Un marido para Mary en Navidad parte 02

 —Luego mi niña… esta celebración me dará urticarias, prepárate

esposa luego de terminada necesitaré unos días de tranquilidad nos

iremos a Escocia. —le dijo Alexander antes de alejarse olvidándose

por completo de Isabella que estaba al lado de su mujer.

—Por lo menos me dijo mi niña…eso es buena señal. —susurró

Victoria más para sí misma.

—¿Viste cómo reaccionó el conde? —le preguntó Isabella

mirando el Ángel en lo alto del árbol.

—Esos dos tienen algo Isabella… y si es así me alegró por Jane.

—le contestó Victoria acercándose al árbol estaba hermoso a pesar

del susto. El ángel se veía espectacular en lo alto. El salón se sentía

diferente con la presencia del árbol navideño.

—Por cierto Isabella, se me olvidó mencionarte que los señores

Brooksbank han confirmado su presencia, esperó con ansias poder

hablar con Kate.

—¿Lucían vendrá? —Preguntó sorprendida por qué le constaba

que este no era el ambiente de la serpiente, más bien lo imaginaba

en su oficina divirtiéndose con alguna fucsia.

—Si para mi sorpresa ambos estarán aquí, mi marido y el conde

de Norfolk tienen negocios con ellos…y madre quedo muy

impresionada con la entrada a la iglesia del duque de Saint Albans

escuché como le comentaba a padre que ya era tiempo de que

regresará a integrarse a la sociedad a la que pertenecía que lo que

le ocurrió fue una desgracia pero que él no tenía la culpa.

—¿Sabes lo que ocurrió? —preguntó interesada, había visto al

hombre y tenía una presencia oscura a ella le dio repelús…y sabía

que no era una mujer fácil de impresionar; pero el aura de ese

hombre lo había hecho.

—No, la verdad es que no he querido preguntarle a mi marido,

estoy segura de que debe de saber la historia al igual que mis

hermanos… el duque de Saint Albans era el mejor amigo del único

hijo de mi madrina Antonella que está desaparecido hacen muchos

años… estoy segura de que el exilio voluntario de él y la

desaparición de André está relacionada. —le contestó Victoria

pensativa.

Ambas mujeres estaban frente al árbol de espaldas a la entrada

del salón, por ello no se dieron cuenta de la cara de angustia de la

duquesa de Wessex al escuchar el nombre de su hijo.

Capítulo 7

Jack miraba con interés la llegada de los invitados, al parecer la

mayoría de ellos, ostentaban el título de duque o duquesa. No

estaba acostumbrado a estar entre esta gente pero observando a

Mary no tenía dudas de que a ella le era muy familiar, le asombrara

con el desparpajo que se dirigía hacia algunas damas.

—¡Jack! Se acercan varios carruajes todos tirados por caballos

impresionantes. —se le acercó corriendo uno de los mozos de la

caballeriza, los tenía a todos trabajando en el cuidado de los

caballos, no quería que nada saliera mal, había visto la felicidad de

Mary mientras el cortaba el maldito árbol, había tenido que hacer un

gran esfuerzo para cortarlo, estaba seguro de que le saldrían

ampollas en las manos pero había valido la pena. Antes no se había

preocupado por nadie más que por sus hermanos, y ahora no podía

sacarse a esa deliciosa mujer de su mente, su futura esposa era

una caja de sorpresas, y eso a él le encantaba le hacía recordar la

personalidad de su abuela, una mujer con muchas personalidades

pero con un corazón de oro, Mary era así, el respeto, la lealtad y el

cariño con los que trataba a la duquesa eran prueba de ello, y esa

cualidad en su futura esposa le agradaba sobremanera.

—Deben ser los hermanos Brooksbank, alerta a los otros mozos

no quiero que interfieran con los hombres que los acompañan,

déjenlos pasar libremente a las caballerizas y no pregunten

absolutamente nada… esos hombres no son simples lacayos. —el

mozo asintió nervioso y salió corriendo para avisar a sus

compañeros de labores.

Como lo había sospechado, el ruido de varios carruajes le hizo

girar la cabeza al camino de la entrada principal de la mansión,

como había dicho el mozo era impresiónate verles venir, no había

duda qué los Brooksbank no se estaban privando de nada, los

carruajes eran más grandes de lo usual todos en un reluciente

negro, al igual que los caballos. Jack se acercó esperando por los

hombres. Inmediatamente reconoció a dos de los hombres que se

bajaron para abrir la puerta, ambos eran de cuidado.

—Nunca pensé verte en una celebración como esta. —Jack se

acercó a buitre sonriendo, le tendió la mano; pero buitre lo abrazó.

—Me alegro que estés bien. —le dijo buitre.

—Me gusta trabajar con el duque…es un cambio, además antes

que te enteres por otro pues quiero anunciártelo yo.

—Dímelo a mí también, Jack. —se acercó Lucían abrazándolo

—maldita nieve —Lucían miro a su alrededor —pero se está muy

bien por aquí.

—¿Que ibas a decirme Jack? —Lucían lo miro también

interesado en la conversación.

—Me casaré el dia de Navidad con la dama de compañía de la

duquesa…y bueno ya que los dos están aquí me gustaría buitre que

fueses mi padrino. no pertenezco a esta gente y aunque el señor

duque me prometió que sería algo íntimo, la mansión está llena de

nobles, joder hermanos yo soy del East End a mucha honra, aunque

la Mary se rodea desde siempre entre ellos, yo nunca me sentiré

parte. —les dijo Jack contrariado rascándose la cabeza.

Lucían y buitre le miraron sonriendo.

—¿Piensas que nosotros sí? —le preguntó buitre sin esperar

respuesta. —no Jack, somos hombres que tuvimos que aprender a

nadar en la mierda, a sobrevivir al horror real de ver la muerte frente

a nosotros cada noche, nosotros tampoco nos sentiremos parte de

esta gente jamás; pero tenemos que respirar otros aires…y

asegurarnos que nuestras arcas sean cada vez mayores, hemos

sacrificado demasiado para detenernos ahora. —buitre le palmeó el

hombro. —seré tu padrino, será un honor, mucha veces guardaste la

espalda de mis hermanos. —Lucían sonrió dándole otra palmada.

—Felicidades hermanó. Estaré allí acompañándote será un

honor. No sé porque tengo el presentimiento que las vidas de todos

van a cambiar.

—Lucían dale la noticia a Jefferson y a Carlson…el duque me

acaba de informar de un viaje a escocia, así que tardare en regresar

a Londres.

Los hermanos asintieron conformes mientras se giraban a dar

órdenes a sus hombres, y en el caso de buitre ayudar a su esposa,

Jack la observó desde la distancia era una joven muy hermosa, pero

parecía frágil para ser la mujer de un hombre como lo era su antiguo

jefe. Cuando se iba a dar la vuelta para ir por Mary vio a una joven

bajar de uno de los carruajes, no pudo evitar sorprenderse al

reconocer el inusual color de pelo, no podía ser otra que la pequeña

Juliana.

—Joder —murmuró —habrá problemas esperó que a ninguno de

estos lores se le ocurra mirarla dos veces seguidos.

—¿Qué sucede, Jack? —lo interrumpió Mary apareciendo de la

nada, con un vaso de 'whisky' se lo entregó sin más mientras seguía

interesada la mirada de su prometido.

—¿Quién es la joven? —Preguntó Mary con voz acerada.

—No vayas por esos pensamientos mujer, a esa joven la acune

muchas veces y le di de comer. Es la hermana de los hermanos

Brooksbank nació muchos años después de Lucían, su madre murió

dándole a luz y ellos tuvieron que hacerse responsable… si la

observó es porque el buitre la envió a un internado desde los ocho

años para mantenerla a salvo, y estoy preocupado por la presencia

de tanto hombre soltero.

—Es una belleza… y mira que yo he visto a damas

verdaderamente hermosas… las arpías amigas de Victoria son el

ejemplo.

Jack se tomó el 'whisky' de un solo trago y sonrió ya se había

dado cuenta de la antipatía que Mary sentía por las dos mujeres.

Pero era cierto eran dos mujeres verdaderamente hermosas,

recordó la impresión que tuvo al ver la cabellera de “lady “Jane era

muy inusual tener el cabello tan blanco.

—Esperó que esos caballeros sepan comportarse. —le dijo Jack

entregándole el vaso.

—Falta el marqués de Lennox, ese hombre es de temer creo que

ha estado con todas las viudas de Londres. —le dijo sin apartar la

vista del grupo de invitados que ya subía por las elegantes

escalinatas de la entrada principal, los esperaba Henry dándoles la

bienvenida.

—Esperemos que el marqués no sea tan imbécil como para

pretender jugar con la hermana de los Brooksbank…ahora Mary a lo

que nos importa, vamos algún lugar donde te pueda dar un buen

beso con sabor a 'whisky'.

—Más respetó señor Brown que todavía no he dicho sí. —le dijo

Mary cruzando los brazos mirándolo coqueta.

—El señor me llevó con el párroco y aceptó casarnos el día de

Navidad. —le soltó Jack dejándola con la boca casi llegándole al

estómago por la impresión.

—Pero ¿Cómo conseguiré un traje de novia? Es muy poco

tiempo Jack.

—Te pondrás uno de tus vestidos mujer, pero de que nos

casamos en cinco días nos casamos. Yo no soy como esos

caballeros, yo tengo que tener las manos encima de mi mujer y no

me voy a reprimir. —Le dijo contrariado de tener que cambiar la

fecha después que el duque debió de usar toda su influencia para

convencer al párroco. Estuvo a punto varias veces de sacar la

pistola y amenazar al hombre para que oficiara la ceremonia.

—Quiero un vestido de novia como dios manda Jack, esta será

la única vez que daré el sí, porque seguro tu vivirás muchos años,

quedaré viuda cuando esté hecha una pasa y ya no podre buscarme

otro marido. ¡Quiero mi vestido! —le insistió pateando el piso

mirándolo como lo que era una arpía de lo peor.

—Busca tu abrigo iremos a la costurera del pueblo, es la madre

de uno de los mozos de la caballeriza y habla muy bien de su

trabajo. —Mary sonrió de oreja a oreja y se giró para buscar el

abrigo, pero para sorpresa del hombre se giró sorpresivamente

acercándose y le salto al cuello abrazándolo y dándole un sonoro

beso en la mejilla antes de salir corriendo en busca de su abrigo rojo

que tanto a él le gustaba, se tocó la mejilla con una sonrisa estúpida

en los labios, esa mujer seria su ruina. Se fue deprisa a su cabaña

por una bolsa llena de chelines, se sentía bien al pensar en pagar su

vestido de novia, aprovecharía para regalarle otros más. No quería

que su mujer la vistiera otra persona él tenía el dinero necesario

para que su Mary se viera muy bonita.

Mary salto al pequeño carruaje que Jack tenia para los

mandados del duque, en Londres usaba uno igual.

—Ven aquí mujer ¿para qué piensas que me traje este carruaje

con un lacayo? —le señala sus piernas y Mary levanto una ceja,

ante la impúdica invitación.

—Creo señor Brown que no me entendió cuando le dije que no

entraría a mi huerto sin pagar antes. —Mary ladeó la cabeza, estaba

sentada frente a él que prácticamente cogía todo el sillón del

carruaje.

Jack la miro sonriendo, para sorpresa de la mujer se fue

deslizando hasta el piso sentándose entre sus piernas, lo miro

confusa pero cuando sintió las manos del hombre subir por sus

tobillos 'estoy en problemas' pensó mientras sentía que el cuerpo se

le erizaba todo. Jack la miro con los ojos entrecerrado mientras veía

como Mary se mordía el labio inferior mientras le dejaba hacer.

Subió su mano por la rodilla done encontró su calzón, el hombre

sonrió, mientras le hacía separar las piernas.

—Señor Brown no creo tener nada que le interese debajo de mi

vestido… ¡oh por dios! Madre santísima. —Jack estaba acariciando

su centro sobre la tela, pero la sensación le había enviado una

descarga que la lleno de anheló.

—Siga rezando le aseguro que la haré ver a la mismísima virgen

aquí abajo, solo deme unos segundos. —ella asintió mirándolo

aturdida.

Jack se sacó un cuchillo de su bota y sin dejar que Mary

reaccionara le dio un corte al calzón arrematando lo con la mano,

cuando la mujer escuchó el desgarre de la tela, se quedó lívida de la

impresión, momento que aprovecho Jack para lanzarse al ataque y

chupar con ansias los jugos de Mary. Los suspiros del hombre se

oían entre sus piernas, su boca totalmente abierta abarcando

prácticamente toda su intimidad, frotaba su cara zambulléndose sin

piedad. Mary se agarró a su cabeza y jadeó con los ojos muy

abiertos por lo que Jack estaba haciendo, sabia de esta práctica

pero nunca pensó que se sentiría de esta manera.

—Ave maría purísima —susurró la mujer, casi perdiendo el

conocimiento.

—Con mucho pecado concebido. —contestó Jack entre sus

piernas—, que bien sabes… —continuó el sin apartarse,

embriagado por tenerla así, era un hombre maduro, no se iba a

reprimir en darle una buena probada a su mujer, porque ya la veía

de esa manera.

Jack sintió el momento exacto en el que un fuerte orgasmo

arrasó con la mujer su grito se tiene que haber escuchado a millas

de distancia. Su rostro se llenó de su esencia la cual tomo con

placer morboso, la lamió hasta estar seguro que la había tomado

por completo. Sin ninguna prisa le bajo el traje y se sentó frente a

ella. Con una sonrisa socarrona buscó en su abrigo un pañuelo y sin

apartar la mirada de ella quien se había quedado muda, se limpió la

cara. Suspiro de manera teatral, regresando su pañuelo al bolsillo

cruzo los brazos en su pecho y espero pacientemente a que lo

mandaran a la mierda.

Mary se llevó las manos a su recogido, revisando que todo

estuviese en su lugar, aliso su falda sin ninguna prisa y levantó la

barbilla con impertinencia, levantó un dedo para señalar al hombre

frente a ella.

—Quiero que hagas penitencia cada vez que estemos enojados,

deberás estar arrodillado mínimo una hora para ganar mi perdón.

Ahora fueron las carcajadas de Jack las que se escucharon a

millas de distancia estaba seguro de que su Mary se aseguraría que

estuviese de arrodillado muy seguido.

Capítulo 8

La costurera los recibió con mucha hospitalidad, le preguntó a

Mary por la nueva señora quien estaba en boca de todos, el pueblo

estaba muy feliz por el duque todos habían lamentado la muerte de

su primera esposa.

—Una semana es muy poco tiempo, pero tengo un vestido que

lo hice y nunca vinieron por él, si desea se lo muestro y le hacemos

los ajustes necesarios.

—Déjeme verlo, sería maravilloso si fuese de mi talla. —le dijo

Mary esperanzada a la mujer.

La costurera se acercó a un armario y con mucho cuidado sacó

una caja la puso sobre la única mesa de la humilde casa de piedra,

al apartar el papel que protegía el vestido Mary soltó una

exclamación de gusto, el corpiño era hermoso delicado.

—Prométame, que hará lo imposible para que me sirva. —le dijo

tocado el vestido con reverencia.

La costurera sonrío la dama de compañía de su señora era una

mujer muy agradable.

—Se lo mencioné porque la joven que lo encargo tenía su misma

talla no creo que tengamos que alterarle nada. Ahora vaya detrás de

ese biombo que me construyo mi hijo para las clientas y desnúdese

la ayudaré a ponerse el vestido.

Mary corrió a seguir las indicaciones de la mujer, rápidamente se

deshizo del abrigo y se sacó el vestido, al mirarse los calzones no

pudo evitar sonrojarse, quien la mandaría a pensar que Jack era

como esos lores fríos y pagados de sí mismos, ese hombre era de

otro material no se andaba con rodeos y cuando se le metía una

idea en la cabeza no había quien lo apartara de ella, era mejor que

fuera aprendiendo que a Jack Brown no podría manejarle con el

dedo meñique, se lo había demostrado en el carruaje haciéndola

relinchar como si fuera una mismísima yegua. 'Pero que bien lo

hace… que lengua más santa tiene' pensó poniendo los ojos en

blanco ante sus impúdicos pensamientos. Sin perder más el tiempo

llamo a la costurera, que al ver los calzones desgarrados levantó

una ceja mirándola, Mary se hizo la desentendida y extendió las

manos para que le fuese colocando el vestido, como había predicho

la mujer le quedo perfecto, solo tendría que darle unas puntadas en

el corpiño, para ajustarlo a los pechos de Mary que eran más

pequeños. La costurera les prometió que lo tendría listo en dos días

y que ella misma lo llevaría a la mansión junto con el velo para que

ella no tuviese que preocuparse. Mary no había querido que Jack

entrara con ella, a pesar de todo era muy fiel a las tradiciones, y el

traje no lo vería hasta el día de la boda. Jack no se movió de allí

hasta que no le hizo un pedido a la costurera de varios vestidos más

para su futura mujer, lo que encantó a la costurera, seria de mucho

beneficio para ella que la dama de compañía de la duquesa vistiera

los vestidos hechos por ella.

Regresaron rápidamente a la mansión, Jack no dejaba de

acariciarle la mano disfrutando de la intimidad que el carruaje les

brindaba. La pareja se despidió en la entrada trasera de la casa,

Mary entró sonriente a la cocina, estaba tan distraída en sus

pensamientos, que fue muy tarde cuando se dio cuenta de la

presencia de la duquesa de Wessex en la habitación.

—Por fin aparece la dama de compañía de mi ahijada. —dijo la

duquesa si levantar la mirada de la tarta de frutas que estaba

preparando. Mary la miró sin alterarse ante la puya del cometario.

—Es un placer volver a verla excelencia.

—No seas mentirosa muchacha, seguro estabas rezando para

que no confirmara mi asistencia, pero aquí me tienes.

—Al contrario usted es tan dulce, tan gentil y delicada que la

hubiésemos echado mucho de menos. —le contestó Mary

quitándose el abrigo y mirándola con una sonrisa falsa.

—Espero que tu futuro marido te ponga en cintura ya que tu

amoroso padre jamás pudo. —le espetó la duquesa dejando de lado

el disimulo.

—¿Cómo sabe que me voy a casar? —le preguntó Mary,

fijándose en la palidez del mayordomo al lado de la mujer.

—La casa esta alborotada porque una simple doncella…ahora

dama de compañía se casa, y lo que es el colmo tendré que asistir a

su ceremonia. —le espetó, mirándola con suficiencia. Henry a su

lado carraspeó incomodo con la conversación.

—Será un placer tener su elegante trasero entre los invitados

excelencia. —le respondió Mary dulcemente, acercándose más a la

mesa donde la duquesa está elaborando sus postres. —Sin

embargo, pienso que usted debería estar agradecida excelencia…

—la mujer la miró frunciendo el entrecejo.

—¿Agradecida? —preguntó extrañada.

—Sí, porque al que yo le tenía el ojo puesto era a su hijo

Andrés… usted me conoce sabe que siempre obtengo lo que me

propongo… estoy segura que se hubiese ido a la tumba mucho más

joven su gracia, me debe el favor. —Terminó Mary en tono burlón

metiendo el dedo en la crema chantillí, llevándose un buen bocado a

los labios. —se giró para salir; pero antes de llegar a la puerta no

pudo evitar molestarla de nuevo. —es un misterio como una bruja

clasista con una lengua tan afilada puede tener tan buen toque para

las tartas.

Antonella la vio salir, y se quedó pensativa ante lo que había

escuchado.

—Esa arpía tiene razón, muchas veces sorprendí a mi hijo

espiándola, mientras estábamos de visita en la mansión de los

duques de Sutherland… se me revuelve el estómago de solo pensar

ligar mi sangre con la de esa bruja metomentodo. —Henry la miró

de reojo y se mordió la lengua para no dar su opinión, la dama era

un dolor de cabeza desde que había llegado no habían tenido paz,

ya su señor se lo había advertido pero la realidad era mucho peor, la

duquesa peleaba hasta con su sombra, lo único que la tranquilizaba

era hornear, suponía que en esa labor estaba el único lado bueno

de su personalidad porque los postres eran una delicia hasta el

cocinero estaba impresionado con el despliegue de sabores.

Mary se dirigía al saloncito privado de Victoria cuando fue

interceptada por “lady “Isabella. Mary la miró sorprendida cuando la

agarró por un brazo mirando a su alrededor buscando alguna cosa.

—¿Se puede saber que le pasa? —suspiró exasperada por la

cara de demente que tenía la joven.

—No quiero que nadie escuché.

—Desde ya es no.

—¿Cómo sabes que te voy a pedir algo? —le preguntó Isabella

sin soltarla.

—La señorita Jane y usted milady, no piensan nada bueno, las

dos son dos potras desbocadas que siempre andan metidas en

problemas. —le dijo señalándola con el dedo.

—Es cierto nos gusta la aventura…pero en mi caso soy más

decidida Mary. —le contestó de manera cínica. —necesito saber

dónde está la habitación del señor Brooksbank, estoy segura que

tienes la información.

—¿Del casado? ¿Se ha vuelto loca? —Mary abrió los ojos sin

poder creer tal descaró.

—Por supuesto que no Mary, hablo de Lucían Brooksbank. —le

hizo un puchero, que a Mary le pareció de lo más ridículo, era una

joven tan hermosa que el puchero más bien parecía una mueca de

un payaso.

—¿Saben lo que se murmura de las pelirrojas? —le preguntó

irónicamente Mary mirándola de soslayo.

—Todavía no se lo apasionada que podre ser, pero de eso se

trata Mary de buscar el mejor candidato y Lucían tiene…

—Tiene cara de un hombre que cena mujeres señorita… pero

allá usted ya luego no venga con lamentos, cuando le muestren la

verga sobre una mesa cualquiera. —Isabella abrió la boca por la

sorpresa al escuchar las palabras tan atrevidas de la mujer.

—¡Mary! —la regañó.

—La habitación está en el ala oeste justo al final del pasillo a la

izquierda es la última habitación y no tiene ninguna otra cerca…a mí

no me engañan señoritas, las conozco mejor que mi señora…y no

debería mencionarlo pero le haré el favor al aconsejarla, use un

lubricante en su entrepierna ese irlandés seguro lo tiene del tamaño

de un caballo y la dejara echa un asco. Como sabe trabajo los

aceites de baño para mi señora y alguna de sus amigas…podría

hacer algo para usted…con aceite de clavo porque seguro no la

dejaran dormir en años milady —Mary le sacó la mano de su brazo y

dejo a Isabella allí sin poder creer todavía en las palabras dichas por

la mujer. '¿Lubricante?' tendré que confiar en ella…, pensó mientras

se dirigía a la habitación de Lucían.

Capítulo 9

Lucían se movía como un león enjaulado por la habitación, no

había querido hacer este viaje, pero sabía que buitre necesitaba

apoyo, aunque no se lo había pedido el más que nadie sabía que su

hermano estaba haciendo un gran esfuerzo al estar bajo un techo

desconocido, con personas totalmente ajenas a ellos, de los tres

había sido Lucían el que se movía en los círculos sociales de la

burguesía, ni siquiera él lo hacía, no tenía interés en ello. Ahora no

solo tenían que involucrarse, sino que su hermano había contraído

nupcias nada menos que con la hija de un duque. Eran demasiados

cambios y hasta él se sentía inquieto, había enviado una carta a

Lucían para que regresara, pero recibió una escueta respuesta

donde su hermano Lucían donde le decía que los negocios allí

necesitaban a uno de los tres…tenía el presentimiento que Lucían

ya no regresaría a Europa, tenía razón América era un continente

donde hombres como ellos tenían una verdadera oportunidad, sería

estúpido que no lo aprovecharan, las cuentas bancarias de los

negocios en esas tierras eran astronómicas, estaban asegurando el

futuro de su descendencia, en eso buitre era casi un paranoico, pero

lo entendía su hermano había estado días sin comer para que ellos

tres se alimentaran…demasiada mierda para un chico de siete años.

Se quitó de mala manera el pañuelo del cuello. Y se abrió la camisa,

levantó su cabeza de golpe, al sentir que alguien abría la puerta sin

tocar, no pudo evitar una sonrisa cuando vio entrar a la pelirroja que

sin pedir permiso se sentó en la única butaca de la habitación.

—¿Puedes estar aquí? —le preguntó poniéndose las manos en

la cintura, mirándole el corpiño sin ningún disimuló.

—No —le contestó mirándolo con desfachatez de la cabeza

hasta los pies.

—¿miras así a todos los hombres, pelirroja? —le preguntó en un

tono celoso que hizo sonreír a Isabella.

—No, pero como estás tan entretenido con mis pechos he

decidido evaluar también lo que tengo frente a mí. —Le dijo

levantando una ceja.

—Si no tuvieras los pechos grandes, no estaría como un lerdo

mirándolos…son mi debilidad pelirroja y los tuyos se ven enormes y

cremosos. —Isabella no podía creer el descaro del hombre, su

entrepierna estaba a punto de romper los pantalones, Lucían era un

hombre que no se tomaba la molestia en disimular sus intenciones y

a ella le gustaba esa cualidad.

—No te pienso amamantar hasta que se oficie la ceremonia. —le

contestó cruzando las piernas, subiéndose lentamente el vestido,

sus pantorrillas estaban enfundadas en unas delicadas medias,

sintió al hombre contener el aliento pero no se detuvo subió un poco

más, hasta llegar a una pequeña bragueta atada a su pierna. Sacó

el arma con delicadeza, casi acariciándola, se volvió acomodar el

vestido sin mirarle haciéndose la desentendida.

—¿Ni siquiera una mirada?… te aseguró pelirroja que te puedo

sorprender. —Serpiente miró el arma y sonrió—, ninguna mujer me

ha excitado tanto como tú y ni siquiera le he tocado un puñetero

pecho.

—Y no lo harás, hasta nuestra noche de bodas. Luego asegúrate

que no te encuentre con nadie más, porque conocerás a una

pelirroja furiosa, y no habrá sitio en el East End donde puedas

ocultarte, la mataré a ella y me quedaré con tus pelotas en las

manos de recuerdo.

Lucían la miro con detenimiento, y para sorpresa de Isabella

asintió dando su conformidad.

—Usted milady a cambio asegúrese de abrirse de piernas cada

vez que yo lo necesite… soy un hombre con un gran apetito sexual,

la quiero dispuesta donde y cuando serpiente lo mandé. Por qué

entonces tendrá que matarme, no solo tomaré una amante, serán

varias. Le dijo acercándose sacando un cuchillo de su cinturón,

Isabella no pestañeo cuando se inclinó y le rozo el corpiño con él.

—No te equivoques pelirroja… a mí nadie me amenaza, te estoy

dando conformidad en la fidelidad mutua porque para que necesito

otra mujer si la mía parece una diosa, piénsalo antes de

traicionarme de cualquier manera porqué yo mismo me encargaré

de ti. —Isabella supo que la amenaza era cierta, serpiente la

mataría si alguna vez surgiera un amante, los hombres en su mundo

eran así, machos posesivos y vengativos donde la esposa era una

propiedad, él no le perdonaría dejarlo como un cornudo frente a sus

hombres. Isabella le devolvió la mirada y asintió. Lucían tiró el

cuchillo al piso, y la levantó de la butaca abrazándola con uno de

sus brazos, la había subido de manera que ella pudiera sentir

protuberancia en su entrepierna, sintió su nariz olisqueando su

cuello y sin poder evitarlo cerró los ojos por el placer, un gemido se

escapó de sus labios.

—Eres mí pelirroja, en mi mundo yo decido, yo tomo y ya decidí

hacerte mi mujer. —Isabella escuchaba su voz rasposa, y solo la

calentaban más, serpiente levantó la cabeza para mirarla y sonrió

satisfecho al ver sus ojos empañados por el deseo—. Te voy a

marcar el cuerpo con mi boca, no habrá lugar qué no recorra, tu

cuerpo me pertenecerá por entero —continuó acariciando su rostro

con su nariz mientras inhalaba su olor como si estuviese drogado—.

Debes ser hermosa en tu entrepierna, me la imagino rosada y

suave, beberé tu esencia pelirroja tus jugos me llenarán el rostro,

presiento que me volveré adicto.

—Julián… detente… por favor. —Isabella había menospreciado

la experiencia del hombre. A veces pensaba que tenía todo bajo

control, pero había sido una necia, Mary tenía razón. Si el decidía

tomarla ahora no podría detenerle. Sentía sus piernas temblar de las

sensaciones tan fuertes que la sola caricia de su nariz le estaba

provocando.

—Lo haré… pero no saldrás de esta habitación sin que haya

probado tu boca pelirroja…esa boca que tortura mis sueños.

Isabela sintió que se desvanecía al sentir, su boca, fue un

saqueo brutal donde Julián tomó el control haciéndola claudicar, ella

le permitió controlar el beso, mientras se aferraba más a su cabeza,

él se separaba mientras le mordía los labios, haciéndola gemir

aferrada a sus hombros como si fuesen su tabla de salvación.

—Así te quiero, entregándote dejándome tomar lo que me

pertenece…no me vuelvas amenazar pelirroja porque cada vez que

lo hagas tomaré tu trasero con rabia. —le susurró en el oído

lamiéndose.

Isabella tomó conciencia de sus palabras y con un esfuerzo

sobrehumano se apartó de él, llevó su mano a sus labios hinchados.

Mientras le miraba su sonrisa maliciosa.

—No soy una prostituta para que tomes mi cuerpo de esa

manera. Jamás lo voy a permitir.

Julián ladeó la cabeza y se lamió el labio inferior con la lengua

lentamente.

—Quieres… mejor dicho exiges fidelidad y te la estoy otorgando

pelirroja, a cambio tú te aseguraras de que este satisfecho y Julián

Brooksbank milady —pronunció con burla—. No hace el amor ni

endulza ninguna cama… yo jodo con ganas, yo me devoró los

coños y saqueo todas las entradas del cuerpo de una mujer. Tú

serás mi hembra y es mejor que tengas claro lo que esperaré de mi

mujer… mi propiedad.

Isabella entrecerró los ojos, se mordió la lengua para no decirle

lo que se merecía, este hombre le quedaba demasiado grande,

ahora no tenía claro lo que haría. Sin contestarle se dirigió a la

puerta, pero antes de abrir la puerta él la detuvo agarrando su brazo

con fuerza.

—No es lo mismo mencionar al diablo que verlo venir…pelirroja y

tu entraste solita y bien dispuesta a mi mundo, yo no fui por ti. Es

muy tarde para dar marcha atrás, la serpiente se ha encaprichado

con tú coño, no iras a ninguna parte, me aseguraré que tu padre

entienda bien que debe entregarte, ya no se trata de buitre ahora

soy yo el que va tras de ti. —murmuró soltándola, Isabella salió sin

responder. Julián miró fríamente la puerta por donde había salido la

mujer con la clara intención de no volver a verle, su pelirroja tenía

mucho que aprender sobre el hombre que había escogido como

marido.

Capítulo 10

—¿Estás escondiéndote de mí? —preguntó Jack enfurruñado

entrando a la cocina donde Mary estaba sentada con el ama de

llaves, repasando el menú de la cena de Navidad.

—Estaba por salir a buscarle señor Brown, algunos invitados

desean aventurarse en la nieve, y he pensado en hacer una especie

de búsqueda de un tesoro. —Jack la miró horrorizado, con la idea

de toda esa gente husmeando por ese bosque con montañas de

nieve acumulada.

Mary le sonrío, su cara era un poema, no podía ocultar cuando

algo le molestaba. El ama de llaves levantó una ceja y sin tapujos lo

increpo.

—Para eso el duque le paga muy bien su jornal, es usted uno de

los que más recibe, no sea caradura. —le dijo la mujer levantándose

y retirándose dejándole con las ganas de decirle un par de cosas.

—No los tomes en cuenta la servidumbre que siempre ha

trabajado entre nobles se cree superior al resto, todos son iguales.

—Tú no eres así. —le dijo todavía mirando a la mujer que se

había congregado con un grupo de doncellas al final de la enorme

cocina.

—Tienes razón… creo que ella necesita a alguien que le haga de

esas cosas tan ricas que usted hace con su lengua señor Brown,

créame estaría sonriéndose por todas las esquinas de la mansión.

—Mary le miró coqueta sentada desde la mesa. Jack la miró

hambriento con una sonrisa de medio lado.

—No te preocupes mi Mary, te doy mi palabra que te mantendré

bien feliz. Y ahora déjame organizar a los hombres para poner

límites a ese juego.

—Te avisaré en cuento tenga todo listo.

—Mary… se me olvidaba decirte que el buitre será mi padrino en

la ceremonia, espero no sea un problema. —la miró preocupado.

—Por supuesto que no, gracias por decírmelo así estaré

preparada ese hombre es intimidante.

—Sí, lo es. ¿Estás segura de querer hace ese juego?

—No será tan malo…no es conveniente que nadie se aleje

demasiado.

—Está bien, prepararé dos grupos para que estén vigilantes

especialmente con las damas.

—Jack, ¿los cachorros están bien? Preguntó preocupada.

—Están en un lugar seguro en las caballerizas.

—Avísame cuando pueda traerme la hembra…la quiero para

Alexandra son perros enormes pero ella, va a necesitar un amigo

sus hermanos y ella tienen muchos años de diferencia.

—Es una buena idea, pero son dos creó que me quedaré con

una pareja, alguno de mis hombres están interesados en cachorros

de esa raza. Cuando la cachorra esté lista la traeré a la casa.

Mary se levantó y se dirigió a uno de los hornos, con delicadeza

sacó unos bollos de canela, el olor le hizo la boca agua al hombre

que los miraba con añoranza, Mary alzó una pequeña canasta de

mimbre y los puso con mucho mimo dentro de esta, entregándosela

a Jack.

—Me tienes en tus manos.

—Lo sé —le contestó Mary con picardía.

El ama de llaves lo vio salir y se acercó, no pudo evitar

carcajearse.

—Eres una arpía Mary, lo tienes a tus pies.

—Lo que tengo es su estómago a mi servicio. —le contestó

risueña— Jack Brown tiene debilidad por los dulces y yo me voy a

aprovechar de ello.

—Qué bueno que te encuentro Mary. —interrumpió Victoria a las

dos mujeres en la cocina.

—No me digas que ha ocurrido alguna cosa con la bruja de tu

madrina. —se giró cruzando los brazos.

—¡Por dios! Mary más respetó mi madrina es una duquesa. —le

contestó Victoria mirándola acusadora.

—Sabes que es la verdad, esa mujer solo quiere al hijo y ahora

que lo tiene fuera de su alcance se desquita con todos nosotros.

—Tal vez tengas razón…no entiendo la ausencia de André.

—Olvida a tu madrina. ¿Qué pasa, para que estés con todos los

bucles a fuera pareciendo más la esposa del herrero que una

duquesa? —le preguntó colocándose a su espalda para arreglarle el

recogido del cabello.

—Eres insoportable. —le dijo Victoria contrariada.

—Más bien soy la única capaz de soportarte, eres una calamidad

andante, seguro no has notado las nuevas canas que tiene tu

marido.

—Eso es una vil infamia. —gritó Victoria girándose para

encararla.

—Estoy de acuerdo contigo esposa, es una infamia de vuestra

dama de compañía. —las interrumpió Alexander, que entró

sorpresivamente acompañado por el marqués de Lennox.

—Excelencia pido disculpas. —contestó rápidamente Mary

avergonzada.

Alexander se acercó sonriendo.

—No te preocupes Mary, conozco la relación que tiene usted con

mi esposa.

—¿Necesitas alguna cosa? —le preguntó Victoria extrañada de

verlo en la cocina con el marqués.

—Buscaba a Henry; pero al parecer la duquesa de Wessex lo ha

secuestrado, estaré en la biblioteca con los caballeros y me gustaría

que llevaran una bandeja de dulces al aparador.

—Inmediatamente excelencia, me haré cargo personalmente. —

contestó el ama de llaves contrariada de ver al duque en la cocina

pidiendo que le llevaran algo…tendría que hablar con Henry era

imperdonable.

Victoria salió con su marido dejando a Mary con la incógnita de

lo que la había traído a la cocina.

—Mary te espero en el saloncito. —le dijo del brazo de su

esposo.

Mary miro de reojo al marques que no les había seguido.

—¿Puedo ayudarle milord? —Mary tuvo que subir la cabeza

para mirarle, el marqués de Lennox era un hombre alto.

—Tengo una pregunta para usted, sin embargó, me gustaría

discreción. —Mary no pudo evitar levantar una ceja, había hecho

sus averiguaciones de los amigos íntimos del duque y este en

especial era un bribón.

—Por supuesto milord.

—Desde mi habitación se puede ver parte del jardín, hoy en la

mañana estaba sentada en uno de los bancos una joven con una

cabellera del color del oro. ¿Sabe quién es? —James se pasó la

mano distraídamente por su cabello cobrizo, le llegaba justo a la

altura de los hombros.

Mary le miró con suspicacia este se traía algo entre manos, y se

iba a llevar una gran sorpresa si pensaba que se le podría acercar a

la joven. “Es un patán” pensó Mary con ganas de sacarle los ojos.

—Milord usted está hablando de la señorita Juliana Brooksbank,

hermana de los señores Brooksbank…no vaya por esos derroteros

‘milord’ porque aparecerá muerto en cualquier calle oscura con olor

a orín del East End. —Mary hizo una reverencia y salió como si

fuese la mismísima reina.

—La hermana de los Brooksbank…joder James es que no

aprendes. —se regañó a sí mismo mientras se dirigía a la biblioteca

a buscar a sus amigos.

Mary salió de la cocina hecha una furia, estos libertinos

pensaban que tenían el poder para tomar a cualquier mujer, sin

ninguna responsabilidad, pues a este, si se atrevía a propasarse con

la joven Juliana iba a tener que casarse porque Nicolás Brooksbank

no era un hombre con el que se podía jugar. Entró como una tromba

al salón, donde la esperaba Victoria.

—¿Qué paso?

—El marqués de Lennox preguntando por la señorita Juliana. —

le dijo Mary recostándose del borde del escritorio.

—Eso es grave…

—No parece un hombre sensato. —le dijo Mary

—No lo es, es de los peligrosos. —suspiró Victoria.

—Esa joven es demasiado tierna para ese lobo con experiencia,

no es que mi Jack no tenga lo suyo pero al parecer el marqués de

Lennox y el conde de Norfolk son dos joyitas de la corona, se la va a

devorar en una simple merienda. —le dijo Mary tomando asiento

frente al escritorio.

—La tuvieron en un internado hasta ahora, al parecer lady Kate

será su carabina. —le informó Victoria.

—Si el marques le roza aunque sea un cabello…Lo harán un

picadillo para los perros realengos del East End. —le aseguró Mary,

levantando su ceja.

—Ella es hermosa…y el marqués está soltero, podría ser un

buen candidato.

—Pero él, no busca esposa Victoria, ese grupo de amigos de tu

marido son zorros viejos que saben muy bien lo que desean. Y

créeme el matrimonio no es una de ellas. Mira al conde de Norfolk

ese hombre es un adonis, podría tener la mujer que quisiera, pero al

igual que el otro no se les puede cazar, lo mejor es que adviertas a

lady Kate sobre el marqués, no le conviene a nadie tener problemas

con los Brooksbank, esos hombres no amenazan en balde Victoria y

no quiero problemas con Jack.

—¿Por qué lo dices, Mary?

—Porque al parecer Jack le guarda fidelidad al buitre, y si pasa

alguna cosa el estará de su lado.

Victoria asintió, de acuerdo con ella. Suspiró preocupada Mary

tenía razón al pensar que el marqués era peligroso, eran hombres

que tomaban lo que deseaban y lo más probable era que si se

encaprichaba con la joven, ocasionaría problemas.

—Hablaré con Kate en la primera oportunidad tienes mucha

razón, no creo que a Alexander le agradé tener a los Brooksbank de

enemigos…hablaré también con el sobre el marqués de Lennox.

—Ahora dime ¿Qué te preocupa?

—Tu regalo de Navidad…

—Ya tengo un exquisito regalo de Navidad que me hará muy

feliz. —le contestó guiñándole un ojo.

—Eres una descarada, gracias a dios el señor Brown te pondrá

en cintura. —le dijo señalándola con el dedo.

—Estoy segura querida Victoria que ese hombre me pondrá de

muchas maneras pero en cintura ¡jamás!

—¡Mary! —replicó Victoria ocultando la cara entre las manos,

Mary no cambiaría jamás, en el fondo compadecía al señor Brown el

hombre no sabía dónde se estaba metiendo.

—¡Por dios! No pareces una mujer casada, no me digas que no

has experimentado alguna de las posiciones de ese libro que…

Victoria se levantó del escritorio y sin mirarla se dirigió a la

puerta haciéndose la desentendida, ni loca le iba a dar esa

información.

—Sígueme Mary tengo una sorpresa para ti en mi estudio de

pintura.

Mary se levantó como un resorte siguiendo a su señora, que de

paso la había dejado con la palabra en la boca, siempre era igual

cuando estaba por comenzar alguna conversación interesante. Mary

suspiró siguiéndola de cerca por el amplio pasillo que conducía al

estudio.

Capítulo 11

—¿Qué deseas mostrarme? —Mary miró interesada a su

alrededor, el duque se había tomado bien en serio la remodelación

del estudio en la mansión rural, era mucho más grande del que tenía

en la mansión de sus padres, dos de las paredes tenían ventanales

hasta el piso, la luz entraba a raudales. Al lado izquierdo se había

dispuesto un pequeño salón adyacente a la habitación principal para

que Victoria comiera y descansara mientras trabajaba. A Mary le

había encantado los tonos verdes daban una sensación de

bienestar que le gustaba.

Victoria se acercó a uno de los lienzos tapados con sábanas

blancas y haló suavemente para dejar a la vista uno de ellos, el grito

de Mary no se hizo esperar. Victoria había pintado al señor Brown

observando a Mary sentada en el jardín, era un cuadro que

transmitía mucho sentimiento, el rostro del señor Brown hablaba de

añoranza y el de Mary de deseos.

—Nunca pose para ese cuadro…

—Pero yo si les observe por los ventanales, la verdad no me

sorprendió cuando me dijiste que él era el escogido.

Mary la miró con los ojos cuajados de lágrimas y sin decir nada

la abrazo con fuerza, ellas tenían de ese tipo de relaciones que la

gente nunca llega a comprender del todo, ambas pertenecían a

distintas esferas sociales, sin embargo, se habían adoptado

mutuamente, se convirtieron en amigas luego en hermanas, lo

decidieron ellas porque el cariño sincero y leal está por encima de

todos esos convencionalismos sociales. Para Victoria, Mary era su

hermana, era esa persona en la que podía confiar ciegamente

estaba segura de que siempre estaría a su lado.

—Eres de lo peor Victoria me has hecho llorar, víspera de mi

matrimonio. —le dijo sorbiendo por la nariz.

—quiero que lo lleves al “cottage” Alexander me dijo que envió

algunos hombres a dejar todo listo.

—El duque ha sido muy generoso regalándonos un lugar tan

hermoso.

—Está muy cerca podrás caminar hasta aquí, creó que en el

fondo mi marido tiene miedo de que decidas abandonarnos. —le dijo

Victoria todavía abrazada a ella.

—Eso nunca pasará, no podría vivir con mi conciencia dejándote

sola de la mano de dios. Estoy en este mundo con la misión de no

dejar que te rompas el alma en alguna esquina. —Victoria la volvió

abrazar fuerte mientras lloraban entre lágrimas.

El duque de Nuthemberland, salió deprisa detrás de su amigo el

marqués de Lennox le alcanzó justo antes de salir por la puerta

lateral de la propiedad que llevaba a las caballerizas.

—Detente —grito James.

—No estoy de humor Eduardo. —le respondió sin girarse a

mirarlo.

—vamos, tal vez una caminata en la nieve te devuelva la

sensatez. —tiró de su brazo saliendo por la ancha puerta de caoba,

el viento helado les abofeteó la cara pero continuaron por el ancho

sendero que llevaba a las caballerizas y al comienzo del espeso

bosque que recorría la inmensa propiedad.

—¿Qué pretendías allí dentro preguntando por la joven que

canto los villancicos? Tú sabías quién era, la dama de compañía de

lady Victoria te lo había dicho.

—Supongo que quería estar seguro. —le contestó James

pasándose la mano por el cabello impaciente con tener que dar

explicaciones.

Eduardo se detuvo y lo agarró del brazo deteniéndolo para

mirarlo fijamente.

—Detente James…sabemos esa compulsión que sientes cuando

se te niega alguna cosa…pero esto no es Oxford, estamos hablando

de una joven que será presentada en sociedad este año, y que

además tiene tres hermanos que no lo pensaran dos veces para

dejarte tirado en cualquier esquina hedionda del East End.

—Lo sé… todo lo que me estás advirtiendo lo sé. —mirándolo

con furia contenida.

—¿Entonces? El hombre ya te amenazo, fue bien claro que su

hermana no será la puta de ningún noble…y joder yo estoy de

acuerdo con él. Son hombres que se han hecho a fuerza de golpes,

esa joven se nota que ha sido mantenida en una burbuja, y créeme

James no pudo haber sido fácil para ellos.

—Ella… me atrae.

—Ni siquiera has hablado con ella. Cualquier viuda estaría

deseosa de tenerte como amante. —le cuestionó Eduardo mirándolo

exasperado.

—No te pudo explicar, Eduardo es una sensación extraña.

—Escúchame James, no te voy a decir que no vayas tras ella…

ninguno somos unos santos; pero quiero que entiendas que tendrás

que casarte, perderás tu libertad porque ninguno te va a apoyar en

que mancilles el honor de esa joven y la dejes sin la oportunidad de

concretar un buen matrimonio. Piénsalo hermanó porque esto no es

un juego y ya no somos unos jovenzuelos inexpertos buscando solo

diversión y buenas amantes. Todos somos hombres con hilos de

plata en los cabellos y con demasiadas cicatrices en nuestras

almas. Solo tiene dieciocho años James, le llevas una vida completa

de libertinaje y desenfrenó, si no la vas a ser tu marquesa apártate.

—Eduardo lo soltó, mirándole con intensidad regresándose a la

mansión dejando a James de pie en el pasillo mirado al vacío,

sabiendo que su amigo tenía razón pero también entendiendo que el

solo pensar que algún petimetre joven en Almacks la sacará a bailar

poniendo sus manos sobre ella lo llenaba de una ira irracional y

desconocida.

Eduardo se arrebujó más en su casaca de color azul oscuro,

había seguido a James sin recordarse de su abrigo y la temperatura

afuera estaba descendiendo rápidamente, se adentró en el pasillo y

por instinto miró a través de uno de los ventanales, se detuvo de

inmediato acercándose a mirar más detenidamente a la mujer que

trataba de caminar en la nieve, a pesar del abrigo y su sombrero

supo de inmediato quien era.

—No hay duda de que está totalmente loca, no hay otra

explicación para intentar caminar con su pierna entre toda esa

nieve. —dijo en voz alta hablando para sí mismo.

Sin pensarlo se regresó el camino andado y salió nuevamente

con la simple casaca al frio invierno, sus botas de caña alta le

ayudaron a llegar más rápido, justo cuando se disponía a increparla,

la joven se fue de bruces sepultándose casi completa en la montaña

de nieve frente a ella.

—¡Maldita sea! A donde piensa que va a llegar, ha tomado el

camino más lleno de nieve.

Carina suspiró tirada en la nieve, de todos los invitados en la

dichosa mansión de su prima debía ser el tuerto el que la encontrará

en esta situación tan deplorable. Estaba segura de que hasta sus

calzones se habían mojado.

—¿Podría ayudarme a levantar, milord? —le preguntó

sarcásticamente.

—Es usted una imprudente milady —le dijo tomándola en brazos

levantándola sin ningún esfuerzo.

—Trabajar en la tierra tiene su mérito milord esta tan fuerte como

un burro de carga. —se apartó el sombrero dejando su cabellera

color bronce caer sobre los brazos de Eduardo.

—¿Por qué lleva la cabellera suelta milady? se supone que solo

su marido le vea de esta manera. —Eduardo sentía una presión en

la entrepierna que lo hizo enfurecerse.

—No tendré marido excelencia, así que no me preocupa en

absoluto que usted vea este endemoniado cabello que es insufrible

igual que usted. —Eduardo se quedó sin palabras al tenerla tan

cerca podía sentir su aliento, sin poder evitarlo su mirada bajo hasta

sus labios eran carnosos sensuales en una mujer como esa que

vociferaba todo el tiempo era un verdadero sacrilegio, esos labios

eran para pecar.

—¿Piensa tenerme en brazos toda la tarde? —no pudo evitar

soltarle al verle tan ensimismado con su rostro.

—No pesa nada…

—Eso no es cierto milord lo que sucede es que lleva muchos

años cortando leña como si estuviese poseído por una legión de

demonios tiene los brazos como rocas.

Eduardo levantó una ceja arrogante, retándola a seguir.

—No niega que me ha espiado…

—¿Por qué debería hacerlo milord?

—¿Por qué es una dama? —preguntó probándola.

Carina soltó una carcajada, y su rostro sé transformó dejando a

Eduardo sin aliento.

—Lo he espiado a conciencia milord es usted el sueño

pecaminoso de cualquier dama sea o no de buena cuna. —Eduardo,

duque de Nuthemberland por primera vez en su vida no pudo evitar

que su boca se abriera de la sorpresa. Carina al ver su expresión sé

carcajeó más fuerte.

—Es usted una mujer irreverente milady —le susurró sin apartar

ni un segundo la mirada de sus ojos.

—Tal vez… vayamos adentro milord. —sus ojos se están

poniendo turbios y con vergüenza debo confesarle que no sé

absolutamente nada de como seducir a un libertino exiliado, no me

gusta quedar mal parada. —le dijo sonriéndole maliciosa,

provocándole.

—No vuelva a dejar que ningún otro hombre le vea el cabello

suelto. —la miró con intensidad.

—A mí nadie me da órdenes excelencia. —inhaló fuerte

pasándose la lengua por el labio inferior con provocación y alevosía.

—No me provoques bruja.

—Te provoco tuerto, y tendrás que aliviarte con cualquiera otra.

No pienso dejar que me veas sin ropa.

—Eso ya no es decisión tuya, tu pierna no es la que me va a dar

alivio arpía.

Sin agregar nada más la cargó en brazos hasta la mansión

hecho un lio con todo lo pecaminoso que tenía en mente de hacer

con esa boca.

Capítulo 12

Jack entró en su cabaña, buscando algo de privacidad la

mansión de los Cleveland estaba alborotada con tantos invitados,

mantener todo en orden no había sido tan sencillo como pensó en

un principio, los faetones eran demasiados, eso sin contar los

costosos caballos que los arrastraban. Era impresionante con

cuantos baúles viajaban esas damas, para un hombre como el que

siempre había vivido con lo justo era una verdadera pérdida de

tiempo ir de un condado a otro con tantas valijas. Suspiró

sentándose en la pequeña mesa que tenía para comer sus

alimentos, el duque le había mencionado que la cabaña había

pertenecido a un antiguo capataz, él se había sentido agradecido de

estar fuera de la casa, le gustaba la soledad, siempre había sido así.

Mientras se servía uno de los bollos de canelas, no pudo evitar

sonreír, todavía le costaba creer que había atrapado a la Mary, no

se había imaginado nunca casado con una mujer tan bonita y con

ese carácter tan endiablado. Se saboreó un buñuelo mientras se

sacaba de uno de los bolsillos de su abrigo una pequeña funda de

terciopelo, no había tenido oportunidad de dárselo a Mary durante la

mañana, ambos habían estado muy ocupados en sus propias

faenas. Lo puso con cuidado sobre la mesa, justo cuando sintió a

alguien tocar la puerta, frunció el entrecejo porque nadie lo

molestaba allí, por instinto busco su arma, la que llevaba al costado

amarrada con una bragueta, hecha por su hermano Carlson. Se

incorporó, acercándose rápidamente a la puerta, abrió despacio, con

el arma escondida en la otra mano.

—Mary… —dijo sorprendido de verla allí, abriendo la puerta por

completo.

—Es rápido Jack, no pongas esa cara, no pienses que vengo a

seducirte, lo que te dije es muy cierto a mí no me desfloras sin firmar

primero. —la mujer le pasó por debajo del brazo sin dejarle decir

absolutamente nada. Jack se giró a mirarla con el arma en la mano.

—¿Y esa arma? —preguntó Mary mirándole la mano espantada.

—Precauciones antes de abrir una puerta. —le contestó

abriéndose la casaca y poniendo el arma en la bragueta oculta.

—¿Siempre estás armado?

—Siempre Mary desde los ocho años.

—¿me enseñarías? —le preguntó esperanzada.

—podría, seria de beneficio para la duquesa, especialmente

cuando la acompañes a un lugar donde yo no pueda entrar.

—No había pensado en ello…pero escuchándote tal vez tengas

razón.

—No deberías estar aquí…

Mary suspiró y asintió.

—Lo sé, pero necesitaba tener un momento contigo a solas,

necesitaba estar segura de que esto no es un sueño y que el

príncipe azul que escogí para mí no se va a esfumar en el aire, te

menosprecias Jack Brown, es cierto, que creciste de uno de los

distritos del East End pero yo solo puedo ver que he tenido mucha

suerte de encontrarte y que te hayas fijado en mí, sin tomar en

cuenta mi mal carácter, lo deslenguada que soy y lo leal que soy a

Victoria. Sé que podríamos empezar en cualquier parte, pero

respetas mi deseo de quedarme al lado de la duquesa, has

aceptado ese 'cottage', sé perfectamente que te ha costado mucho

decirle al duque que no. —Mary tomó aire antes de seguir, mientras

se frotaba las manos nerviosas—. No quiero ponerme ese traje de

novia que me compraste y que ya está en mi habitación, sin antes

decirte que te amo con todo mi corazón, que seré una esposa

posesiva, una arpía, una maldita bruja; pero te voy a amar con todas

mis fuerzas hasta el fin de nuestros días. Me voy a sentir muy

orgullosa de ser la señora de Jack Brown.

Jack tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para que no se

le saliera una lágrima de alguno de los ojos. Sentía una piedra en la

garganta y fue incapaz de decir alguna cosa, solo extendió los

brazos y en unos instantes su Mary preciosa estaba en ellos. La

apretó con fuerza ocultando su rostro en su recogido, tratando de

ganar tiempo antes de poder decir alguna cosa. Su futuro ese que

nunca se atrevió añorar, estaba entre sus brazos.

—Tengo algo para ti. —le murmuró Jack sobre su cabeza,

desistiendo de soltarla—. Me gustaría mucho que lo llevaras

mañana en la ceremonia.

Mary se despegó buscando su mirada, Jack le acarició la mejilla

sonriéndole, y sorpresivamente le dio un suave beso en la frente.

—Justo lo tengo aquí sobre la mesa. —Le dijo soltándola

girándose a buscar la pequeña funda de terciopelo. La tomó y se

quedó absorto mirándolo por unos momentos como si tuviese duda

en entregarlo.

—¿Jack?

—Perteneció a mi madre… lo trajo con ella de Irlanda, cada uno

de mis hermanos tenemos una pieza diferente, por ser el mayor ella

me entrego la cadena. —Mary acarició la pequeña funda,

absorbiendo lo que esto significaba para Jack, ella podía percibir lo

ofuscado que se sentía al entregarle la cadena. Casi con reverencia

abrió la funda y la giró para que la cadena se deslizara en su mano,

se sorprendió del resplandor de la medalla era de una virgen y

estaba rodeada de esmeraldas, ella no pudo evitar soltar un grito de

sorpresa, porqué no solo era hermosa si no, que estaba segura de

que era muy antigua.

—¡Oh! Jack es hermosa… me voy a sentir muy honrada de

llevarla. Pero me dará mucho miedo perderla.

—La cadena es larga, estará oculta. Quiero que la lleves siempre

Mary.

—Así será. Ahora me voy antes de que noten mi ausencia,

acaban de llegar amigas íntimas de la duquesa de Wessex…. Algo

me dice que esa mujer utilizó esta reunión para alguna de sus

maldades.

—Es una dama hermosa a pesar de su edad. —le dijo Jack

pensativo.

—Se menciona que el rey Jorge estaba encaprichado con ella…

de lo que se libró el monarca. —Mary le dio un rápido beso en la

mejilla y salió casi corriendo de la cabaña dejando a Jack sonriendo

pasándose la mano donde ella le había plantado el sonoro beso.

Mary se arrebujó en su abrigo y camino con cuidado sobre la

resbaladiza nieve, a pesar del frio la vista era hermosa para el que

le encantara el color blanco como le pasaba a ella, saludó con la

mano a los mozos de las caballerizas y continuo con cuidado por el

sendero que la llevaba a la puerta trasera de la mansión, esta

conducía al pasillo que llevaba a la cocina. Por lo regular solo la

servidumbre era quienes la utilizaba por eso se detuvo extrañada al

ver salir al conde de Norfolk seguido por el hombre que Jack le

había nombrado como buitre. Sé escondió detrás de uno de los

árboles que estaban a la vereda del camino y observo a través de

las ramas como los hombres se alejaban hacia el bosque que

rodeaba la propiedad. “que se traerán esos dos” pensó saliendo de

su escondite y entrando por la puerta.

—¡Por fin apareces! —le amonestó la duquesa de Wessex

rápidamente que entró a la cocina.

—Le recuerdo excelencia que tenemos una eficiente ama de

llaves y un insustituible mayordomo que están aquí para ayudarla

con todas y cada una de sus necesidades.

—cierto, pero eres tú la que necesito. —Mary levantó una ceja,

mirándola sarcásticamente.

—la escuchó excelencia.

—Necesito que vigiles que nadie interrumpa una reunión que

tendré dentro de unos minutos en el salón privado de Victoria. —le

dijo mirándola con suficiencia.

—¿Qué vigile? —le preguntó sin comprender a lo que se refería.

—No dejaras pasar a nadie hasta que terminemos la tertulia. —

Antonella miraba a su alrededor, asegurándose que nadie las

escuchara—. Cuando digo a nadie, es a nadie Mary ni siquiera a

Margaret.

—¿Desean tomar té? —Mary la miró entrecerrando los ojos, con

unas ganas de soltarle cuatro cosas…pero hasta ella sabía que no

le convenía tener a la mujer de enemiga, a la señora Antonella

había que tratarla con pinzas.

—Incluye algunos dulces… mi hermana estará entré las

asistentes a la tertulia. No te tardes Mary es importante. —le dijo la

mujer dejándola completamente aturdida, parecía preocupada.

Mary entró a la sala privada de Victoria con dos doncellas ambas

con sendas bandejas de plata, al entrar y ver las mujeres sentadas

se felicitó mentalmente, por haber escogido dos de la doncella con

más experiencia. Hizo una leve inflexión, y sin hablar permitió que

las jóvenes colocaran las bandejas y se dispusieran a servir. Mary

reconoció inmediatamente a la duquesa de Cambridge, se

sorprendió al ver la marquesa viuda de York, era una mujer que no

hacia vida social desde hacían muchos años y estaba segura de

que ella no le había enviado invitación…aunque a decir verdad la

marquesa no necesitaba ninguna, era una mujer muy respetada por

sus pares. La duquesa de Cornualles estaba un poco más apartada,

cuando recibió el platillo con él té, Mary hubiese jurado que le

temblaba la mano y por último al lado de Antonella estaba su

hermana la vizcondesa de Severn. Mary esperó que le sirvieran a La

duquesa de Wessex y se retiró junto con las jóvenes. Sé quedó

justo a fuera vigilando la entrada esperando poder escuchar alguna

cosa de lo que esas urracas estaban planificando. No podía negar

que estaba sorprendida de ver algunas de ellas juntas… en especial

a la marquesa se cotillea en los salones de bailes que su marido

había muerto en la cama de una reconocida cortesana, lo que había

avergonzado a la mujer. Mientras Mary trataba de recordar todo lo

que Victoria le había contado de estas damas, adentro en la sala

una reunión siniestra comenzaba.

Capítulo 13

—Quiero agradecerte tu pronta respuesta a nuestro llamado

Antonella… sé que hemos tenido nuestras desavenencias en el

pasado, cuando te escribí la carta tenia serias dudas si la

respondería. La duquesa de Cornualles se acercó al grupo y tomó

asiento en la butaca frente a Antonella, era una mujer alta con la

elegancia clásica inglesa, su cabello rubio lucia impecable en un

intrincado recogido en su coronilla, sus ojos grises un tanto

melancólicos le daban un aspecto regio. A pesar de su edad se veía

mucho más joven. Antonella no pudo evitar pensar que la bruja

había hecho algún pacto con el diablo para mantenerla así, no tenía

ni arrugas 'hay que ver que algunas si tienen una maldita suerte'

suspiró contrariada.

—No te puedo negar que me extraño, pero entendí que debía

ser algo muy delicado para que ustedes señoras estuviesen

decididas a dejar sus residencias con toda esta nieve y emprender

un viaje de varios días para esta reunión.

—Tienes razón, es algo muy delicado y lo que es más importante

no queremos que nadie sepa de manera; que deseamos total

discreción, no deseamos que seas interrumpida en tu objetivo y al

contrario de otras veces esta vez uniremos fuerzas junto a ti, para

que tengas éxito, hasta que ya este todo consumado. —contestó

Eugenia, la marquesa de York. Colocando su taza sobre la mesa de

centro. La mujer también lucia hermosa a pesar de sus años, su

difunto marido había sido un marido cruel y déspota, Antonella sabía

que su único hijo varón, le había seguido los pasos al difunto, madre

e hijo no se hablaban.

Antonella frunció el ceño, mirándolas a todas, las palabras de

Eugenia solo habían avivado más su interés.

—Tenemos poco tiempo…les sugiero hablar lo más rápido

posible. Margaret, la duquesa de Sutherland puede aparecer en

cualquier momento.

—Verás Antonella, sabes muy bien que mi esposo fue un

hombre que no escondió nunca sus infidelidades. —Antonella

asintió a las palabras de la marquesa de York. —sin embargo, yo

también lo fui, solo que con un solo hombre, del cual tuve una hija…

esta ha sido protegida por mí, la ha criado una viuda en el condado

de Sunset. La quiero dentro de la nobleza Antonella y para ello

necesito que consigas el candidato, ella cuenta con una cuantiosa

dote. Es demasiado parecida a mí físicamente, no le convendría que

nos asociaran. —Antonella colocó despacio el platillo sobre la mesa,

y la miró con intensidad, para sorpresa de las demás mujeres una

sonrisa maliciosa se fue dibujando en sus labios.

—¿Cuántas bastardas son? —las mujeres se miraron entre si

avergonzadas.

—Ellas son tres Antonella. —habló por primera vez, Carlota la

duquesa de Cambridge… solo tú puedes mover los hilos de manera

que ellas puedan entrar a nuestro círculo, sin que seamos

señaladas, mi esposo y yo no residimos en la misma casa desde

hace más de veinte años. Pero créeme que si algo así se

murmurase en su club masculino recibiría su visita inmediatamente.

—¿Quién será la primera de las tres jóvenes? No hay tiempo

para detalles, ya luego me comunicaré con cada una de ustedes.

—Será mi hija Antonella… la viuda que la ha hecho pasar por su

hija está muriendo… no quiero que este desprotegida Pearl solo

tiene dieciocho años es demasiado joven.

Al otro lado de la puerta Mary tenía los ojos desorbitados, por

todo lo que estaba escuchando. Brinco de un salto al sentir las

manos de Victoria, se giró inmediatamente y le puso las manos en la

boca sin ninguna ceremonia, victoria abrió los ojos ante la locura de

Mary, pero al leer sus labios pidiéndole silencio, afirmó, ambas se

acercaron a la puerta para poder escuchar mejor lo que se

conversaba adentro.

—Creo saber el mejor candidato para tu hija… Eugenia. —le dijo

agarrando un dulce y saboreándolo con placer.

—Estaba segura que conocerías algún barón. —la marquesa

sonrió por primera vez mirando a las otras mujeres.

—No querida… ustedes quieren que entré a la sociedad

aristocrática de Londres a tres bastardas, pues deberán casarse con

caballeros a los que nadie se atreva a contradecir cuando hablen del

linaje de sus esposas o consortes, para ello hay que ir a la cúspide a

lo más alto. Casaremos a Pearl con Hugh Grosvenor séptimo duque

de Edimburgo… —la taza con el platillo de la vizcondesa de Severn

cayó al piso, haciéndose pedazos mientras las mujeres la miraban

horrorizada.

—Pero ese hombre ha despreciado jóvenes casamenteras de

todas las casas de la nobleza inglesa. Como sobrino del monarca

jamás ha querido unir su linaje a alguien que no pertenezca a una

casa real. —la duquesa de Cambridge una dama pequeña y de

apariencia frágil, estaba sonrojada de la impresión.

—Ustedes me pidieron que las casara, pues eso haré señoras.

—contestó Antonella tomando otro panecillo con sabor manzana y

canela.

—Pero es que estás hablando de un hombre que solo frecuenta

la corte, que cuando ha estado en algún salón de baile jamás ha

sacado una mujer a bailar. —interrumpió Carlota la duquesa de

Cambridge.

—Si, por eso disfrutaré más esta encomienda. El segundo será

su mejor amigo Felipe Carnegie duque de Fife y el tercero ese es un

pez mucho más gordo, a ese tendré que irle a buscar al averno

donde está morando desde hacen muchos años. Díganme los

nombres completos de las jóvenes. Antonella se giró hacia su

hermana Guillermina. —Guillermina tú tomaras nota de todo, luego

te reunirás con cada una de ellas por separado, escucharas con

calma cada una de las tres historias. Además, envíale a tu marido

una carta informándole que te quedaras conmigo una larga

temporada, estoy segura de que se alegrara muchísimo.

—Eso es mentira. —le contestó indignada Guillermina

vizcondesa de Severn a su hermana Antonella.

—¿Carlota? —insistió Antonella la duquesa de Cambridge.

—Brigitte Calton es su nombre Antonella, tiene veinte años.

—¿Sofía? —Antonella señaló a la duquesa de Cornualles.

—Diane Johnson tiene dieciocho años… también está en una

situación delicada, cualquier cosa que hagas, para mi estará bien

Antonella, no me importa si tienes que jugar sucio para lograrlo, yo

solo quiero que ella tenga lo que se merece por derecho, bien sabes

que soy hija y nieta de reyes, es mi única hija mujer y me agobia el

saberla desprotegida. —la mujer le tomó las manos a Antonella con

angustia y a pesar de su temperamento Antonella se conmovió, las

mujeres estaban a merced de todo lo que el hombre dispusiera solo

sobrevivían las que eran más astutas, y ella se incluía en esa lista.

—Creo Antonella —interrumpió la duquesa de Cambridge. —que

deberías tomar primero a la hija de Sofía… mencionaste al duque

de Edimburgo y al duque de Fife, debes saber que la hija de Sofía

es la bastarda hija del fallecido duque de Fife… seria diabólico casar

a su hermana bastarda con su mejor amigo... — Antonella lanzo una

carcajada que a pesar de todo las otras mujeres la imitaron.

—¿Cómo nunca me di cuenta de ese amorío? —Sofía se

sonrojó; pero no pudo evitar sonreír.

—Fuimos amantes por más de veinte años…el sabia de Diane y

juntos la mantuvimos protegida pero está a punto de quedarse

sola… y públicamente no puedo hacer nada estoy de manos atadas,

se parece mucho a mí, sin embargo, tiene los ojos esmeraldas de

los Fifes.

—Muy bien comenzamos con Diane, continuamos con Pearl y

por último Brigitte…a esa le toca el dragón.

—¿Quién tienes pensado para mí hija, Antonella? —preguntó

preocupada la duquesa de Cambridge.

Antonella miró de reojo a su hermana Guillermina, estaba

sorprendida de lo silenciosa que estaba, esta misión era mucho más

complicada de la que estaba realizando con sus ahijadas, estos

hombres que tenía pensado eran muy clasistas, ella estaba segura

de que defecaban oro, porque no solo despreciaban a la plebe, sino

también a sus pares, especialmente el duque de Edimburgo,

pertenecía a la casa de los Hannover, solo se casaban con

princesas o reinas. Sería interesante ver como este hombre

reaccionaba ante un matrimonio con una mujer que no pertenecía a

la nobleza.

—¿Antonella? —insistió Carlota.

—El príncipe Guillermo, el hermano menor del rey Jorge es mi

elegido para Brigitte. —no hubo boca que no se abriera y ojos que

no se sorprendieran, y es que Antonella Claudia, duquesa de

Wessex era una mujer que no era de hacer las cosas a medias todo

en su vida debía ser con clase…y de la manera que a ella le

gustara. Le sirvió una taza de té a cada una de sus invitadas antes

de concluir la polémica tertulia que cambiaría la vida de muchas

personas en el futuro. Estas madres habían pensado que sus hijas

estarían mejor dentro de la nobleza lo cierto es que recorrerían un

infierno antes de encontrar la luz al final del túnel en especial

Diane… junto al duque más cruel y miserable de la nobleza

londinense, el duque de Edimburgo.

Al otro lado de la puerta, Victoria haló con fuerza a Mary y se la

llevó por el pasillo hasta llegar a su estudio, entraron agitadas.

—¡Dios mío! Es muy delicado lo que escuchamos. —le dijo

Victoria frotándose las manos nerviosa, mientras la miraba

asustada.

—Lo es, pero yo espero que la arpía de tu madrina tenga éxito.

El mundo puede ser muy cruel para una mujer sola y desprotegida.

—Victoria asintió pensativa, era cierto Mary tenía razón; pero los

candidatos que había escogido su madrina rara vez se veían en un

salón de baile eran hombres que tenía un círculo selecto de

amistades muchos de ellos demasiado alto para unas jóvenes sin

ningún tipo de linaje. Ni siquiera ella, hija y nieta de duques hubiese

pensado nunca, en el príncipe Guillermo. Según los cotilleos vivía

casi en el exilio por estar en contra de la vida disoluta de su

hermano y de la manera tan cruel como trataba a su consorte la

reina Carolina de Brunswick.

Capítulo 14

Juliana Brooksbank había sido protegida por sus hermanos

desde siempre, mientras intentaba caminar con sus pesadas botas

de nieve por el sendero que llevaba a los bosques cercanos a la

propiedad de los duques de Cleveland, donde había venido a pasar

la Navidad junto con su cuñada lady Kate y sus dos hermanos

mayores. Mientras inhalaba el frio aire reflexionaba en lo mucho que

había cambiado su vida en tan poco tiempo, lo más sorprendente

había sido la rápida boda de su hermano mayor Nicolás, ella

hubiese jurado que eso jamás acontecería, no porqué su hermano

fuese una mala persona, sino porqué al contrario de lo que ellos tres

suponían, siempre había estado enterada de quienes eran y de lo

que eran capaces de hacer. La habían creído muy niña, para pensar

que no les espiaba y se escondía para escuchar todas sus

conversaciones, cuando Nicolás la envió al internado a la edad de

diez años estuvo clara que la querían fuera de esa vida, y lo odio

por ello. Había sido una traición para ella, que la excluyeran. Sus

hermanos eran lo único que ella había tenido…y por supuesto Cloe

que era como una madre. Ahora estaba segura de que Nicolás tenía

planes para ella, y no se sentía tranquila pensando en un

matrimonio con alguien tan diferente a ella. Aunque estuvo en una

escuela de señoritas de muy buena reputación, a excepción de dos

o tres amigas las demás jóvenes siempre le miraron con

desconfianza ante la falta de un título nobiliario antes del nombre.

Deseaba sentirse amada, de la misma manera de la que se hablaba

en esas novelas románticas que leía a escondidas. Pero también

estaba clara en que le debía demasiado a sus hermanos para

defraudarlos, en especial a Nicolás, sus recuerdos infantiles son con

su hermano mayor arrullándola para protegerla del frio, jamás podría

traicionarlo. Juliana estaba tan distraída en sus pensamientos que

no sintió el caballero venir hasta que fue demasiado tarde, se

estrelló contra su duro pecho rebotando hacia atrás casi cayendo a

la nieve si no hubiese sido por el rápido reflejo del hombre que la

tomó por la cintura pegándola a su cuerpo, evitado que cayera.

Juliana levantó la vista azorada encontrándose con la mirada del

caballero que no había dejado de observarla en salón principal de la

mansión, había sentido su intensa mirada mientras cantaba

acompañada por su cuñada que tocaba el piano.

—Lo…lo siento milord —balbució sin apartar los ojos de su

mirada, sentía que el hombre la aprisionaba más contra su cuerpo.

—¿A dónde iba? No es seguro que camine sola tan cerca de los

bosques. —James le susurró muy cerca de su boca 'dios es una

belleza' pensó sin poder apartar los ojos de sus labios tan rojos

como una cereza.

—Solo…quería caminar…respirar aire fresco. —respondió

abriendo más la mano qué tenía puesta sobre el corazón de James

que latía acelerado. El movimiento le hizo a James bajar la mirada y

la apretó más contra él, al sentir la delicadeza de sus dedos sobre

su cuerpo.

—Milord debería soltarme. —le recordó Juliana.

—Debería… pero mis manos se niegan a soltar a un ángel caído

del cielo que ha venido a torturarme. —Juliana sonrió ocasionando

que James inhala profundo tratando de conseguir aire.

—Un ángel…no creo milord —Juliana se relajó en sus brazos,

eran enormes no tendría caso pelear con él, debería esperar que la

soltara.

—¡Juliana! —la voz acerada de su hermano Julián los hizo

reaccionar, El marqués la soltó lentamente mientras levantaba la

mirada hacia el hombre que se les acercaba con una expresión

intimidante, Juliana se apartó girándose.

—¿Qué significa esto? Preguntó mirando a James desafiante.

—No es nada hermano, casi caigo de bruces en la nieve y milord

tuvo la amabilidad de socorrerme. Quería dar un paseo y al parecer

me aleje más de lo conveniente. —Juliana se sacudió el abrigo

tratando de no darle importancia al hecho de que su hermano la

había visto en brazos del marqués, sabía que el hombre la estaba

estrechando más de lo permitido y ella no lo había detenido al

contrario se había mantenido pasiva entre sus brazos disfrutando de

la fuerza que emanaba de él…es más había estado embelesada

con su hermoso rostro.

Julián la miró serio sin creerse nada de lo que estaba diciendo.

—Regresa a la mansión, Kate te está buscando. —era una orden

y Juliana asintió sin protestar. Se giró buscando la mirada de James.

—Gracias milord —hizo una breve inflexión y se regresó por el

camino que llevaba de regreso a la mansión de los duques de

Cleveland.

Julián esperó que su hermana se alejara lo suficiente, para

girarse a encarar el hombre frente a él. Era uno de los amigos

íntimos del conde de Norfolk, conocía bien al conde, desde hacía

varios años tenían negocios en común, pero del marqués de Lennox

muy poco, Le había visto en el White, más nunca en el club de La

Perla. Lo estudio sin disimulo.

—Usted milord es un marqués… mi hermana tiene una cuantiosa

dote más no hay nada más. No le quiero cerca de ella milord

conozco el deseo en los ojos de un hombre…a usted el deseo, y la

lujuria lo está consumiendo. No queremos problemas, no nos

interesa tener enemigos dentro de la nobleza, pero escuche bien

'Milord' yo tal vez le pegué un disparó para salvar el honor de mi

hermana, sin embargo, mi hermano Nicolás no se conformara con

eso, créame lo va a torturar hasta que pida que lo mate y ni siquiera

en esas circunstancia tendrá piedad con usted… busqué alguna otra

joven que no tenga como hermanos a dos canallas como nosotros

que serán capaces de todo si es mancillada. No lo estoy

amenazando milord le estoy anunciando un hecho.

Julián se giró para marcharse sin esperar respuesta del hombre.

—¿Qué pasa si la joven me interesa para más que un simple

revolcón? —Preguntó James apretando fuertemente los puños.

Julián se detuvo y se giró mirándole con intensidad, James

Lennox era un hombre maduro, no era un petimetre sin experiencia,

de frente tenía a un hombre que podía haberse casado hace mucho

tiempo, si su hermana le estaba obligando a replantearse ese

hecho, entonces el marqués de Lennox estaba bien jodido. Se sacó

un cigarro de su casaca y para sorpresa de James lo encendió

dando una fuerte calada. Julián Lo miró entrecerrando los ojos

mientras disfrutaba del fuerte olor de su cigarro.

—Entonces le aconsejo hablar cuanto antes con mi hermano…

porqué si buitre lo descubre persiguiendo a mi hermana sin haber

firmado un acuerdo prenupcial …usted lo va a pasar muy mal. —lo

señaló con el cigarro—, piénselo muy bien milord tener cuñados

como nosotros no le conviene a nadie. Una sola lágrima de Juliana y

usted desaparece del mundo de los vivos. Julián se alejó

sorprendido por la pregunta del hombre, había supuesto que era un

juego para él, pero tal vez se estaba equivocando y si era así

tendrían muchísima suerte. Tener a Juliana como una marquesa era

algo que estaba seguro buitre no había tenido entre sus planes.

—Estás jodido James —Richard se salió detrás del gran arbusto

justo en la curva del sendero.

—No creo que más que tu Richard, andas que das pena detrás

la joven Wessex —le respondió James todavía mirando a Julián

alejarse.

—Si pero ella pertenece a nuestro mundo, tengo negocios con

esos hombres y te puedo asegurar que las amenazas no son en

baldé. Es mejor no tenerles como enemigos James.

—¿Qué demonios estaba fumando? Se giró James interesado

inhalando todavía el olor.

—Tenemos varias haciendas en el sur de América, es una hoja y

se está haciendo bastante popular de hecho Arthur está haciendo

experimentos para dos posibles medicamentos, que se venderán en

las boticaria de allá.

—¿Eres socio?

—Si… ahora mismo estoy invirtiendo en el cacao, sí quieres

entrar eres bienvenido, necesitamos dos socios más…América es

un mercado virgen y sabes que a mí lo único que me mantiene

tranquilo es estar envuelto en nuevos proyectos. ¿Qué vas a hacer

James?

James le miró y asintió pasándose las manos con impaciencia

por el pelo.

—Acepte la invitación de Alexander precisamente para verla

Richard… la había visto acompañando a lady Victoria y no pude

dejar de pensar en ella…no niego de que me sorprendió el saberla

hermana de los Brooksbank, pero tú más que nadie sabes que

jamás me han importado esas cosas y en este punto estoy seguro

de que mi padre la aceptaría de buen grado si con ello puede ver un

nieto antes de morir…

—¿Tanto te interesa? —Richard lo observó detenidamente, sus

miradas se encontraron y James asintió.

—La sentí temblar en mis brazos y solo quise abrazarla, eso

nunca me había pasado antes.

—Entonces habla con el buitre y pídele que te permita cortejarla

de lo contrario tendrías que seguirla como un petimetre cualquiera

en los salones de bailes y ya estamos viejos para eso.

James ladeó la cabeza y sonrió

—Pensarán que buscó alguna viuda como amante nadie

pensara que James Seymour marqués de Lennox, busca una

esposa y además mucho más joven.

Richard se carcajeó, mientras seguían el sendero de regreso a la

mansión.

Capítulo 15

Mary se miró en el antiguo espejo ovalado en la habitación de

Victoria sin poder reconocer a la mujer que se reflejaba en él.

Victoria no le había permitido vestirse en su recamara, había

insistido en que la arreglaran en su habitación. El vestido era como

siempre soñó, el corpiño se ajustaba a sus pechos haciéndola lucir

más pechos de los que tenía, pero estaba segura de que eso le

sacaría a Jack una sonrisa, estaba segura que haría un tremendo

esfuerzo para mantener sus manos apartadas de ella. La ceremonia

seria en la pequeña capilla del ducado, luego sería oficiado el

bautizo de la pequeña Alexandra. Luego tendrían la cena de

Navidad que había sido planeada con mucho esmero por el ama de

llaves y el cocinero principal de la casa. Mary no podía dejar de

estar agradecida por todas las felicitaciones en especial, la del

duque de Sutherland quien había insistido en llevarla del brazo

hacia el altar, en gratitud por ese amor incondicional que le

profesaba a su hija Victoria, la había hecho llorar ante las palabras

porqué siempre había sido incondicional hacia su amiga y hermana.

Allí de pie frente a ese espejo supo que había tenido mucha suerte,

no todas se ponían ese vestido para casarse con su príncipe azul,

ella si lo estaba haciendo Jack era el príncipe que ella había

escogido, un hombre curtido, sobreviviente de la miseria extrema, su

hombre había crecido dentro de lo feo, lo inhóspito y había

sobrevivido. La miraba con ternura, la trataba con respeto estaba

segura que sería un compañero de vida a quien podría confiarle sus

hijos y el hogar que siempre había deseado para ella. Su vida

comenzaba en un día muy especial, el día del nacimiento de ese

hombre que todos llamaban Jesús y que sus padres le enseñaron

amar. Se convertiría en Mary Brown una mujer con esposo.

—¡Estás hermosa! —le dijo Victoria acomodando el velo a sus

espaldas.

—Lo cierto es que pareces un ángel…aunque bien sabes que no

lo eres. —la provocó Jane.

Mary levantó una ceja mirándola a través del espejo.

—Prepárese milady porqué usted será la próxima, el conde le

tiene la soga al cuello y estaré en uno de los banquillos de la iglesia

viéndola dirigirse a la horca.

—¡Mary! —le gritó Victoria mirándola con la boca abierta.

Jane se rio, ante las ocurrencias de la dama de compañía de su

amiga, sin embargo, algo le decía que no estaba lejos de la verdad,

su situación con el conde siempre la hacía sentir como si esa soga

la fuese ahorcar en cualquier momento.

—Estoy de acuerdo con Victoria, estas sublime Mary pareces un

hada. —Isabella la miró sonriente a sus espaldas.

—Gracias señoritas es mí cuento de hadas y voy hacer todo lo

que este a mi alcance para que dure por siempre.

—Eso es imposible —le dijo Jane acercándose.

—Milady los cuentos de hadas los hacemos nosotras mismas, no

debemos esperar a que el destino se apiade de nosotras y se nos

hagan realidad…debemos ir tras él y hacerlo nuestro. Yo misma

busqué a mi príncipe, yo fui por él y lo atrapé sin darle tiempo a

pensar… de la misma manera deben hacer ustedes, un hombre se

puede reformar y sino pues… métodos extremos.

—¡Mary! Que te conozco y se de lo que hablas cuando dices

extremo. —Victoria la señaló con el dedo, mirándola a través del

cristal mientras terminaba junto con Isabella de acomodar la falda

del vestido.

Un fuerte toque e la puerta, interrumpió la respuesta que Mary

tenía en la punta de la lengua.

—Adelante —gritó Victoria sin volverse.

—Señoritas han venido por la novia el carruaje nos espera ya

todos están en la capilla —el duque de Sutherland entró

saludándolas sonriente, era un hombre alto, que a pesar de los años

se mantenía activo en los clubes de caza. Miró a Mary con cariño.

—Estás preciosa querida, tu padre estará muy orgulloso cuando

le cuente como se ha casado su hija. —el duque le beso la mano,

sonriéndole.

—Padre la vas hacer llorar. —le advirtió Victoria.

—Vamos que nos esperan abajo y quiero ver la cara de

Antonella, tu madre no le permitió quedarse, todas esas damas van

asistir a la ceremonia…estoy sorprendido de la visita de todo ese al

querré algo me dice que andan haciendo algún hechizo.

—¡Padre! —Victoria no pudo evitar sonreír y sus amigas

tampoco.

—Me guardan el secreto. Si la duquesa se entera tendré

penitencia por muchos días. —les dijo el hombre guiñándole un ojo.

El viaje hasta la capilla había sido rápido, habían limpiado el

camino para que los carruajes pudieran transitar más fácil. Mary se

sujetó del brazo del duque de Sutherland con los nervios a flor de

piel, ese era el gran día de sus sueños, lo único que lamentaba era

la ausencia d su anciano padre; pero estaba segura de que le

estaba enviando todas sus bendiciones, al mirar la pequeña iglesia

llena de flores no pudo evitar que una gran sonrisa aflorara a sus

labios bajo el fino velo de tul. El coro comenzó a cantar el tradicional

“coro nupcial” de Lohengrin.

Entrad en paz al son nupcial

donde os espera el amor conyugal.

Con lealtad y hondo sentir

fidelidad hará firme la unión,

¡ven paladín de fe y virtud!

Abandonad el ruido de la fiesta,

entrad al reino de vuestra dicha,

dejad el mundo, vano esplendor,

os guíe aquí tan solo el amor.

Se aferró con fuerza al brazo del padre de Victoria quien, le dio

unas palmaditas sobre la mano para tranquilizarla. Jack no podía

apartar la mirada de la hermosa visión de la mujer que entraba por

las puertas de la capilla, nunca pensó que estaría frente a un altar

esperando por la que sería su esposa, su vida había estado llena de

violencia y sangre, cuando creces en un ambiente como ese los

sueños se desvanecen y en lo único que piensas es en sobrevivir, al

próximo golpe que la vida te dará, jamás había esperado ser

premiado con una mujer como Mary, y ahora a punto de hacerla su

esposa no podía dejar de temblar.

—Hermosa la futura señora Brown. —le susurró Nicolás alias el

buitre a su lado.

—Si… la más hermosa. —le dijo distraído viendo como el duque

le sonreía antes de entregarle a Mary.

—Espero que la respetes y la protejas, muchacho.

—Así será señor. —le prometió solemne.

Mary se apoyó en los brazos de Jack, escuchando al padre

comenzar la ceremonia. Pronunció los votos con solemnidad

sabiendo que alguno que otro se los pensaría en especial lo de

obedecer, pero todo no podía ser idílico así que cruzo los dedos

debajo del arreglo floral y aceptó mirando angelical al padre.

Cuando llegó el esperado beso no pudo evitar parar la trompita

cuando Jack le subió el velo, desde que su ahora marido la había

hecho pecar de manera tan descarada en el carruaje rumbo a la

costurera no había dejado de pensar en esa lengua tan traviesa e

impúdica. Jack la miró divertido y sin poder evitarlo le agarró

dándole un apasionado beso de lengua que hasta el padre suspiró,

Jack Brown era del East End de Londres donde los hombres no se

andaban con rodeo.

Mary se agarró a su casaca para no caerse de bruces ante

semejante beso, el muy ladino le había chupado la lengua frente a la

nobleza y se quedaba como si nada. Abrió los ojos lentamente y sin

poder evitarlo se tocó los labios para asegurarse que seguían en su

boca, sintió el carraspeo del hombre al lado de Jack.

—Que beso hermano. —le murmuró Nicolás evitando soltar una

carcajada frente al padre que no sabía dónde meter la cara de la

vergüenza, en todos sus años oficiando la misma ceremonia no

había visto un hombre tan impetuoso como el señor Brown.

—Por favor, lady Victoria acerqué a la niña para oficiar la

ceremonia del bautizo, los padrinos. El padre se apresuró acomodar

a los novios al lado izquierdo del altar mientras los monaguillos se

acercaban, Jane tenia a Alexandra en los brazos, Richard, el conde

de Norfolk se paró junto a ella con el duque y la duquesa de

Cleveland a su lado. Jane miraba embelesada a la niña en sus

manos, se había sorprendido mucho cuando Victoria le pidió ser la

madrina, especialmente porque ella todavía no estaba casada.

Sintió la mirada de Richard sobre ella y no pudo evitar devolverle la

mirada, sintió la conexión inmensa que había entre ambos, todo

había cambiado desde su encuentro en Irlanda, sabía que él no se

daría por vencido estaba clara que solo le estaba dando tiempo y

con su mirada le hizo entender que ese tiempo se estaba

terminando.

—¿No te parece que el conde de Norfolk mira más de lo

adecuado a tu hija? —le preguntó la duquesa de Sutherland a la

marquesa de Sussex.

—Dios te escuché, Margaret y el conde nos quite ese calvario

que tenemos como hija. —le contestó la mujer mirando con interés a

su hija junto al conde.

Ya era bien entrada la tarde, cuando todos los invitados se

dispusieron a entrar al elegante comedor de la mansión de los

duques de Cleveland. Se había dispuesto un decorado navideño,

festivo de la época las lámparas en forma de araña refulgían con

sus velas encendidas, habían colocado estratégicamente

muérdagos en algunas salidas lo que hizo cuchichear a varias de las

matronas. Era la primera Navidad de los duques de Cleveland juntos

y la cena había sido planeada con mucho esmero.

—Demasiado hombre soltero en esta cena… Antonella. —le

murmuró la duquesa de Cornualles a la duquesa de Wessex.

—Si querida pero créeme que no tardaran en estar casados.

Especialmente el conde Norfolk… luego está el marqués de Lennox

y el duque de Nuthemberland.

—Hacía mucho tiempo que no les veía…no frecuentan los

salones de bailes. —le contestó la duquesa de Cornualles.

—No querida estos han sabido escabullirse… hasta ahora.

—Cuenta conmigo Antonella, estoy en deuda contigo y es algo

que me tomó muy en serio. —Antonella asintió mientras se dirigían

al comedor para la cena de gala.

—Querido que feliz me siento por nuestra hija. —le susurró

Margaret la duquesa de Sutherland a su marido mientras se dirigían

al banquete en el comedor principal.

—Alexander ha sido un gran acierto, no puedo dejar de sentirme

aliviado al saberla tan amada. ¡Que hermosa mi nieta! —le contestó

llevando a su duquesa del brazo.

—Alexander te comentó que ya está prometida en matrimonio.

—le susurró para molestarlo.

—El futuro duque de Richmond no me da buena espina, ese

muchacho es demasiado guapo para su bien. —Margaret no pudo

más que reír ante la ocurrencia de su marido, era muy poco lo que

podrían hacer si el futuro duque mantenía la palabra dada al

marqués de Cleveland. Margaret rogaba que pudiesen ver a sus

nietos casarse, porqué ya veía a Carl y a George como sus nietos.

Capítulo 16

Las parejas se iban uniendo según la disposición de Victoria

dada al ama de llaves, Jane se sorprendió al ver el brazo del conde

de Norfolk esperando por ella, había escogido para la cena un

vestido en rojo que hacia resaltar más su cabellera casi blanca, su

corset había sido apretado al máximo dando una visión muy sensual

de sus pechos, se le acelero el corazón al verlo mirar su busto con

intensidad.

—Estás arrebatadora valquiria. —le susurró mientras caminaban

detrás de los duques de Richmond.

—Gracias milord —le respondió cohibida, así se sentía siempre

en frente de él, sumisa anhelante.

—Te veías hermosa con la niña en brazos. —continuó Richard

aprovechando la cercanía.

—Milord…

—¡Eres mía! valquiria. —respondió con voz ronca.

—Y usted milord ¿es mío? ¿Me pertenece? —Richard tensó la

mandíbula hasta casi hacerse daño, desde que habían estado en

Irlanda tenía claro los sentimientos de Jane…pero maldición él era

un hombre con demasiado camino recorrido para ponerle en

bandeja de plata su corazón a una niña de dieciocho años. Se

mantuvo mirando en frente y no le respondió a ninguna de las dos

preguntas.

Alexander, duque de Cleveland caminaba junto a su esposa

hacia la cena de gala en el salón comedor, acarició con ternura la

mano enguantada de su pequeña esposa que descansaba en su

brazo. Casi terminaba el año, y el solo podía estar agradecido por el

nuevo rumbo que su vida había tomado, a su lado caminaba la

mujer que se había robado por completo su corazón, arriba en la

habitación infantil dormía su hija fruto de ese amor arrebatador que

le llegó cuando menos lo esperaba. Y sus dos hijos estaban

reunidos con sus amigos en un salón adyacente al de la cena

formal, para que pudieran estar más relajados. Solo podía dar

gracias, era una noche muy especial, tenía bajo su techo a varios de

sus mejores amigos, hacían muchos años el ducado de Lancaster

no celebraba la Navidad. Sabía que esta cena de gala, sería la

primera de muchas.

—No puedo creer que Victoria me haya hecho esto. —murmuró

Carina mirando la mano extendida del duque de Nuthemberland

para caminar hasta el salón.

Eduardo le observó, a través de su máscara y tuvo que hacer un

esfuerzo para no romper en carcajadas, frente a los invitados que

esperaban ser juntados con la pareja que caminarían hasta el salón

de la cena de gala de Navidad de los duques de Cleveland, había

tenido que hablar con Henry el mayordomo, para asegurarse de

llevar de su brazo a la deslenguada lady Carina Wellington. Pero es

que al parecer los años le habían vuelto masoquista, eso era lo

único que explicaba la manera como disfrutaba de sus insultos.

—No puede negar milady que soy el único caballero presente

que está loco por usted. —Carina le miró sin poder ocultar el asco

que le producían sus palabras.

—Además de tuerto, mentiroso. Esto cada vez empeora milord

—le murmuró mientras ponía su mano enguantada en su brazo para

seguir la larga fila, se giró para ver a su padre sonriéndole, y se

aferró más al brazo del duque, lo que le faltaba su padre se había

dado cuenta de la insistencia del duque por su persona.

—¿Qué sucede? —le preguntó intrigado al ver su expresión.

—Camine milord está obstruyendo el paso, soy yo la coja y al

parecer de los dos soy la más ágil, tanto sol le ha fastidiado el

cerebro. —Eduardo comenzó a caminar sorprendido por la

desfachatez de la joven pero también había visto el interés del

duque de Wellington por la unión de ellos como pareja y pensaba

utilizarlo a su favor.

—¿Cuándo me dejara verle la pierna? —Carina casi cae de

bruces, el rápido la agarró por la cintura evitando la caída, Carina se

disculpó con los marqueses de Wessex que venían detrás.

—Es usted un rufián señor. —susurró bajito acercándose más al

duque.

—Porqué le quiero ver la pierna y lamérsela toda hasta llegar…

—sintió un pisotón que lo hizo detenerse abruptamente otra vez. Al

mirar hacia atrás vio al duque de Wessex con la ceja levantada,

sabía que ese viejo era de armas tomar, se hacia el santo frente a la

duquesa pero él lo conocía bien, había sido amigo de su padre.

Agarró fuertemente la mano de su compañera y continuo la marcha.

—Es usted un pervertido milord —lesusurró casi escupiendo las

palabras.

—Cuando le agarre milady ya se va a enterar de lo pervertido

que soy. —sentenció mirándola de reojo. Ocasionando que Carina

se sonrojara, algo poco frecuente en ella, había pocas cosas que

escandalizaban a lady Wellington.

Juliana miro cohibida el brazo del hombre que el mayordomo le

señalaba, nunca había estado antes en una cena de gala y se

sentía nerviosa al ver a todos con vestiduras tan formales, era de las

pocas mujeres que no llevaban tiaras en su cabeza. James le

extendió el brazo sabía que estaba siendo observado por los

hermanos de la joven; pero le importo una mierda, el tenia sangre

de High Lander en las venas, pocas cosas lo hacía dar un paso

atrás, y si tenía que enfrentarse a los Brooksbank lo haría de eso no

tenía dudas.

—Esta hermosa milady. —le murmuró poniendo suavemente su

mano enguantada sobre su brazo.

—Gracias milord es mi primera vez en una cena tan formal. —

Juliana seguía aprensiva la larga fila, de invitados.

—Le aseguro que no es nada del otro mundo. Estaré a su lado

nada saldrá mal, no lo voy a permitir.

Juliana se giró a mirarle, y le sonrió tímida todavía recordaba el

calor de sus fuertes brazos sujetándola con fuerza. Y por alguna

extraña razón creyó en las palabras del marqués. Le asintió y vio un

brillo especial en su mirada.

James se metió la mano con disimulo dentro de su chaqueta y

sacó de su bolsillo un pequeño estuche. Lo puso en la mano que

descansaba en su brazo. Juliana giro la cabeza y le miro

interrogándolo.

—Mañana partiré temprano a Londres, no es correcto darle un

obsequio, pero deseo hacerlo, no tengo tiempo para explicarme y en

la mesa estaremos acompañados.

Juliana cerró la mano sobre el pequeño estuche y asintió

mirando nuevamente al frente sentía que el corazón se le salía del

pecho. Pero había sentido la urgencia en la voz del hombre, no fue

capaz de despreciar su regalo.

Julián Brooksbank no le quitaba la mirada de la espalda al

marqués de Lennox, había visto la decisión del hombre en su

mirada, iba tras Juliana y no estaba seguro como buitre

reaccionaria. Se le hacía difícil poder creer que estaba

verdaderamente interesado en su hermana, Juliana era una joven

bellísima; pero no tenía lo que se esperaría para la esposa de un

marqués.

—No creo que este jugando con su hermana. —Isabella que

caminaba junto a él, interrumpió sus pensamientos.

—Es un hombre pelirroja, al final todos queremos lo mismo.

—El marqués de Lennox pertenece a grupo cerrado de hombres

que por años le han dado la espalda al matrimonio, de hecho, es la

primera vez que le veo llevar del brazo a una dama soltera.

—¿Entonces?

—Envíe a alguien a vigilarlo… pero manténgase apartado, no le

niegue la posibilidad a Juliana de ascender a una posición donde

será respetada.

Julián asintió mirando al frente, se sentía incómodo entre toda

esta mierda, era una insensatez todo lo que hacia esta gente para

comer un poco de comida.

—Te has escondió de mi pelirroja; pero ya es tarde, tú te metiste

sola en mi cueva y ahora ya no hay vuelta atrás.

—Eso lo veremos. —Le contestó Isabella entre dientes—, no

harás con mi cuerpo nada que yo no quiera. —arremató

desafiándolo.

—Y quien te dice que no lo vas a querer…créeme relincharas

por más como una yegua en celo. —le contestó con una media

sonrisa sin mirarla.

—Maldito infeliz… —murmuró rabiosa, con unas ganas

inmensas de sacar su arma y pegarle un disparo el imbécil se lo

tenía bien merecido. A ella no la iba a tratar como a una ramera

cualquiera.

Mary miró sonriente a Jack junto a ella, sabía que estaba a punto

de subirla a un carruaje y llevársela de la dichosa cena. Pero no

podían hacerles ese desaire a los duques qué también se había

portado con ellos. Habían cuidado el más mínimo detalle de la

ceremonia religiosa y ahora les estaban festejando como los

invitados principales de una cena de gala, a ellos un

guardaespaldas y una dama de compañía. Les estaría eternamente

agradecida.

—Créeme que no volveremos a estar en una cena como esta. Te

prometo que cenaremos en nuestra casa reunida con nuestros hijos

y el perro ovejero que nos quedamos.

—Dos Mary, decidí quedarme con una pareja —le dijo sonriendo.

Por petición de él no se había quitado el vestido, él quería hacer esa

tarea más tarde en la noche.

Fueron los últimos en entrar al salón del banquete, los recibieron

con aplausos y muchas sonrisas. Mary buscó a Victoria con la

mirada, y le balbuceo un gracias, a lo que su amiga le guiñó un ojo.

Fue una cena que siempre guardaría en su corazón, las divisiones

en las clases sociales son reales han existido desde el principio de

la humanidad, lo cierto es que cuando amas de verdad buscas la

manera de que esa división real que no podrás cambiar te permita

mostrarle a la persona que amas, tú amor incondicional esa es la

verdadera amistad y Mary junto a Victoria son la prueba de ello.

Capítulo 17

Llegaron al 'cottage' bastante entrada la noche, Mary se quedó

parada en medio del salón sorprendida por el árbol de Navidad, al

parecer Jack había estado muy ocupado, la chimenea encendida

daba una sensación de bienestar que la envolvió. Sintió los brazos

de Jack abrazándola desde su espalda y suspiro de placer.

—He soñado todo el día en desnudarte aquí frente a la

chimenea, con nuestro primer árbol de Navidad como fondo.

—Te amo Jack.

—Te amo Mary, para siempre.

Sintió los labios de Jack con ternura en su cuello, cerró los ojos y

se dejó llevar por mágico momento, afuera la nieve caía lentamente

mientras Mary se entregaba al amor de su esposo. Unos brazos

seguros, una roca firme en su futuro, un hombre en quien podría

confiar ciegamente.

Jack sin perder tiempo sacó un pequeño cuchillo de su casaca, y

sin preguntar le desgarró el vestido, Mary al escuchar el desgarre y

sentir el vestido abrirse se carcajeó, había sido demasiado para él,

tenerse que reprimir tanto, ella esperaba que la costurera pudiera

hacer magia porque deseaba que lo utilizara su hija, si era de Dios

que tuvieran una.

—Lo siento…pero estoy demasiado ansioso. —le susurró ronco

en la oreja mientras se quitaba su casaca y desanudaba el

intrincado lazo de su cuello. Mary se sorprendió del arte de su

esposo para desnudarla, cuando quiso quitarle la camisola ella se

giró, y no pudo evitar que se le abriera la boca por la sorpresa, Jack

era hermoso, no tenía que tocarlo para saber que su cuerpo era

duro, lo miró con interés al ver cicatrices en su pecho y piernas.

—Trabajé en el puerto muchos años, allí hay que tener buenos

brazos para sobrevivir. —le dijo distraído mirando su cuerpo con la

camisola, Mary estaba de pies frente a la chimenea lo que le

permitía a Jack una mejor visión de sus pechos. Solo había una

pequeña lamparilla de gas encendida, por lo que estaba un poco

oscuro. Lo había planeado así porqué a pesar de lo envalentonada

que siempre era Mary, Jack estaba seguro de que sentiría un poco

de pudor, y no se equivocó sintió la renuencia de su esposa a

quedarse por completo desnuda frente a él.

—Ven Mary…

—No se supone que esto se haga en el dormitorio.

Jack le negó con la cabeza, sin poder apartar la mirada de sus

pechos que ahora estaban duros. Mary lo miró con suspicacia bajo

la mirada buscando que lo tenía tan distraído y se vio los pechos a

través de la delgada camisola, levantó la mirada rápidamente

mirándolo acusadora.

—¡Jack Brown me estás mirando los pechos!

No le contestó se acercó, tomándola en brazos y la tumbo con

cuidado junto a él, frente a una gran manta de piel de oveja que

había instalado el dia anterior. Le asaltó los labios, a Mary era mejor

tenerla callada, no pudo evitar sonreír contra su boca al sentirla

suspirar, la recostó contra uno de los cojines que había colocado

estratégicamente, continuando el recorrido lento, pausado sin prisa

por su cuello, tenía toda la madrugada para ellos dos, no tenía

deseos de apresurarse.

—Sabía…que eras de pensamientos muy sucios Jack Brown. —

le susurró sin aliento al sentir la corriente que le recogía por todo el

cuerpo al sentir la lengua de su marido por todo su cuello,

descendiendo por sus hombros.

—Te voy a besar cada rincón de tu cuerpo mujer, me has tenido

sufriendo muchísimas noches. —le dijo roncó bajando su camisola

dejado sus cremosos pechos al descubierto, les miró embelesado la

piel de Mary no tenía machas, sin poder contenerse más se acercó

a uno de ellos y lo acunó en sus labios, se alimentó lo succionó con

los ojos cerrados incapaces de apartarse aunque la vida hubiese

dependido ello. El grito de sorpresa de Mary le llegó desde lejos ya

estaba envuelto totalmente abrazado por el deseo de hacerla suya.

El estrecho con más fuerza mientras se movía sin abrir sus ojos a

mimar el otro pecho, sintió las manos de Mary acariciando su

cabello, el calor de su cuerpo se incrementaba aumentando las

sensaciones. Rasgo su camisola, y dio gracias de haberse

desnudado por completo antes de tumbarse allí con ella, porque

sentía su cuerpo en llamas. Esto era entregarse, este era el

verdadero éxtasis de beber del cuerpo amado, la pego más a él,

sintió el instante en que su verga se encontró con la el centro cálido

de Mary, y bajo sus manos acercándola más a él.

—Jack…

—Déjate llevar… todo lo que sentimos es hermoso es correcto

Mary así debe ser entre dos personas que se aman. —le susurró

contra sus pechos.

La cabeza de Mary cayo hacia atrás, dándole a Jack mejor

acceso de su cuerpo. Se incorpore sobre ella colocando el cuerpo

de la mujer entre sus piernas, con delicadeza la acaricio

íntimamente con sus dedos, se agito más al sentirlos empapados

con sus jugos, inhalo con fuerza y sin ningún pudor se los llevó a la

boca y los lamió, mirando a su mujer con intensidad, Mary respiraba

agitada sentía una necesidad apremiante en su entrepierna.

—¿Me dejarás entrar? —le preguntó con los ojos entrecerrados

todavía lamiendo sus dedos.

Mary asintió sin poder articular palabra, la imagen de Jack la

excitaba la hacía sentir cosas de las que nunca se hubiese atrevido

a pensar antes.

—Estás bastante mojada… pero te dolerá Mary, soy un hombre

grande… te prometo que iré despacio y solo será esta vez.

El regresó su mano al centro de su mujer, y comenzó de nuevo

acariciarlo lentamente mientras estimulaba su rosado clítoris, se

sujetó con la otra mano su verga y despacio la llevó hasta la su

empapada entrada. Acariciándola suavemente de abajo hacia

arriba, Mary gemía sin control moviendo la cabeza de un lado a otro

por la intensidad de las caricias, Jack no le dio tregua, embelesado

como su hombría se desplazaba de abajo hacia arriba

empapándose con los jugos de su mujer.

Jack se mantenía arrodillado sobre ella, pero podía sentir las

piernas de Mary temblando sin control.

Mary gritó sin control al sentir el fuerte orgasmo que le sobrevino

a las caricias que Jack le estaba haciendo. Jack levantó la mirada y

sin darle tiempo a pensar entró en ella de una sola estocada,

agarrándola fuerte por las caderas. Mary se incorporó aferrándose a

él, por la mezcla de dolor con el placer de un orgasmo tan explosivo.

—Tranquila preciosa ya me estas acunando por completo dentro

de ti. —le susurró mordisqueándole el oído con sus dientes. Mary lo

atrajo fuertemente hacia ella.

—Quiero sentir tu peso, sobre mi cuerpo… me siento llena de ti

Jack.

El hombre estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para no

perder el control, el cuerpo le pedía moverse hasta que su simiente

la empara por completo. Sentía las manos de su mujer acariciándolo

por la espalda y tuvo que buscar aire, un gemido se escapó de sus

labios al sentirla acariciar sus glúteos aprisionándolo más hacia ella,

el sudor de sus cuerpos se mezclaban, el olor a violetas que

siempre la acompañaba lo sentía impregnado en toda su piel.

—Jack muévete por favor, necesito sentirte…

—Mary…

—¡Maldita sea! Muévete Jack Brown muéstrame el hombre del

East End con el que me casé. —eso fue todo lo que Jack necesito

para lanzarse como un loco a una cabalgata sin piedad sobre su

mujer, sentía una fricción deliciosa en todo su glande, cerró los ojos

en éxtasis mientras su mujer gemía casi gritando por la fuerza de las

embestidas. Jack sintió cuando el orgasmo sacudió a Mary por

segunda vez, en ese mismo instante un inmenso orgasmo llego

hasta el arrasando todo a su paso haciéndolo echar la cabeza hacia

atrás gritando el nombre de Mary para no perder la cordura. Jamás

había sentido algo tan violento.

—Esto sé es joder… —murmuró cayendo sobre Mary que al

escucharlo se carcajeo abrazándolo.

—Espero que me jodas por siempre Jack Brown.

—No lo dude señora Brown.

Epílogo

Seis años después

—Esperó señoritas que tengan una buena excusa para estar en

esas fachas. —Mary miraba exasperada a su hija Mariana de cinco

años junto a Alexandra Cleveland de seis años.

—Teníamos a lulú con nosotras Mary, solo queríamos jugar con

los niños del pueblo… —explicó Alexandra mirando de reojo a

Mariana.

—Sí pero Alexandra se le da muy mal trepar a los arboles… —le

dijo Mariana levantando los hombros mirando a su amiga.

—¡Mentira! lo hago mejor que tú Mariana. —se giró Alexandra

olvidándose de Mary y mirando con las manos en la cintura a

Mariana.

—Bueno está bien; pero a mí se me da mejor nadar.

—¡Oh, por dios! ¿Qué paso? —Victoria se quedó de piedra al

entrar a la cocina y ver a su hija llena de barro…

—Honestamente Victoria no sé qué pasara con estas niñas. No

respetan nada, y se la pasan correteando como dos ovejas con los

hijos de los arrendatarios. —Mary las miró cruzando los brazos en el

pecho, mirándolas exasperadas.

Victoria se puso la mano en la frente, amaba a su hija; pero lo

cierto era que había sacado una vena rebelde que todavía no

estaba segura de donde había salido…porque sus hijos mayores

eran muy propios con muy buenas costumbres, en cambio,

Alexandra tenía que hacer mucho esfuerzo para no soltar sapos por

la boca.

—Madre solo fue un accidente…de todas maneras el barro nos

salvó de una dura caída. —le dijo Alexandra mirándose el vestido

lleno de barro.

—Eso es cierto Alex, por lo menos no dolió como la otra vez… —

se giró Mariana hacia Alexandra ignorando el semblante de su

madre.

—¡Cállate! —La urgió Alexandra tapándole la boca con las

manos sucias.

Mary y Victoria intercambiaron miradas, el vínculo entre las dos

niñas era tan estrecho que muchas veces Mariana se quedaba a

dormir con Alexandra. Alexander había insistido en bautizarla y

aunque Jack se mantenía reacio querían que la niña compartiera la

misma educación que Alexandra.

—Partiremos a Londres mañana, y estarán mucho más

encerradas niñas. —les avisó Mary.

—Cáspita, Mariana tendremos la niñera en nuestras espaldas. —

le susurró Alexandra agarrándose del brazo de su amiga.

—Ya se nos ocurrida algo…

—Mariana Brown tendré que hablar con tu padre sobre tu

comportamiento.

—Padre me comprende… —le contestó la niña retadora. Mary

hizo un esfuerzo para no sonreír, su hija era la consentida del señor

Brown, habían tenido tres hijos más, todos varones y prácticamente

clones de su padre y tíos. Sin embargo, Mariana era su viva imagen

y Jack no era capaz de verla llorar, le cumplía la mayoría de sus

caprichos.

—Eso es cierto Mariana mi padre también me comprende… —

asintió Alexandra, mientras Victoria le miraba sorprendida. Era cierto

que Alexander la mimaba; pero ella también lo hacía, sin embargo,

para su hija su padre era su príncipe azul, se desvivía por él.

—Suban que la doncella les llevara el agua para bañarse. Luego

recojan todo lo que se llevaran a Londres.

—Madre, tengo que buscar algunas cosas. —le rogó Mariana.

Mary le asintió y las niñas salieron corriendo con la enorme perra

ovejera detrás de ellas.

—Tendremos problemas Mary. —Victoria se acercó a su amiga y

le agarró el brazo mirándola preocupada.

—Ahora al mirar esas dos me doy cuenta de la suerte que tuve

contigo, por lo menos yo te libraba de las caídas, era y soy tu guía.

Mariana y Alexandra son iguales de rebeldes, boconas y sin ningún

respeto a las normas y clases sociales. —le dijo Mary mirándola de

reojo.

Victoria le asintió dándole la razón.

—Espero que el marqués de Richmond no se arrepienta de su

palabra con Carl. —le dijo Victoria mordiéndose el labio inferior.

—Mejor evitemos que se encuentre con la arpía de tu hija hasta

que ya esté en edad casamentera.

—¡Mary! —le gritó indignada.

—Son unas bribonas, pero la mía no ostenta un título la tuya sí,

así que lo mejor que hacemos es ocultarla porqué esa no va a

cambiar seguro le arrebata la fusta, que siempre lleva el marqués y

le arrea con ella. —Victoria no pudo evitar echarse a reír por lo

absurdo de lo que Mary planteaba. No podía imaginarse al orgulloso

duque dejarse pegar por su hija, más bien seria todo lo contrario las

veces que lo había visto junto a su hijo en los últimos años le

parecía más prepotente, debería conversar con su marido en el

futuro, si el comportamiento de Alexandra no cambiaba. Su hija no

necesitaba casarse, ella se había asegurado de crear un fidecomiso,

para asegurar la libertad de Alexandra.

Jack sentado en el cabezal de la mesa miraba con cariño a su

familia mientras Mary les pasaba los platos para que se sirvieran las

verduras y la carne asada. Jonás era el más pequeño, tenía dos

años, Justin tenía tres, Jack tenía cuatro y Mariana cinco. Desde el

principio Mary hizo del “cottage” su hogar, al contrario de lo que Jack

supuso Mary contrato personal para atender a Victoria cuando ella

se iba a su casa. Era muy estricta con esas doncellas ella misma las

supervisaba. En Londres era igual el duque había querido darles

unas habitaciones en la mansión de Mayfair, pero también para

sorpresa de Jack, Mary declinó el ofrecimiento y le pidió a Jack

comprar una casa cerca para ir y venir. Él se sintió muy feliz cuando

compró la casa, la consiguió en la calle Bond, cerca de May Fair con

la ayuda de buitre. Allí residían cuando estaban en Londres, Mary

contrató una pareja conocida del East End quienes le cuidaban la

casa mientras estaban en el campo. Al mirarles una sensación de

bienestar lo inundo, tenía muchas cosas por las que dar gracias.

Sus primeros años de vida habían sido duros, pero ahora al mirar a

su familia sentía que todo había valido la pena, cada paliza, todo

ese frio y hambre lo había llevado a encontrar la otra mitad de su

alma. Mary era su centro, todo giraba en torno a ella, su sonrisa era

una de las cosas que más le hacía feliz. Luego sus hijos que de la

mano de su esposa sabía que serían buenos hombres, Mary no les

permitiría torcerse. Y en cuanto a su hija… pues ya tenía preparada

su vieja pistola, no permitiría que algún rufián viniera a mancillar a

su princesa. Si él tuvo que esperar por su madre pues tendrían que

esperar que él le diera la gana acceder a ese cortejo.

—¿Jack? —Mary le tocó el brazo, le estaba hablando desde

hacían unos minutos y él parecía en otro mundo.

—Doy gracias Mary, por la vida, por mi familia, por ti. Te amo

mujer.

Mary se quedó sin palabras al ver todo ese sentimiento reflejado

en sus hermosos ojos ambarinos.

—Yo me voy a casar solo cuando me digan esas palabras,

padre. —interrumpió Mariana metiéndose un trozo de carne en la

boca.

—Yo con una mujer tan bonita como madre. —le dijo Jack

metiéndose unos guisantes a la boca.

—¡Qué asco! —dijo Justin peleando con su pedazo de carne.

Jack y Mary para asombro de sus hijos se besaron, con la misma

añoranza de la primera vez. Cuando encuentras tu verdadero

príncipe azul la antorcha no se apaga jamás.

FIN

Futuros proyectos:

1- El año comenzará con la historia de Nicolás Brooksbank, UN

BUITRE AL ACECHO, esta novela ya está comenzada y el

personaje es muy distinto a los anteriores, de hecho. este personaje

se le adelanto a otros que estaban antes que él.

Mis protagonistas principales son los masculinos, las mujeres

son el complemento; pero la historia gira en torno al personaje

masculino…creo que la duquesa de Ruthland será la excepción de

la regla.

En el caso de buitre, el siente que no tiene derecho a tocar una

mujer como Kate, y eso le hará entrar en un conflicto entre Nicolás y

Buitre porque en el caso de este personaje dentro de él viven dos

personalidades totalmente opuestas que por las circunstancias de la

vida es buitre quien lidera, Nicolás tratara de emerger de su interior

y conquistar a lady Kate.

2- Richard Fitzalan, conde de Norfolk será la próxima novela el

prólogo está escrito, y aunque ellos han tenido varias escenas en

las novelas anteriores no las incluiré en su historia, odio leer

escenas repetidas de libros anteriores por lo que serán cambiadas y

editadas de manera que no sean iguales. Este personaje a mí se me

fue de las manos, mientras escribo esto me estoy riendo, porque no

tengo la experiencia para desarrollar este personaje, estamos

hablando de un hombre de cuarenta años con unas inclinaciones

sexuales no habituales, más para el siglo XVIII y para completar

siente una fuerte pasión por una joven de dieciocho años, por eso

iré despacio releyendo lo que escriba para ver si lo subo en verano.

(si se termina antes se sube inmediatamente).

3- Luego está la primera novela de la serie de LAS BASTARDAS,

quiero que sepan que este personaje no se ni de donde salió,

estaba conduciendo y de pronto Hugh Grosvenor se me aparece y

quiere su historia. Hay una lectora española que en su reseña me

puso que debía arreglar los problemas de ortografía, pero que

imaginación eso yo tenía, me reí muchísimo con el comentario

porqué aunque todo lo escribo en la computadora, en una libreta

creo los perfiles de las historias y creo tener trabajo para muchos

años. Eso sin contar las contemporáneas que honestamente ni idea

cuando poder escribir una de esas historias que tengo escritas en

esa libreta. Lo que si es que si ven una novela contemporánea con

Victoria Wyc pues esa soy yo. Bea cuenta novelas históricas.

Porqué eso es lo que hago comparto con ustedes mis historias.

4-Por ultimo voy a intentar escribir la historia de James, será una

historia con un tinte humorístico al pobre le pasara de todo

intentando seducir a Juliana. Y sus tres futuros cuñados detrás de

él.

5- Como ven la duquesa de Ruthland que es una historia muy

sufrida, es la hija de un duque que se casa y es exiliada por su

marido el duque de Ruthland, al que a Richard le gusta patearle el

culo. no sé si será para el 2021 porque son tramas más

complicadas. Ya lo sabremos en el camino, porque la historia que

estoy escribiendo honestamente se está escribiendo sola todo viene

a mi cabeza sin ningún esfuerzo.

6- Y por último mencionar que en la historia de buitre salen

nuevos personajes, pero hay uno de ellos que a mí en lo personal

me ha fascinado, Frederick Evans duque de Saint Albans. Es un

hombre de cuarenta y tres años con una visión de la vida muy

futurista con el estaré presentando lo que se conoce hoy dia como

cannabis, pero para esa época. así que si lo quieres conocer no

dejes de acompañarme en las próximas novelas.

Nuevamente muchas gracias a todos los que me leyeron, a

todos los consejos, una lectora quiere un poco de suspenso veré

como puedo incorporarlo sin que sea el protagonista de la historia.

Tengo una lectora que me pidió menos personajes…a ti creo que no

te voy a poder complacer porque ellos aparecen de la nada, hasta

yo misma alucino con ellos. Y por último una señora pidió menos

cama, pues en mis novelas solamente encontraras dos escenas

eróticas una sin concluir y otra completa. Aunque puede darse de

dos completas pero no habrá más de dos escenas. Una novela

actual debe tener un grado de erotismo, porque las lectoras actuales

de romance lo esperan. Así que aunque trato de ser lo más

cuidadosa con esas escenas si le incomodan pero le gusta la

historia tiene mí permiso para pasar las páginas, sin pena ni gloria.

Trato de leer todas las opiniones. Aprendo y tomó nota de lo que

me dicen así que si tienes alguna petición déjamela saber en

Amazon. La novela del duque de Cleveland esta en corrección,

estoy utilizando una herramienta de la web para ello, porque

desgraciadamente los correctores cobran muchísimo y como he

dicho antes esto para mí es un pasatiempo, es más escribo para la

lectora que vive en mí.

GRACIASSSSS mil





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