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Hermann Hesse Cartas escogidas 13

1/2 de abril de 1959

  Querido doctor Unseld:

  Envidio de todo corazón a mi amigo Peter por haber concluido con sus padecimientos y sus luchas. Por supuesto, me causa un profundo dolor que me haya precedido en la muerte. Cuento entre las cosas positivas de mi vida, haber podido prestarle mi colaboración para organizar la nueva editorial después del martirio sufrido durante la época de Hitler y la decepción que le causó la vieja editorial.

  Ahora usted ocupará su lugar y le deseo energía, paciencia y jovialidad. Es en verdad una bella y noble actividad la que realizará, pero a la vez difícil y de suma responsabilidad. Como suele decirse, el editor debe «marchar al ritmo de la época». Sin embargo, no habrá de adoptar simplemente las modas imperantes, sino estar preparado para oponerles resistencia cuando sean indignas. En la adaptación y en la resistencia crítica se cumple la función del buen editor. Usted debe ser uno de ellos.

  De todo corazón me uno a su pesar por el amigo que hemos perdido y de todo corazón deseo que nuestro trabajo en común sea fructífero y grato.

  Suyo.

 

  A Gerta Grube, Bad Schwartau b. Lübec

Querida Gerta Grube:

  En realidad no debería contestarle en este momento.

  A cuatro semanas del cumpleaños mi mujer y yo estamos atendiendo aún el último montón de cartas sin leer. Pero la cita tomada del Stravinski[11] que usted transcribe no ha dejado de estar en mi mente desde entonces, de modo que le escribiré acerca de los pensamientos que despertó en mí.

  Para mí está fuera de toda duda que Stravinski es una persona muy inteligente y versada. Es una autoridad. Por consiguiente, tendrá razón también en lo que dice. En cuanto a mí, nunca tuve conciencia de ese defecto de Beethoven en una formulación tan directa. En cambio, me llamaron tempranamente la atención dos características de su obra y a medida que pasa el tiempo se toman más decisivas: una positiva y otra negativa. Sin embargo, destaco que no son juicios como el caso de Stravinski, ni reclamos de objetividad, sino sólo percepciones subjetivas y reacciones del gusto que con los años se han ido agudizando.

  Primeramente, me referiré a lo negativo. Lo único que me desagrada en Beethoven es cierta trivialidad de algunas ocurrencias melódicas y más aún la tenacidad, por no decir obstinación con las que por momentos insiste en tal melodía y la azuza hasta la muerte. Quizá mis palabras sean una blasfemia, pero el final de la Novena, desde que aflora la melodía para el poema de Schiller es, por cierto en lo referido a la dinámica, tan magistral y virtuoso como todo lo de Beethoven. Pero la mortal tortura de la melodía en sí algo vulgar se me antoja bárbara

Y ahora a lo positivo: quizá el insaciable goce de Beethoven por las variaciones de melodías extrañas guarde relación con la falta de potencia melódica. Para mí, lo mas hermoso de la obra de Beethoven reside en las sucesiones de variaciones y las que más me agradan son las variaciones sobre temas de Diabelli. Bueno, ya es suficiente. Le saluda afectuosamente H. Hesse.






DESTINATARIOS DE LAS CARTAS

  1904 Barón Alexander von Bernus,

  Convento Neuburg, cerca de Heidelberg,

  Barón Alexander von Bernus

  Convento Neuburg, cerca de Heidelberg

  1912 Wilhelm Einsle

  1916 Hans Sturzenegger, Bel-Air, Schaffhausen

  Kurt Wolff, Leipzig

  1917 Kurt Wolff, Leipzig

  1919 Samuel Fischer, Berlín


1925 Kurt Wolff

  1927 Oskar Loerke, Berlín

  Oskar Loerke, Berlín

  1928 Ninon Hesse

  Emmy Ball-Hennings

  Destinatario desconocido

  1929 Oskar Loerke, Berlín

  Señor T. G. M., Glatz

  1930 Al estudiante H. S., Troppau

  Señorita G. D., Friburgo

  Señorita G. D., Duisburg

  A un lector

  Señora M. W.

  Señor St. B., Naumburg

  Señor B. B., Solingen

  Hans Carossa

  Wilhelm Kunze, Nuremberg

  A un joven

  Señor F. v. W., Waldenburg

  A un lector en busca de consejo
1931 Thomas Mann

  Señora Mia Engel, Stuttgart-Degerloch

  Dr. P. Sch., Deutsch-Nettkow

  Señor R. B.

  Emmy Ball-Hennings

  A un hombre joven

  Thomas Mann, Múnich

  Señor F. Abel, Zúrich

  1932 Señora R. v. d. O., Hannover

  Thomas Mann

  A un joven de Alemania

  A la madre de un joven suicida

  Dr. Paul Schottky, Berlin-Zehlendorf

  Al hijo Heiner

  Señor P. A., Riebe, Charlottenburg

  Georg Winter, redactor de «Kolonne», Dresde

  Señorita E. K., Liebstadt

  A un joven problemático

  Señor F. Abel, Tubinga

  Dr. M. A. Jordan

A un adolescente

  Señora K. L., Stuttgart

  Señor Adolf B., Berlín

  Señor A. St., Jugendburg Freusburg, Sauerland

  1933 Gottfried Bermann, Chantarella, St. Moritz

  A la editorial S. Fischer Verlag, Berlín

  Señor H. Sch. Pohle en Oberlausitz

  Señor M. K., Dusseldorf

  Carlo Isenberg, Stuttgart

  Señorita Anni Rebenwurzel, Colonia

  A un estudiante en Potsdam

  Ernst Rogasch, Colonia-Nippes

  A la redacción del «Eckart», Berlín

  Rudolf Jakob Humm, Zúrich

  Thomas Mann

  Thomas Mann

  Thomas Mann

  Adolf B., Rotenburg (Hannover)

  Señora Br., Asesora de estudios

  Josef Englert, Fiésol

Thomas Mann

  Señor A. H., Pforzheim

  Señora Berta Markwalder, Baden

  1934 Wilhelm Gundert, Tokio

  Señor S., Hohenberg (Sajonia)

  Señora Johanna G., Cernauti

  A un estudiante de teología

  Max Machhausen, Colonia-Ehrenfeld

  Dr. M. Sp., Charlottenburg

  A la Comisión Directiva del PEN Club, Londres

  Otto Basler, Burg (Argovia)

  Señor H. L., Wiesbaden-Biebrich

  Profesor Toshihiko Katayama, Tokio

  Dr. Wilhelm Stämpfli, Berna

  Dr. C. G. Jung, Küsnacht

  Señor A. B., Gotinga

  Señor M. P.

  Profesor C. Brinkmann, Heidelberg

  A la editorial Philipp Reclam, Leipzig

  Señor H. M., Breslau
1935 A un redactor suizo

  A una lectora de Stuttgart

  Al vicario D. Z., Pehrbellin

  A la institución alemana que exigió a Hermann Hesse la prueba de su condición de ario

  Stefan Zweig, emigrado a Inglaterra en 1935

  Señor E. K., Andelfingen

  Profesor J. W. Hauer, Tubinga

  Señor J. F., Colonia

  Dr. J. L., Zúrich

  Thomas Mann, Küsnacht-Zúrich

  Señor H. M., Coblenza

  R. J. Humm, Zúrich

  1936 Thomas Mann, Küsnacht-Zúrich

  A la editorial S. Fischer, Berlín

  Dr. Eduard Korrodi, Zúrich

  Thomas Mann, Küsnacht

  Señorita H. B., Wolfratshausen

  1937 Georg Reinhart, Winterthur

  Señor P. U. W., Praga

  Profesor Arthur Stoll, Basilea

A un joven pariente

  Señor C. S., Mährisch-Ostrau

  Carta a un escritor exiliado

  Conde Wiser, Bad Eilsen

  Robert Mächler, Berna

  A un grupo de individuos jóvenes de Berlín

  1938 Señora H. R., Norrköping

  Señor Fr. A., Basilea

  Señor F. L., Zúrich

  R. J. Humm, Zúrich

  Oskar Laske, Viena

  Dr. Herbert Steiner, Zúrich

  A un erudito alemán

  1939 Señor H. B. de Hamburgo, en aquel momento en Londres

  Oskar Loerke, Berlín

  Señora A. B., Zúrich

  Kuno Fiedler, St. Antönien

  1940 Kuno Fiedler, St. Antönien

  Kuno Fiedler, Sr. Antönien

  Carta de condolencia escrita durante la guerr


Señor G. G., Copenhague

  Señora G. S., Berna

  Señor G. G., Copenhague

  1941 Señor W., Estocolmo

  Peter Suhrkamp, Berlín

  Dr. H. M., Burgdorf

  Señor L. M., Cannstatt

  1943 A un joven individuo

  Al profesor Robert Faesi, Zúrich

  1944 Profesor Emil Staiger, Zúrich

  Otto Engel, Stuttgart-Degerloch

  Rolf v. Hoerschelmann, Feldafing

  Señorita Charlotte Petersen, Dillenburg (Hessen)

  Profesor K. Kerényi, Ascona

  1945 A una lectora

  Al padre de un suicida

  Dra. Paula Philippson, Basilea

  Dr. O. D., Stuttgart

  Sra. Lise Isenberg, Korntal

  Obispo provincial Th. Wurm, Stuttgart

Al «Südkurier», Constanza

  Thomas Mann, Pacific Palisades, California

  1946 Dr. O. E., Stuttgart

  Wilhelm Schussen, Tubinga

  A un prisionero de guerra en Francia

  Dra. Paula Philippson, Basilea

  Señor L. E., Wietze

  1947 A una dama con penas de amor

  Dr. P. E., Dresden

  A una lectora de El juego de abalorios

  Thomas Mann

  Al poeta Lajzer Ajchenrand

  Thomas Mann

  A una joven niña

  1948 Sr. J. H., Hannover

  Thomas Mann, Pacific Palisades, California

  Señor H. D., Múnich

  Señor W. S., Riehen-Basilea

  1949 A un joven artista

  Academia Svenska, Estocolmo

Notas sobre el verano de 1949

  Señor K. St., Blecher cerca de Düsseldorf

  Señor K. K. en C.

  Señor A. Sch., Geislingen

  Dagens Nyheter, Estocolmo

  Martin Buber

  Señora Fr.

  Señor J. S., Lienham (Suecia)

  1950 Siegfried Unseld, Tubinga

  A una joven señorita

  Señor P. H., Salzburgo

  A un adolescente de diecisiete años

  A un joven de dieciocho años

  Thomas Mann, Pacific Palisades, California

  A la hermana Luise, Zúrich

  A un lector en Francia

  Thomas Mann

  1951 Señor K. Sch., Decize, Niève

  André Gide

  A un alumno


Felicitación a Peter Suhrkamp

  A una bachiller

  Thomas Mann, Pacific Palisades, California

  1952 Señora K.

  A una joven de dieciséis años

  1953 Thomas Mann

  Señor M.

  Hans Carossa

  1954 Hermann Scholz, Calw

  Señora I. S., Buenos Aires

  1955 A una joven niña

  Thomas Mann

  A un amigo

  A la Academia Alemana de las Artes, Berlín

  Profesor Dr. G. Burckhardt, Hanau, Bodensee

  Mr. Theodore Ziolkowski, Montevallo (Alabama)

  Señora H. S., Basilea

  1956 A un joven lector de Kafka

  Señora M. W.

  Señor P. H., Göppingen

Señor N. G., Karlsruhe

  1958 Dr. Curt Pfeiffer, Francfort del Meno

  1959 Dr. Siegfried Unseld, Francfort del Meno

  1962 Gerta Grube, Bad Schwartau (Lübeck)







HERMANN HESSE. Nació el 2 de julio de 1877 en Calw, Alemania y murió en Montagnola, Cantón del Tesino, Suiza, el 9 de agosto de 1962. Novelista y poeta alemán, nacionalizado suizo. A su muerte, se convirtió en una figura de culto en el mundo occidental, en general, por su celebración del misticismo oriental y la búsqueda del propio yo.

    Hijo de un antiguo misionero, ingresó en un seminario, pero pronto abandonó la escuela; su rebeldía contra la educación formal la expresó en la novela Bajo las ruedas (1906). En consecuencia, se educó él mismo a base de lecturas. De joven trabajó en una librería y se dedicó al periodismo por libre, lo que le inspiró su primera novela, Peter Camenzind (1904), la historia de un escritor bohemio que rechaza a la sociedad para acabar llevando una existencia de vagabundo



Durante la I Guerra Mundial, Hesse, que era pacifista, se trasladó a Montagnola, Suiza; se hizo ciudadano suizo en 1923. La desesperanza y la desilusión que le produjeron la guerra y una serie de tragedias domésticas, y sus intentos por encontrar soluciones, se convirtieron en el asunto de su posterior obra novelística. Sus escritos se fueron enfocando hacia la búsqueda espiritual de nuevos objetivos y valores que sustituyeran a los tradicionales, que ya no eran válidos. Demian (1919), por ejemplo, estaba fuertemente influenciada por la obra del psiquiatra suizo Carl Jung, al que Hesse descubrió en el curso de su propio (breve) psicoanálisis. El tratamiento que el libro da a la dualidad simbólica entre Demian, el personaje de sueño, y su homólogo en la vida real, Sinclair, despertó un enorme interés entre los intelectuales europeos coetáneos (fue el primer libro de Hesse traducido al español, y lo hizo Luis López Ballesteros en 1930).

    Las novelas de Hesse desde entonces se fueron haciendo cada vez más simbólicas y acercándose más al psicoanálisis. Por ejemplo, Viaje al Oriente (1932) examina en términos junguianos las cualidades míticas de la experiencia humana. Siddharta (1922), por otra parte, refleja el interés de Hesse por el misticismo oriental —el resultado de un viaje a la India—; es una lírica novela corta de la relación entre un padre y un hijo, basada en la vida del joven Buda. El lobo estepario (1927) es quizás la novela más innovadora de Hesse. La doble naturaleza del artista-héroe —humana y licantrópica— le lleva a un laberinto de experiencias llenas de pesadillas; así, la obra simboliza la escisión entre la individualidad rebelde y las convenciones burguesas, al igual que su obra posterior Narciso y Goldmundo (1930). La última novela de Hesse, El juego de abalorios (1943), situada en un futuro utópico, es de hecho una resolución de las inquietudes del autor. También en 1952 se han publicado varios volúmenes de su poesía nostálgica y lúgubre. Hesse, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1946, murió el 9 de agosto de 1962 en Suiza





Notas



 Alexander von Bernus: Aus Rauch und Raum, ein Gedichtbuch, 1903 (Schuster y Löffler, Berlín)


Podría tratarse del cuento «Hotte Hotte, Putzpulver» publicado en el periódico Neckrzeitung, en octubre de 1904

Leben, Traum und Tod, ein Gedichtbuch, 1904 (Schuster y Löffler, Berlín).

 En 1911, H. Hesse viajó a la India con el pintor Hans Sturzenegger, quien lo retrató a menudo.

H. H. Pequeño jardín, E. P. Tal & Co. Verlag, en la Colección «Die 12 Bücher» dirigida por Carl Seelig, Zúrich.

Emmy Ball-Hennings: Hugo Balls Weg zu Gott, editorial Kösel u. Pustet, Múnich


Como es sabido, la afiliación de André Gide al partido tuvo muy corta duración.


 Número 2, junio de 1945 contenía una carta de H. H. a un joven alemán (1919) y el artículo de C. G. Jung: «Después de la catástrofe

 Se refiere a «Dr. Faustus». (N. de la T.)

En enero de 1952 H. H. escribió un breve epílogo para la 2.ª reimpresión de 1954

Uno de los últimos libros que leyó H. H. fue el tomito de la Biblioteca Insel, Stravinski: Poética musical.

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