco estoy segura de

que la usan los arrendatarios del ducado. —Mary lo miró un poco

dudosa, pero había bajado la temperatura y prender una fogata

mientras merendaban les daría fuerzas para continuar hasta la

mansión. Eso sería muy peligroso… —comenzó Jack.

—Nadie probara frutas en mi huerto sin pagar primero señor

Brown. —le contestó Mary cruzando los brazos en el pecho,

mirándolo desafiante.

Jack se mordió la lengua para no desafiarla, solo asintió

conforme.

—Vamos entonces. —le ofreció su mano para ayudarla a subir al

trineo y él se acomodó satisfecho rumbo a lo que sería unas horas

de tortura cruel.

La cueva estaba bastante limpia, Jack miró con interés todo a su

alrededor antes de dejar a Mary entrar. No podrían estar más de una

hora la nieve seguía cayendo y no podía arriesgarse a no encontrar

el camino de regreso, rápidamente organizo una las piedras de una

fogata ya existente, no había duda que la cueva era utilizada con

bastante frecuencia, se arrodilló para encender el fuego mientras le

grito a la mujer que entrara.

—Entré Mary —grito mientras miraba satisfecho la hoguera,

rápidamente se quitó los guantes y colocó sus manos sobre el fuego

para calentarlas. El frio en estas tierras era mucho más inclemente

que en Londres.

—Está todo muy limpio. —le dijo Mary mirando a su alrededor.

—Calienta tus manos, mientras voy por la canasta… debemos

continuar no me voy a arriesgar, a que nos perdamos en una

ventisca, me debes muchas noches calientes mujer y no me voy a ir

de este mundo sin cobrarlas. —le dijo Jack saliendo de la cueva a

toda prisa.

Mary no pudo evitar sonreír, por el desparpajo del hombre. Se

acercó a la fogata y suspiro de alivio, Jack tenía razón debían darse

prisa. Sin embargo, se sentía satisfecha, le gustaba ese brillo que

veía en los ojos de su hombre cuando la miraba, ella creía en los

hechos más que en palabras huecas dichas en momentos

pasionales sin ningún sentido en realidad. Ese brillo Jack no lo

podía fingir, salía de manera natural, la deseaba de eso no había

dudas, y su ingenio le decía que había algo más, Jack no era

hombre de matrimonio si lo había pensado con ella era que le

gustaba más de lo que el muy demonio quería admitir, y ella con eso

estaba satisfecha.

—Aquí tienes, ya tomé la botella de 'whisky' —le dijo Jack

colocando la canasta cerca del fuego.

—Dime que tienes de esos pastelitos tan ricos de miel. —Jack la

miró anhelante como un niño y Mary no pudo evitar reírse mientras

los buscaba dentro de la cesta.

—No deberías mostrar tu talón de Aquiles. —le advirtió Mary

sacándolos del papel donde los había asegurado. Para su sorpresa

el hombre los tomó todos, sentándose en el piso junto a ella.

—Te perdono cualquier cosa por uno de estos pasteles. —le

respondió Jack con la boca llena cerrando los ojos disfrutando del

sabor.

—Todavía no ha probado mi 'mince pie'. —le dijo mirándolo

levantando una ceja.

—Mi abuela siempre me dijo que me casara con una mujer que

aunque me botara de la cama, cocinara bien… y eso estoy haciendo

porque seguro dormiré en el sofá muchas veces, eres una bruja

Mary no creas que no se con quién me voy a casar. —le dijo

metiéndose otro bollo de miel a la boca, mientras Mary se reía hasta

las lágrimas por las ocurrencias del hombre.

—Cuéntame de ti Jack… ¿están vivos tus padres? —le preguntó

arrodillándose frente a él sirviendo pan, queso y algunos pedazos de

carne asada.

Jack la miró intensamente antes de tomar otro trago de 'whisky'

que bella se ve con su capa roja, le quitaría ese sombrero de un

tirón, pensó mientras sentía un tirón en su entrepierna poniéndolo

ansioso.

—Mis padres murieron cuando tenía como diez años... solo

quedo mi abuela. Tuve que tirarme a la calle con mis hermanos a

buscar para mantener la casa y por supuesto a mi abuela. —le dijo

mirando su vaso con el ceño fruncido ante los recuerdos que se

agolpaban de golpe en su memoria.

—Por tu expresión, me imagino que fue difícil. —murmura Mary

tendiéndole un vaso para que le sirviera un poco de 'Whisky'.

—Si no hubiese sido por el buitre…

—¿El buitre? —preguntó Mary extrañada tomando un trago.

—Él ya tenía una pandilla para ese entonces, nosotros nos

unimos a él, le debemos mucho a los Brooksbank nadie se atrevería

a traicionarlos y si surgiera alguien créeme lo destruiríamos sin

contemplación ninguna. Le dijo recostándose de una gran piedra a

su espalda.

—No entiendo Jack, dicen que es un asesino un hombre muy

peligroso. —Mary tomó otro pedazo de pan, le interesaba la opinión

de Jack sobre el invitado del duque.

—Es un hombre peligroso… y ahora mucho más. El matrimonio

de él con una dama nos sorprendió a todos, es un hombre que

siempre ha vivido en el anonimato. Son sus hermanos quiénes dan

la cara, y socializan con la burguesía de Londres. Buitre controla la

injusticia en el East End para ustedes que no saben lo que es la

miseria y tener que pelear para sobrevivir no entienden la posición

de él en nuestro mundo… buitre no permite que las rameras sean

maltratadas o que los niños de los suburbios sean usados como

esclavos y peor aún se les utilicé para aberraciones de mentes

dañadas. —Jack la miró pensativo, Mary a pesar de ser una mujer

de clase inferior tuvo la suerte de crecer entre nobles de buen

corazón, no creía que ella entendiera todo lo que ellos habían

pasado para poder sobrevivir y llevar unos míseros chelines a la

casa.

Mary asintió comprendiendo lo que Jack quería decir, Nicolás

Brooksbank era lo mejor dentro de la miseria por lo menos con él al

mando la vida era menos ingrata, claro que comprendía no era

ciega cuando visitaba el mercado de Covent Garden y veía a

muchas mujeres deambulando e busca de clientes.

—Él controla prácticamente todos los distritos del East End, solo

Old Ford está en manos enemigas…por ahora. —Jack se sentía

cómodo conversando con Mary, era algo nuevo para él que no era

un hombre de muchas palabras.

—¿Dónde están tus hermanos?

—Carlson trabaja para Lucían, mientras que Jeff es el que dirige

la entrada y salida de toda la mercancía en el puerto, trabaja con los

tres hermanos Brooksbank. —Mary sonrió satisfecha al verlo

terminar los bollos de miel, lo tenía en sus manos, más bien tenía su

estómago en sus manos porque Jack era un hombre con un talón de

Aquiles muy peculiar, cuando comía dulces hablaba sin parar y Mary

tomó nota mental de ese importante dato.

—¿Eres unido a tus hermanos? —preguntó interesada.

—Sí, tenemos todavía la casa de la abuela en el distrito de Lime

House no hemos querido venderla…es una casa humilde; pero allí

vivimos nuestra infancia. —Jack le miró los labios y se maldijo por

tener pensamientos tan obscenos por la mujer que sería la madre

de sus hijos.

—Debemos partir, todavía podemos llegar a la mansión sin

dificultad. Jack se levantó y la ayudo a ponerse de pie, Mary traspilló

agarrándose al abrigo de Jack.

El la abrazo instintivamente para evitar la caída, ella levantó la

cabeza encontrándose con la mirada empañada por el deseo del

hombre. Jack la enderezó y la apretó más contra él, quería que ella

sintiera su deseo, las ganas que tenía de devorarla por completo.

—¿Jack? —le susurró anhelante cerca de su boca.

—Quiero hacer las cosas bien, juro por mi abuela muerta que no

te tocaré hasta nuestra noche de bodas…pero ahora déjame arrasar

con esa boca, déjame hacerte mía con mis labios y mi lengua. —le

susurro bajito seduciéndola, haciéndola perder el sentido.

Mary se lamió su labio inferior, Jack gruñó y le agarró la lengua

con los labios chupando de manera sensual y erótica. Mary se

agarró más fuerte a él disfrutando de la impúdica caricia. La hizo

entreabrir más los labios, y arraso con la poca cordura que a Mary le

quedaba, Jack Brown le demostró lo que un buen amante puede

conseguir con tan solo un beso, se sintió desfallecer entre sus

brazos su entrepierna estaba mojada y palpitante. Se entregó más

abrazándolo siguiéndolo con su lengua en un desconocido baile que

a ella la sedujo por completo. Jack se apartó lentamente, sonrió

satisfecho al verla sonrojada y dispuesta. No tenía dudas de que su

Mary deslenguada, sería una amante apasionada.

—Salgamos, pero antes déjame apagar la fogata. —le dijo Jack,

asegurándose que todo estuviese apagado.

La nieve seguía cayendo, Mary le dio la razón a Jack deberían

avanzar antes de que las pulgadas de nieve en el camino hacia la

casa aumentasen, y se le hiciera difícil a los caballos avanzar. Jack

acomodo la canasta en el trineo, Mary estaba a punto de subir

cuando escuchó un lamentó, miro buscando de donde venía el

sonido sin lograr ubicarlo.

—¿no estas escuchando ese lamento Jack? —le preguntó ella

caminando hacia donde ella pensaba que venía el ruido. Sintió a

Jack a sus espaldas. De nuevo se escuchó el extraño gemido, esta

vez fue más fuerte, Jack la detuvo.

—Detente, yo iré. —le ordenó ceñudo.

—Yo iré contigo. —le respondió sin girarse continuando la

marcha.

—Mary…

—Olvídalo y sígueme

Para sorpresa de Mary la levantó en brazos sin ningún esfuerzo

y se regresó al trineo sentándola sin ceremonias en el asiento.

—No te atrevas a bajarte o conocerás mi mal genio, mujer. —le

dijo Jack señalándola con el dedo.

Mary le devolvió la mirada muy seria, tenía ganas de gritarle

cuatro cosas pero el hombre era intimidante cuando se enojaba, los

ojos le brillaban y en vez de responderle, lo sorprendió tirándole un

besito que lo descolocó mirándola como si ella hubiese enloquecido.

Jack se giró y no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su

rostro, ahora si estaba seguro de que se casaría con una loca; pero

qué diablos esa mujer lo hacía feliz.

Siguió el sonido que había escuchado minutos antes, rodeo la

cueva y de inmediato entre unos árboles sin ramas había una

camada de cuatro cachorros abandonados miró hacia los

alrededores pero no vio pisadas recientes de ningún animal “ es un

milagro que estén vivos” pensó arrodillándose, seguro estaban

hambrientos. Él tomó dos en cada mano y se regresó al trineo

donde le esperaba Mary.

—Cachorros abandonados. —le dijo mostrándole las manos

donde los sostenía.

Mary los miró con ternura extendiendo una mano para

acariciarlos.

—Son grandes para ser recién nacidos. —le dijo Jack mirándolos

con detenimiento.

—Creo que son perros ovejeros se usan mucho por estos

lugares… son perros grandes, creo que al duque le van a interesar.

—le informó Mary sin apartar la mano del hermoso pelaje de los

perros.

—Nos quedaremos con uno así vamos agrandando nuestra

futura familia. —le dijo Jack, mientras los acomodaba en una parte

segura del trineo justo a su espalda. Sentía la mirada de Mary, y

tuvo que hacer un esfuerzo para no mirar. Le gustaba sorprenderla

la mayoría de la gente pensaba que por ser originario de un

suburbio de mala muerte, no se tenía educación ni buenos

sentimientos, que equivocados estaban. Él y sus hermanos al igual

que los Brooksbank y los Calton no se habían conformado, gracias a

Cloe habían tenido una educación básica. Le debían muchísimo a la

buena de Cloe.

—Me ha gustado mucho venir por el árbol de Navidad contigo,

Mary. La abuela preparaba los postres navideños; Pero nunca

tuvimos un árbol, deseo eso para nuestros hijos, la idea de que

vayamos todos juntos por el árbol me hace sentir bien. —Jack la

miró sonriendo, Mary le dio un sorpresivo beso en la mejilla su

instinto había estado en lo cierto Jack Brown era el hombre

indicado. Su príncipe azul con acento cockney.

El retornó se hizo en un silencio agradable, disfrutando de la

mutua compañía y saboreando sus planes futuros, Mary tenía la

sospecha que Jack no querría esperar para casarse y la verdad ella

tampoco. Tenía mucha curiosidad por la convivencia con un hombre,

Victoria bajaba a desayunar casi todos los días con una estúpida

sonrisa en los labios, ella también quería esa sonrisa y estaba

segura que con Jack, ella la tendría hasta más estúpida que su

amiga y señora.

Jack llevó el trineo con mucho cuidado a la entrada principal de

la mansión.

—Tendremos que entrarlo por aquí, Mary. Buscaré a varios

hombres. Te avisaré cuando el árbol sea colocado en el salón. —Le

dijo Jack ayudándola a bajar del trineo. La nieve había comenzado a

caer más copiosa, por lo que en silencio dio gracias por haber

podido llegar antes sin ningún contratiempo .

—Gracias Jack, los chicos estarán emocionados. Además

debemos apurarnos antes de que empiecen a llegar los invitados. —

le contestó Mary sin apartar sus manos de las de Jack. Ese beso le

había despertado la curiosidad…él había hecho cosas maravillosas

con su lengua y podría ser impropio pero ella quería más, debía

asegurarse de poner muérdagos por todas las puertas, Jack tendría

que darle otro de esos besos.

—Deja de mirarme así… porque te lo advierto Mary no soy un

caballero. —Jack la miró hambriento, con unas ganas enormes de

echarla sobre su hombro y encerrarse en la cabaña que el duque le

había asignado para su trabajo.

—Es que… tienes ahora un brillo muy especial en la mirada,

tienes unos ojos muy seductores señor Brown. —le susurró coqueta,

tentándolo al límite.

Jack respiró hondo sin contestarle. Le señaló las anchas

escalinatas en piedra sin atreverse a mirarla, Mary lo obedeció

mientras iba riéndose a carcajadas del efecto que sus palabras

tenían en su hombre. Jack se cruzó de brazos observándola subir

por las anchas escaleras que llevaban a la puerta de entrada. Se

veía hermosa con su capa roja y negra entre tanta nieve, la imagen

parecía un cuadro. Suspiró, no podía todavía creer que la había

besado, que él había sido el elegido, no se engañaba esa mujer

podría tener una mejor proposición de matrimonio que la suya, los

duques tenían la influencia necesaria para ayudarla a conseguir un

mejor partido. Si Mary le había escogido él, se aseguraría de que

jamás se arrepintiera de su decisión, lograría ser el hombre que ella

esperaba. La vida le estaba dando un gran regalo y él lo cuidaría

con mucho mimo.

Capítulo 5

Mary entró radiante al salón, ni siquiera se fijó en la mirada

inquisitiva de Henry, el mayordomo. Ahora sabía lo que era estar en

las nubes se sentía embriagada de dicha. Todo había salido mejor

de lo que había esperado.

—¡Aquí estas! —exclamó Victoria, poniéndose los brazos en la

cintura.

—Te dije que iba por el árbol, y ya verás lo hermoso que quedara

en salón. Es la mejor tradición que ha podido imponer el príncipe

Alberto, me hace mucha ilusión. —le dijo Mary sonriendo mientras

se quitaba la capa y se la entregaba a Henry que no podía ocultar la

sonrisa, toda la casa estaba alborotada por los preparativos de la

cena de Navidad, hacían muchísimos años que no se sentía ese

ambiente festivo y todos estaban alegres. No había duda que el

señor había elegido esta vez una duquesa a la altura del ducado de

Lancaster.

—Será fantástico para mis hijos, Mary. Especialmente porque los

Grafton y los Richmond han enviado su respuesta de confirmación.

Pensé que por la nieve y lo apartado que estamos de Londres no

asistirían tantos invitados. Prácticamente todos confirmaron su

presencia, entre ellos mi madrina Antonella. —le dijo levantando una

ceja. –Mary resopló sin ningún decoró.

—Sabía que la bruja no desaprovecharía la oportunidad de

tenernos a todos bajo un mismo techo por días rodeados de nieve.

—le contestó Mary sin importar que Henry estuviera presente.

—Henry, no te vayas… —Mary detuvo al hombre que ya estaba

de retirada. —avísale a las cocineras que la duquesa de Wessex ha

confirmado su asistencia, eso significa que la cocina debe estar en

todo momento impecable por algún motivo desconocido la bruja

demoniaca le gusta la repostería y la realidad es que tiene una

mano increíble para hacer los pudines y el bizcocho de ángel.

—No entiendo… —le dijo Henry confundido.

—Mi madrina entrara en la cocina a preparar esos postres,

Henry. Volverá a todos locos y desgraciadamente no podré hacer

nada… tendremos que tenerle paciencia. —interrumpió Victoria

llevándose una mano a la frente.

—Estaré pendiente excelencia, yo mismo ayudaré a la duquesa

me encanta la preparación de postres, avisaré al cocinero creo que

pondrá un poco de resistencia es muy celoso con la cocina. —el

mayordomo hizo una leve inflexión dejando a Mary Y Victoria con

las bocas abiertas.

—Ese hombre es de otro mundo Mary. —dijo Victoria

agarrándola por el brazo dirigiéndose a su saloncito privado.

—Deberíamos casarlo también. —le dijo siguiéndola.

—¡Cállate Mary! —le dijo Victoria girándose a mirarla

enfurruñada, a lo que Mary levantó los hombros en señal que le

daba igual lo que pensara su señora.

Victoria entró a la estancia y cerró la puerta, girándose hacia su

dama de compañía.

—¿Qué paso? Y no me digas que nada porque te conozco Mary,

tienes la expresión de un gato cuando toma mucha leche. Así que

no pienses que saldrás de aquí sin decirme que paso con el señor

Brown.

Mary no pudo evitar sonreír mientras daba saltitos como una

niña.

—¡Lo conseguí! Victoria. El señor Brown hablara con el duque

para formalmente pedir mi mano tengo que casarme

inmediatamente Victoria, hombres como Jack es mejor no dejarles

pensar en lo que se les avecina… y tú que me conoces sabes que

volveré loco al pobre hombre.

Victoria corrió para abrazarla a pesar de todo lo que decía Mary

estaba segura de que ella sentía algo profundo por el señor Brown,

su amiga, dama de compañía y hermana por decisión propia, jamás

se casaría con un hombre si no estuviese enamorada, y eso le lleno

de alegría.

—Me alegro mucho Mary, el brillo en tu mirada me dice que ese

es el hombre correcto para ti. Ahora lo mejor es esperar por

Alexander y hablar inmediatamente con el párroco del pueblo para

que los case de inmediato ¿qué te parece en Navidad? —preguntó

Victoria mirándola sonriente.

—¿Crees que se podría arreglar? Queda solo una semana.

—Estoy segura de que con una buena donación a la capilla el

padre no le pondrá peros a Alexander. —le dijo Victoria moviendo su

mano en el aire, restándole importancia a los pocos días que

faltaban para Navidad.

—Mejor nos sentamos y haces una lista de lo más importante.

Se me ocurre que podríamos oficiar la boda y luego el bautizo.

¿Qué piensas? —le preguntó Victoria mientras se acercaba al

escritorio a poner en orden las ideas “tal vez es cierto lo que dice

Mary hay que amarrar a ese hombre antes de que salga huyendo

“pensó Victoria, mientras le daba los papeles a su amiga y le

señalaba el tintero para escribir.

Un toque en la puerta distrajo al duque de Cleveland de la tarea

de revisar sus libros de contabilidad, se pasó la mano

distraídamente por su rubio cabello mientras colocaba con cuidado

la pluma en el tintero.

—Adelante —grito distraído.

—Lo siento señor, pero necesito algunas palabras con usted. —

Jack entró a la biblioteca, cerró la puerta con cuidado y se detuvo

frente al escritorio del duque.

—Siéntate, Jack. ¿Pasa alguna cosa con mi esposa? —preguntó

Alexander preocupado por la presencia del hombre, desde que lo

había contratado por recomendación de Richard, el conde de

Norfolk, su desempeño como guardaespaldas de Victoria había sido

impecable, Jack Brown era un hombre de pocas palabras pero se

notaba que dominaba muy bien su trabajo. Cuando había ido con la

preocupación a su amigo por la seguridad de su mujer, Richard le

había asegurado qué lo mejor era contratar un hombre que

estuviera familiarizado con la violencia y tuviese claro cómo debía

actuar en el caso de que su mujer estuviese en apuros, al parecer él

señor Brown había trabajado para los hermanos Brooksbank y no

era un secreto que los tres provenían de la clase social más baja de

East End.

—No señor, estoy aquí por otro asunto. —Jack se sentía muy

incómodo jamás pensó que tendría que pedirle la mano de una

mujer a un duque, no tenía idea de cómo se trataban estos asuntos

con un hombre de la posición social de su patrón, pero según tenía

entendido el padre de Mary era ya muy anciano y vivía en la

mansión de los duques de Sutherland. El deseaba casarse cuanto

antes. 'No puedo dejar escapar a Mary, está un poco loca; pero con

todo eso me gusta' pensó mientras buscaba las palabras correctas

para hablar con su jefe.

—¿Jack? —Alexander estaba intrigado, el hombre parecía

nervioso; pero debían ser suposiciones suyas.

—Estoy aquí señor, para pedir permiso para casarme con Mary

lo más pronto que se pueda… como sabe nosotros no

pertenecemos a la nobleza somos simples empleados; pero respeto

el cariño que la duquesa siente por ella. Y además quiero hacer las

cosas bien, Mary es una mujer especial. —Jack se haló el cuello de

la camisa sentía que le faltaba el aire.

Alexander se levantó de la silla y fue directamente al elegante

aparador de nogal a la derecha de su escritorio, de espaldas a Jack

no pudo evitar que una gran sonrisa se escapar de sus labios, el

pobre hombre se sentía como un imbécil pidiendo la mano de Mary

estaba seguro de que nunca había tenido ninguna relación seria en

su vida, que estuviera dispuesto a pasar por este momento tan

embarazoso confirmaba sus buenas intenciones. Sirvió dos

generosos vasos de 'whisky' y se giró para enfrentar al hombre que

se mantenía rígido en su silla. Le entregó el vaso que Jack aceptó

de buen grado necesitaba un poco de ayuda, que mejor que un

buen trago de un buen licor.

—Me imagino que Mary está de acuerdo con su petición. —le

dijo Alexander sentándose tras su escritorio.

—Sí señor, ella está enterada y la aceptó…tengo que ser

honesto no le pedí matrimonio más bien sé lo informe, pero Mary

sabe que no soy hombre de esos menesteres. —le contestó Jack.

—¿Cuáles son sus planes? Porque si algo doy por seguro es

que Mary no dejara a mi esposa atrás, la unión entre ellas es muy

fuerte de hecho Victoria se volvería loca sin ella, mi esposa tiene

una personalidad muy peculiar que solo Mary conoce… ella es

mucho más que una dama de compañía.

—Lo se señor, lo tengo muy claro yo tampoco deseo alejarla de

la duquesa, además me gusta el trabajo que tengo con usted

trataremos de llevar nuestro matrimonio sin que perjudique nuestras

labores.

Alexander lo miró pensativo, mientras meditaba en las palabras

del hombre.

—Tengo un pequeño 'cottage' en la parte norte de mis tierras

pertenecía a mi abuela, al parecer se iba por semanas y dejaba a mi

abuelo solo aquí, ha estado solo por años, no es muy grande pero

para ustedes con su familia futura estará muy bien. Será nuestro

regalo de bodas enviaré a preparar los papeles de inmediato para

transferir la propiedad a ustedes y por supuesto a su descendencia.

Cuando estemos en Londres ocuparan unas habitaciones en el ala

este de la casa que están vacías, me ocuparé de que sean

habilitadas…por supuesto ustedes podrán hacer los cambios que

deseen. Lo importante es tenerles cerca, ya ambos forman parte de

nuestra familia.

—No sé qué decirle señor, usted sabe que puedo comprar una

propiedad. —Jack lo miró con duda.

—Lo se Jack, pero necesito tenerte cerca especialmente en

Londres. —le dijo Alexander sonriendo, no se había sorprendido por

la petición de Jack, se había dado cuenta de algunas miradas del

hombre hacia la dama de compañía de su mujer, cuando pensaba

que nadie lo observaba. Jack Brown era un hombre que había

luchado por lo que tenía, según sus informes era el mayor de tres

hermanos, los otros dos trabajaban para los hermanos Brooksbank,

miro su vaso y suspiro al parecer los Brooksbank se habían cruzado

en sus vidas para quedarse, todavía no sabía que podía esperar de

esa nueva amistad, su esposa estaba muy encariñada con 'lady'

Kate así que tendría que relacionarse con Nicolás Brooksbank, le

gustase o no, sin embargo, al igual que muchos de sus congéneres

era un hombre que le gustaba hacer su propia opinión de las

personas y esperaría a conocer mejor al hombre para tener una

opinión más clara.

—Vamos Jack, haremos una visita al párroco del pueblo para

que oficie la ceremonia cuando mi esposa lo determine, porqué

seguro está haciendo planes, me imagino que sabrás que se

esperan muchos invitados, y seguro aprovecharan la presencia de

ellos en la mansión.

—Pero señor nosotros somos gente sencilla. —le contestó Jack

incómodo, él hubiese preferido algo sencillo y por supuesto rápido.

—Mary es más que una simple dama de compañía para mi

esposa, te daré una paga extra por soportar toda la miseria que te

espera, porque cuando lleguen las otras amigas de la duquesa no

pienso salir de esta biblioteca ni amarrado, es demasiado Jack.

Jack no pudo evitar sonreír, la duquesa era mucho más joven

que su patrón y aunque hacían una buena pareja lo cierto es que lo

comprendía, había visto a la señora con sus amigas y eran un

verdadero problema, se metían en todo tipo de problemas absurdos

y a excepción de la que se llamaba Isabella las otras no sabían

dónde se metían, muchas veces Jack tuvo que detenerlas,

consiguiendo malos gestos, de seguro le odiaban.

—Mejor vamos antes de que ellas lleguen, usted tiene razón

deberé estar atento a todas. —le contestó Jack poniéndose de pie,

esperando por su señal.

Capítulo 6

—¡Oh, por dios! Ha quedado hermoso. —exclamó Victoria

extasiada mirando el árbol que los hombres habían colocado en el

salón principal, lo habían ubicado estratégicamente entre dos

ventanales, ellas le pondrían los adornos.

—Yo pondré la estrella allá arriba. —dijo Carl mirándola

esperanzado.

—¿Qué crees Mary? Si dejamos a mis hijos adornar.

—Me parece perfecto, jóvenes aquí las cajas de adornos, tengan

cuidado al colocar los adornos de arriba.

Victoria asentía, radiante cuando escucharon a sus espaldas

unos gritos conocidos ambas se giraron a la vez, para ver a sus

amigas Jane e Isabella entrar sonriendo.

—Por fin llegamos Victoria. —Jane la abrazo —creímos que la

nieve no nos dejaría. —se separó mirándola suspirando aliviada.

—Me alegra ya estar aquí. —se acercó Isabella para besarla.

—Señoritas que grato volver a verlas. —las saludó Mary

mirándolas disimulando su fastidio.

—No es cierto Mary, pero tendrás que soportarnos hasta que nos

vayamos de este mundo no pensamos apartarnos de Victoria. —le

dijo Jane haciendo un morrito con la boca. Lo que llevó a Mary a

respirar hondo sin importarle que fuesen las mejores amigas de su

señora.

—Si ustedes están aquí seguro se acercan más invitados, es

mejor avisar al ama de llaves, con su permiso señoritas le harán

traer una bandeja de té y tarta de ángel recién horneado. —Mary se

alejó sin esperar respuesta, las mujeres la vieron alejarse sonriendo

ante la aptitud de la mujer.

—Tenemos que hacer algo para que confié en nosotras. —dijo

Isabella girándose a mirar a las otras dos mujeres.

—Olvídalo, Mary jamás confiara en que seremos una buena

influencia para Victoria y la realidad es que no lo somos. Es mejor

dejarla y rezar para que no envenene los dulces que nos trae. —dijo

Jane guiñándoles un ojo y girándose hacia los jóvenes que

entusiasmados colocaban los adornos. Para sorpresa de sus

amigas comenzó a dar palmaditas brincando alrededor del árbol.

—'Milord' ¿me dejaría poner el ángel? —le preguntó a Carl

haciéndole ojitos a lo que el joven se sonrojó mirando a su madre,

pidiendo ayuda. —Victoria se acercó a su hijo, tratando de

permanecer seria, Jane era incorregible.

—Querido cuando una dama te pide algo de esa manera…pues

como caballero debes cederle la oportunidad. —Victoria vio como

George levantaba una ceja en total desacuerdo con su madre.

—Está bien milady —ledijo Carl todavía sonrojado.

Sorpresivamente Jane se acercó y le planto un beso sorpresivo en

la mejilla dejando al joven descolocado.

—Tienes un hijo encantador Victoria…

—Porque mejor no te subes a la escalera, y dejas a mi hijo en

paz. —le advirtió Victoria con la mirada.

—¡Oh, está bien! —se giró de deprisa entusiasmada con la idea

de poner el ángel.

—Está quedando hermoso. —Isabella se acercó tomando uno de

los adornos en cristal, buscando un lugar estratégico donde

colocarlo desde que había entrado en la mansión había percibido

ese olor especial a Navidad, nunca había participado de una

celebración como esta y se sentía agradable. Los olores eran

maravillosos.

—Mary fue por el árbol, estoy entusiasmada con mi primera

Navidad como duquesa de Cleveland, tengo muchas cosas por las

cual celebrar. —Victoria le sonrió a Isabella mientras le alcanzaba

otro de los exquisitos adornos navideños.

—Cuidado Jane —Isabella dejó el adorno, y miró a Jane

preocupada al verla subir tan rápido las escalerillas eran de madera

y no parecían tener mucho soporte.

Victoria se agarró a Isabella inconscientemente, mirando a Jane

azorada desde esa posición se le veían las pantorrillas.

—Carl, George vayan a esperar a los Richmond estoy segura de

que los duques de Grafton estarán por llegar. —Carl y George

asintieron distraídos mirando a Jane como subía por las escalerillas

—. ¿Carl? —insistió Victoria.

—Si…madre. —Victoria los tomó a ambos por las manos y los

sacó a regañadientes del salón mientras Isabella no se atrevía a

respirar si Jane tropezaba no podrían hacer mucho por ella.

Victoria regresó en silencio, con miedo de distraer a su amiga

que en esos momentos se encontraba sujetando al ángel de la rama

que estaba en el pico del árbol, la muy insensata estaba

moviéndose como si estuviera en el suelo, se acercó a Isabella que

inmediatamente que la sintió se giró con un dedo frente a los labios,

indicándole que callará, le asintió y ambas levantaron la mirada para

seguir los movimientos de Jane. Victoria jamás recordaría lo que

sucedió en ese instante, todo fue tan rápido que ni Isabella ni ella

tuvieron tiempo para reaccionar. De pronto vieron con horror como

la escalerilla se separaba del árbol, y Jane quedaba casi en el aire

la sombra de un rayo paso frente a ellas y cuando el grito salió al

unísono, Jane estaba abrazada al conde de Norfolk como si la vida

dependiera de ello. Victoria estaba tan conmocionada por la absurda

situación que no se dio cuenta cuando hicieron entrada los demás

caballeros en el salón.

—¿¡Dios mío estas bien!? —preguntó Victoria Agarrada a

Isabella que por primera vez se quedó sin habla.

Richard sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, habían

decidido ver el árbol del cual Alexander les estaba hablando antes

de pasar a la biblioteca. Y nunca olvidaría el horror que sintió a ver a

su valquiria aferrarse en el aire a las ramas del árbol, por instinto se

abalanzó hacia ella para intentar que la caída fuera menos

aparatosa. Él la pegó más a su pecho sentía el rostro de ella

sepultado en su cuello, estaba temblando y un sentimiento

desconocido de protección le embargo el cuerpo. Esta era su mujer

ya lo tenía asumido. Una niña de dieciocho años había llegado para

arrasar toda su estabilidad emocional y obligarlo a replantearse

decisiones que había tomado a lo largo de los años.

—Justo a tiempo —la voz de Eduardo duque de Northumberland

se escuchó al fondo del salón. —Alexander asintió todavía lívido por

la impresión de ver a la amiga de su esposa caer desde esa altura.

—¿Victoria? —Alexander se acercó abrazándola.

—Es muy testaruda, esposo…sabía que algo pasaría.

Mary entro mirando alarmada al conde que no soltaba a Jane.

Sin preguntar se imaginó lo que había pasado.

—'Milord' podría seguirme, es mejor llevarla a su habitación.

Mary se acercó a Richard quien asintió y sin decir nada siguió a

la mujer. Para sorpresa de todos Jane no levantó la cabeza del

hombro del conde su cabello blanco se había escapado del recogido

y le caía por el brazo al hombre como una cascada.

Victoria e Isabella se giraron para seguir a Mary; pero Alexander

las detuvo.

—Dale tiempo esposa, esperen mientras Richard la deja en la

habitación. —les dijo mirándolas sin esperar replica. Victoria asintió

intercambiando mirada con Isabella que también estaba sorprendida

con la orden del duque.

—Señora, señorita —saludó el duque de Northumberland a las

dos mujeres acercándose al grupo.

—Excelencia es un placer volverle a ver, espero que disfrute su

estancia con nosotros. —le saludó Victoria todavía aturdida con lo

que había ocurrido.

—Hacía tiempo no festejaba la Navidad es un cambio grato.

—¡No puedo créelo! ¿Usted aquí? —Interrumpió

intempestivamente 'lady' Carina Wellington. —Acercándose con

dificultad al caminar. —será posible que me encuentre su horrible

mascara en todos sitios. —siguió atacándole sin misericordia

mientras su prima Victoria se ponía una mano en la frente. 'Maldita

Mary y sus invitados' pensó casi a punto de un desmayo.

—'Milady' creo que no tenemos la suficiente confianza para

hablarme en ese tono. —respondió Eduardo acercándose más de lo

debido e ignorando por completo la mano de Lex en su brazo para

detenerlo.

—Tonterías 'milord' si tiene alguna queja le sugiero hablar con mi

padre el duque de Wellington. —le contestó levantando los hombros

en un gesto totalmente fuera de lugar para una dama de su posición

social.

—¿Duque de Wellington? ¿Es usted hija de ese hombre tan

honorable y respetado? —le preguntó sin esconder su sorpresa.

Carina cruzó los brazos y lo miró con burla.

—No me parezco en nada a mi padre milord, téngalo presente.

—¡Basta Carina! Su excelencia no ha hecho nada que merezca

tú comportamiento. —Victoria intervino mientras los demás no sabía

que decir para terminar la disputa.

—Claro que ha hecho, se esconde detrás de esa mascara y

prácticamente no tiene nada a excepción de un ojo hueco y el muy

insufrible luce varonil y elegante, en cambio mi pierna si esta

deforme no puedo bailar, galopar como siempre he deseado, hacer

muchísimas cosas más y no la estoy ocultando. —Terminó

fulminándole con la mirada—. Nos vemos en la cena prima. —se

giró y los dejo allí a todos sin poder refutar su punto de vista en

especial Eduardo que se llevó la mano a la máscara.

—Te espero en la biblioteca Alexander. —Eduardo hizo la

inflexión de rigor y salió contrariado hacia la biblioteca necesitaba un

trago. 'Podrá tener la pierna deforme… pero es realmente hermosa'

pensó mientras se alejaba.

—Esposo… —Victoria a su lado no se atrevía a mirarle, él había

hablado de una Navidad tranquila con solo los parientes más

allegados, y al parecer tendrían un sin número de fieras bajo un

mismo techo.

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