1/2 de abril de 1959
Querido doctor Unseld:
Envidio de todo corazón a mi amigo Peter por haber concluido con sus padecimientos y sus luchas. Por supuesto, me causa un profundo dolor que me haya precedido en la muerte. Cuento entre las cosas positivas de mi vida, haber podido prestarle mi colaboración para organizar la nueva editorial después del martirio sufrido durante la época de Hitler y la decepción que le causó la vieja editorial.
Ahora usted ocupará su lugar y le deseo energía, paciencia y jovialidad. Es en verdad una bella y noble actividad la que realizará, pero a la vez difícil y de suma responsabilidad. Como suele decirse, el editor debe «marchar al ritmo de la época». Sin embargo, no habrá de adoptar simplemente las modas imperantes, sino estar preparado para oponerles resistencia cuando sean indignas. En la adaptación y en la resistencia crítica se cumple la función del buen editor. Usted debe ser uno de ellos.
De todo corazón me uno a su pesar por el amigo que hemos perdido y de todo corazón deseo que nuestro trabajo en común sea fructífero y grato.
Suyo.
A Gerta Grube, Bad Schwartau b. Lübec
Querida Gerta Grube:
En realidad no debería contestarle en este momento.
A cuatro semanas del cumpleaños mi mujer y yo estamos atendiendo aún el último montón de cartas sin leer. Pero la cita tomada del Stravinski[11] que usted transcribe no ha dejado de estar en mi mente desde entonces, de modo que le escribiré acerca de los pensamientos que despertó en mí.
Para mí está fuera de toda duda que Stravinski es una persona muy inteligente y versada. Es una autoridad. Por consiguiente, tendrá razón también en lo que dice. En cuanto a mí, nunca tuve conciencia de ese defecto de Beethoven en una formulación tan directa. En cambio, me llamaron tempranamente la atención dos características de su obra y a medida que pasa el tiempo se toman más decisivas: una positiva y otra negativa. Sin embargo, destaco que no son juicios como el caso de Stravinski, ni reclamos de objetividad, sino sólo percepciones subjetivas y reacciones del gusto que con los años se han ido agudizando.
Primeramente, me referiré a lo negativo. Lo único que me desagrada en Beethoven es cierta trivialidad de algunas ocurrencias melódicas y más aún la tenacidad, por no decir obstinación con las que por momentos insiste en tal melodía y la azuza hasta la muerte. Quizá mis palabras sean una blasfemia, pero el final de la Novena, desde que aflora la melodía para el poema de Schiller es, por cierto en lo referido a la dinámica, tan magistral y virtuoso como todo lo de Beethoven. Pero la mortal tortura de la melodía en sí algo vulgar se me antoja bárbara
Y ahora a lo positivo: quizá el insaciable goce de Beethoven por las variaciones de melodías extrañas guarde relación con la falta de potencia melódica. Para mí, lo mas hermoso de la obra de Beethoven reside en las sucesiones de variaciones y las que más me agradan son las variaciones sobre temas de Diabelli. Bueno, ya es suficiente. Le saluda afectuosamente H. Hesse.
DESTINATARIOS DE LAS CARTAS
1904 Barón Alexander von Bernus,
Convento Neuburg, cerca de Heidelberg,
Barón Alexander von Bernus
Convento Neuburg, cerca de Heidelberg
1912 Wilhelm Einsle
1916 Hans Sturzenegger, Bel-Air, Schaffhausen
Kurt Wolff, Leipzig
1917 Kurt Wolff, Leipzig
1919 Samuel Fischer, Berlín
1925 Kurt Wolff
1927 Oskar Loerke, Berlín
Oskar Loerke, Berlín
1928 Ninon Hesse
Emmy Ball-Hennings
Destinatario desconocido
1929 Oskar Loerke, Berlín
Señor T. G. M., Glatz
1930 Al estudiante H. S., Troppau
Señorita G. D., Friburgo
Señorita G. D., Duisburg
A un lector
Señora M. W.
Señor St. B., Naumburg
Señor B. B., Solingen
Hans Carossa
Wilhelm Kunze, Nuremberg
A un joven
Señor F. v. W., Waldenburg
A un lector en busca de consejo
1931 Thomas Mann
Señora Mia Engel, Stuttgart-Degerloch
Dr. P. Sch., Deutsch-Nettkow
Señor R. B.
Emmy Ball-Hennings
A un hombre joven
Thomas Mann, Múnich
Señor F. Abel, Zúrich
1932 Señora R. v. d. O., Hannover
Thomas Mann
A un joven de Alemania
A la madre de un joven suicida
Dr. Paul Schottky, Berlin-Zehlendorf
Al hijo Heiner
Señor P. A., Riebe, Charlottenburg
Georg Winter, redactor de «Kolonne», Dresde
Señorita E. K., Liebstadt
A un joven problemático
Señor F. Abel, Tubinga
Dr. M. A. Jordan
A un adolescente
Señora K. L., Stuttgart
Señor Adolf B., Berlín
Señor A. St., Jugendburg Freusburg, Sauerland
1933 Gottfried Bermann, Chantarella, St. Moritz
A la editorial S. Fischer Verlag, Berlín
Señor H. Sch. Pohle en Oberlausitz
Señor M. K., Dusseldorf
Carlo Isenberg, Stuttgart
Señorita Anni Rebenwurzel, Colonia
A un estudiante en Potsdam
Ernst Rogasch, Colonia-Nippes
A la redacción del «Eckart», Berlín
Rudolf Jakob Humm, Zúrich
Thomas Mann
Thomas Mann
Thomas Mann
Adolf B., Rotenburg (Hannover)
Señora Br., Asesora de estudios
Josef Englert, Fiésol
Thomas Mann
Señor A. H., Pforzheim
Señora Berta Markwalder, Baden
1934 Wilhelm Gundert, Tokio
Señor S., Hohenberg (Sajonia)
Señora Johanna G., Cernauti
A un estudiante de teología
Max Machhausen, Colonia-Ehrenfeld
Dr. M. Sp., Charlottenburg
A la Comisión Directiva del PEN Club, Londres
Otto Basler, Burg (Argovia)
Señor H. L., Wiesbaden-Biebrich
Profesor Toshihiko Katayama, Tokio
Dr. Wilhelm Stämpfli, Berna
Dr. C. G. Jung, Küsnacht
Señor A. B., Gotinga
Señor M. P.
Profesor C. Brinkmann, Heidelberg
A la editorial Philipp Reclam, Leipzig
Señor H. M., Breslau
1935 A un redactor suizo
A una lectora de Stuttgart
Al vicario D. Z., Pehrbellin
A la institución alemana que exigió a Hermann Hesse la prueba de su condición de ario
Stefan Zweig, emigrado a Inglaterra en 1935
Señor E. K., Andelfingen
Profesor J. W. Hauer, Tubinga
Señor J. F., Colonia
Dr. J. L., Zúrich
Thomas Mann, Küsnacht-Zúrich
Señor H. M., Coblenza
R. J. Humm, Zúrich
1936 Thomas Mann, Küsnacht-Zúrich
A la editorial S. Fischer, Berlín
Dr. Eduard Korrodi, Zúrich
Thomas Mann, Küsnacht
Señorita H. B., Wolfratshausen
1937 Georg Reinhart, Winterthur
Señor P. U. W., Praga
Profesor Arthur Stoll, Basilea
A un joven pariente
Señor C. S., Mährisch-Ostrau
Carta a un escritor exiliado
Conde Wiser, Bad Eilsen
Robert Mächler, Berna
A un grupo de individuos jóvenes de Berlín
1938 Señora H. R., Norrköping
Señor Fr. A., Basilea
Señor F. L., Zúrich
R. J. Humm, Zúrich
Oskar Laske, Viena
Dr. Herbert Steiner, Zúrich
A un erudito alemán
1939 Señor H. B. de Hamburgo, en aquel momento en Londres
Oskar Loerke, Berlín
Señora A. B., Zúrich
Kuno Fiedler, St. Antönien
1940 Kuno Fiedler, St. Antönien
Kuno Fiedler, Sr. Antönien
Carta de condolencia escrita durante la guerr
Señor G. G., Copenhague
Señora G. S., Berna
Señor G. G., Copenhague
1941 Señor W., Estocolmo
Peter Suhrkamp, Berlín
Dr. H. M., Burgdorf
Señor L. M., Cannstatt
1943 A un joven individuo
Al profesor Robert Faesi, Zúrich
1944 Profesor Emil Staiger, Zúrich
Otto Engel, Stuttgart-Degerloch
Rolf v. Hoerschelmann, Feldafing
Señorita Charlotte Petersen, Dillenburg (Hessen)
Profesor K. Kerényi, Ascona
1945 A una lectora
Al padre de un suicida
Dra. Paula Philippson, Basilea
Dr. O. D., Stuttgart
Sra. Lise Isenberg, Korntal
Obispo provincial Th. Wurm, Stuttgart
Al «Südkurier», Constanza
Thomas Mann, Pacific Palisades, California
1946 Dr. O. E., Stuttgart
Wilhelm Schussen, Tubinga
A un prisionero de guerra en Francia
Dra. Paula Philippson, Basilea
Señor L. E., Wietze
1947 A una dama con penas de amor
Dr. P. E., Dresden
A una lectora de El juego de abalorios
Thomas Mann
Al poeta Lajzer Ajchenrand
Thomas Mann
A una joven niña
1948 Sr. J. H., Hannover
Thomas Mann, Pacific Palisades, California
Señor H. D., Múnich
Señor W. S., Riehen-Basilea
1949 A un joven artista
Academia Svenska, Estocolmo
Notas sobre el verano de 1949
Señor K. St., Blecher cerca de Düsseldorf
Señor K. K. en C.
Señor A. Sch., Geislingen
Dagens Nyheter, Estocolmo
Martin Buber
Señora Fr.
Señor J. S., Lienham (Suecia)
1950 Siegfried Unseld, Tubinga
A una joven señorita
Señor P. H., Salzburgo
A un adolescente de diecisiete años
A un joven de dieciocho años
Thomas Mann, Pacific Palisades, California
A la hermana Luise, Zúrich
A un lector en Francia
Thomas Mann
1951 Señor K. Sch., Decize, Niève
André Gide
A un alumno
Felicitación a Peter Suhrkamp
A una bachiller
Thomas Mann, Pacific Palisades, California
1952 Señora K.
A una joven de dieciséis años
1953 Thomas Mann
Señor M.
Hans Carossa
1954 Hermann Scholz, Calw
Señora I. S., Buenos Aires
1955 A una joven niña
Thomas Mann
A un amigo
A la Academia Alemana de las Artes, Berlín
Profesor Dr. G. Burckhardt, Hanau, Bodensee
Mr. Theodore Ziolkowski, Montevallo (Alabama)
Señora H. S., Basilea
1956 A un joven lector de Kafka
Señora M. W.
Señor P. H., Göppingen
Señor N. G., Karlsruhe
1958 Dr. Curt Pfeiffer, Francfort del Meno
1959 Dr. Siegfried Unseld, Francfort del Meno
1962 Gerta Grube, Bad Schwartau (Lübeck)
HERMANN HESSE. Nació el 2 de julio de 1877 en Calw, Alemania y murió en Montagnola, Cantón del Tesino, Suiza, el 9 de agosto de 1962. Novelista y poeta alemán, nacionalizado suizo. A su muerte, se convirtió en una figura de culto en el mundo occidental, en general, por su celebración del misticismo oriental y la búsqueda del propio yo.
Hijo de un antiguo misionero, ingresó en un seminario, pero pronto abandonó la escuela; su rebeldía contra la educación formal la expresó en la novela Bajo las ruedas (1906). En consecuencia, se educó él mismo a base de lecturas. De joven trabajó en una librería y se dedicó al periodismo por libre, lo que le inspiró su primera novela, Peter Camenzind (1904), la historia de un escritor bohemio que rechaza a la sociedad para acabar llevando una existencia de vagabundo
Durante la I Guerra Mundial, Hesse, que era pacifista, se trasladó a Montagnola, Suiza; se hizo ciudadano suizo en 1923. La desesperanza y la desilusión que le produjeron la guerra y una serie de tragedias domésticas, y sus intentos por encontrar soluciones, se convirtieron en el asunto de su posterior obra novelística. Sus escritos se fueron enfocando hacia la búsqueda espiritual de nuevos objetivos y valores que sustituyeran a los tradicionales, que ya no eran válidos. Demian (1919), por ejemplo, estaba fuertemente influenciada por la obra del psiquiatra suizo Carl Jung, al que Hesse descubrió en el curso de su propio (breve) psicoanálisis. El tratamiento que el libro da a la dualidad simbólica entre Demian, el personaje de sueño, y su homólogo en la vida real, Sinclair, despertó un enorme interés entre los intelectuales europeos coetáneos (fue el primer libro de Hesse traducido al español, y lo hizo Luis López Ballesteros en 1930).
Las novelas de Hesse desde entonces se fueron haciendo cada vez más simbólicas y acercándose más al psicoanálisis. Por ejemplo, Viaje al Oriente (1932) examina en términos junguianos las cualidades míticas de la experiencia humana. Siddharta (1922), por otra parte, refleja el interés de Hesse por el misticismo oriental —el resultado de un viaje a la India—; es una lírica novela corta de la relación entre un padre y un hijo, basada en la vida del joven Buda. El lobo estepario (1927) es quizás la novela más innovadora de Hesse. La doble naturaleza del artista-héroe —humana y licantrópica— le lleva a un laberinto de experiencias llenas de pesadillas; así, la obra simboliza la escisión entre la individualidad rebelde y las convenciones burguesas, al igual que su obra posterior Narciso y Goldmundo (1930). La última novela de Hesse, El juego de abalorios (1943), situada en un futuro utópico, es de hecho una resolución de las inquietudes del autor. También en 1952 se han publicado varios volúmenes de su poesía nostálgica y lúgubre. Hesse, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1946, murió el 9 de agosto de 1962 en Suiza
Notas
Alexander von Bernus: Aus Rauch und Raum, ein Gedichtbuch, 1903 (Schuster y Löffler, Berlín)
Podría tratarse del cuento «Hotte Hotte, Putzpulver» publicado en el periódico Neckrzeitung, en octubre de 1904
Leben, Traum und Tod, ein Gedichtbuch, 1904 (Schuster y Löffler, Berlín).
En 1911, H. Hesse viajó a la India con el pintor Hans Sturzenegger, quien lo retrató a menudo.
H. H. Pequeño jardín, E. P. Tal & Co. Verlag, en la Colección «Die 12 Bücher» dirigida por Carl Seelig, Zúrich.
Emmy Ball-Hennings: Hugo Balls Weg zu Gott, editorial Kösel u. Pustet, Múnich
Como es sabido, la afiliación de André Gide al partido tuvo muy corta duración.
Número 2, junio de 1945 contenía una carta de H. H. a un joven alemán (1919) y el artículo de C. G. Jung: «Después de la catástrofe
Se refiere a «Dr. Faustus». (N. de la T.)
En enero de 1952 H. H. escribió un breve epílogo para la 2.ª reimpresión de 1954
Uno de los últimos libros que leyó H. H. fue el tomito de la Biblioteca Insel, Stravinski: Poética musical.
Querido doctor Unseld:
Envidio de todo corazón a mi amigo Peter por haber concluido con sus padecimientos y sus luchas. Por supuesto, me causa un profundo dolor que me haya precedido en la muerte. Cuento entre las cosas positivas de mi vida, haber podido prestarle mi colaboración para organizar la nueva editorial después del martirio sufrido durante la época de Hitler y la decepción que le causó la vieja editorial.
Ahora usted ocupará su lugar y le deseo energía, paciencia y jovialidad. Es en verdad una bella y noble actividad la que realizará, pero a la vez difícil y de suma responsabilidad. Como suele decirse, el editor debe «marchar al ritmo de la época». Sin embargo, no habrá de adoptar simplemente las modas imperantes, sino estar preparado para oponerles resistencia cuando sean indignas. En la adaptación y en la resistencia crítica se cumple la función del buen editor. Usted debe ser uno de ellos.
De todo corazón me uno a su pesar por el amigo que hemos perdido y de todo corazón deseo que nuestro trabajo en común sea fructífero y grato.
Suyo.
A Gerta Grube, Bad Schwartau b. Lübec
Querida Gerta Grube:
En realidad no debería contestarle en este momento.
A cuatro semanas del cumpleaños mi mujer y yo estamos atendiendo aún el último montón de cartas sin leer. Pero la cita tomada del Stravinski[11] que usted transcribe no ha dejado de estar en mi mente desde entonces, de modo que le escribiré acerca de los pensamientos que despertó en mí.
Para mí está fuera de toda duda que Stravinski es una persona muy inteligente y versada. Es una autoridad. Por consiguiente, tendrá razón también en lo que dice. En cuanto a mí, nunca tuve conciencia de ese defecto de Beethoven en una formulación tan directa. En cambio, me llamaron tempranamente la atención dos características de su obra y a medida que pasa el tiempo se toman más decisivas: una positiva y otra negativa. Sin embargo, destaco que no son juicios como el caso de Stravinski, ni reclamos de objetividad, sino sólo percepciones subjetivas y reacciones del gusto que con los años se han ido agudizando.
Primeramente, me referiré a lo negativo. Lo único que me desagrada en Beethoven es cierta trivialidad de algunas ocurrencias melódicas y más aún la tenacidad, por no decir obstinación con las que por momentos insiste en tal melodía y la azuza hasta la muerte. Quizá mis palabras sean una blasfemia, pero el final de la Novena, desde que aflora la melodía para el poema de Schiller es, por cierto en lo referido a la dinámica, tan magistral y virtuoso como todo lo de Beethoven. Pero la mortal tortura de la melodía en sí algo vulgar se me antoja bárbara
Y ahora a lo positivo: quizá el insaciable goce de Beethoven por las variaciones de melodías extrañas guarde relación con la falta de potencia melódica. Para mí, lo mas hermoso de la obra de Beethoven reside en las sucesiones de variaciones y las que más me agradan son las variaciones sobre temas de Diabelli. Bueno, ya es suficiente. Le saluda afectuosamente H. Hesse.
DESTINATARIOS DE LAS CARTAS
1904 Barón Alexander von Bernus,
Convento Neuburg, cerca de Heidelberg,
Barón Alexander von Bernus
Convento Neuburg, cerca de Heidelberg
1912 Wilhelm Einsle
1916 Hans Sturzenegger, Bel-Air, Schaffhausen
Kurt Wolff, Leipzig
1917 Kurt Wolff, Leipzig
1919 Samuel Fischer, Berlín
1925 Kurt Wolff
1927 Oskar Loerke, Berlín
Oskar Loerke, Berlín
1928 Ninon Hesse
Emmy Ball-Hennings
Destinatario desconocido
1929 Oskar Loerke, Berlín
Señor T. G. M., Glatz
1930 Al estudiante H. S., Troppau
Señorita G. D., Friburgo
Señorita G. D., Duisburg
A un lector
Señora M. W.
Señor St. B., Naumburg
Señor B. B., Solingen
Hans Carossa
Wilhelm Kunze, Nuremberg
A un joven
Señor F. v. W., Waldenburg
A un lector en busca de consejo
1931 Thomas Mann
Señora Mia Engel, Stuttgart-Degerloch
Dr. P. Sch., Deutsch-Nettkow
Señor R. B.
Emmy Ball-Hennings
A un hombre joven
Thomas Mann, Múnich
Señor F. Abel, Zúrich
1932 Señora R. v. d. O., Hannover
Thomas Mann
A un joven de Alemania
A la madre de un joven suicida
Dr. Paul Schottky, Berlin-Zehlendorf
Al hijo Heiner
Señor P. A., Riebe, Charlottenburg
Georg Winter, redactor de «Kolonne», Dresde
Señorita E. K., Liebstadt
A un joven problemático
Señor F. Abel, Tubinga
Dr. M. A. Jordan
A un adolescente
Señora K. L., Stuttgart
Señor Adolf B., Berlín
Señor A. St., Jugendburg Freusburg, Sauerland
1933 Gottfried Bermann, Chantarella, St. Moritz
A la editorial S. Fischer Verlag, Berlín
Señor H. Sch. Pohle en Oberlausitz
Señor M. K., Dusseldorf
Carlo Isenberg, Stuttgart
Señorita Anni Rebenwurzel, Colonia
A un estudiante en Potsdam
Ernst Rogasch, Colonia-Nippes
A la redacción del «Eckart», Berlín
Rudolf Jakob Humm, Zúrich
Thomas Mann
Thomas Mann
Thomas Mann
Adolf B., Rotenburg (Hannover)
Señora Br., Asesora de estudios
Josef Englert, Fiésol
Thomas Mann
Señor A. H., Pforzheim
Señora Berta Markwalder, Baden
1934 Wilhelm Gundert, Tokio
Señor S., Hohenberg (Sajonia)
Señora Johanna G., Cernauti
A un estudiante de teología
Max Machhausen, Colonia-Ehrenfeld
Dr. M. Sp., Charlottenburg
A la Comisión Directiva del PEN Club, Londres
Otto Basler, Burg (Argovia)
Señor H. L., Wiesbaden-Biebrich
Profesor Toshihiko Katayama, Tokio
Dr. Wilhelm Stämpfli, Berna
Dr. C. G. Jung, Küsnacht
Señor A. B., Gotinga
Señor M. P.
Profesor C. Brinkmann, Heidelberg
A la editorial Philipp Reclam, Leipzig
Señor H. M., Breslau
1935 A un redactor suizo
A una lectora de Stuttgart
Al vicario D. Z., Pehrbellin
A la institución alemana que exigió a Hermann Hesse la prueba de su condición de ario
Stefan Zweig, emigrado a Inglaterra en 1935
Señor E. K., Andelfingen
Profesor J. W. Hauer, Tubinga
Señor J. F., Colonia
Dr. J. L., Zúrich
Thomas Mann, Küsnacht-Zúrich
Señor H. M., Coblenza
R. J. Humm, Zúrich
1936 Thomas Mann, Küsnacht-Zúrich
A la editorial S. Fischer, Berlín
Dr. Eduard Korrodi, Zúrich
Thomas Mann, Küsnacht
Señorita H. B., Wolfratshausen
1937 Georg Reinhart, Winterthur
Señor P. U. W., Praga
Profesor Arthur Stoll, Basilea
A un joven pariente
Señor C. S., Mährisch-Ostrau
Carta a un escritor exiliado
Conde Wiser, Bad Eilsen
Robert Mächler, Berna
A un grupo de individuos jóvenes de Berlín
1938 Señora H. R., Norrköping
Señor Fr. A., Basilea
Señor F. L., Zúrich
R. J. Humm, Zúrich
Oskar Laske, Viena
Dr. Herbert Steiner, Zúrich
A un erudito alemán
1939 Señor H. B. de Hamburgo, en aquel momento en Londres
Oskar Loerke, Berlín
Señora A. B., Zúrich
Kuno Fiedler, St. Antönien
1940 Kuno Fiedler, St. Antönien
Kuno Fiedler, Sr. Antönien
Carta de condolencia escrita durante la guerr
Señor G. G., Copenhague
Señora G. S., Berna
Señor G. G., Copenhague
1941 Señor W., Estocolmo
Peter Suhrkamp, Berlín
Dr. H. M., Burgdorf
Señor L. M., Cannstatt
1943 A un joven individuo
Al profesor Robert Faesi, Zúrich
1944 Profesor Emil Staiger, Zúrich
Otto Engel, Stuttgart-Degerloch
Rolf v. Hoerschelmann, Feldafing
Señorita Charlotte Petersen, Dillenburg (Hessen)
Profesor K. Kerényi, Ascona
1945 A una lectora
Al padre de un suicida
Dra. Paula Philippson, Basilea
Dr. O. D., Stuttgart
Sra. Lise Isenberg, Korntal
Obispo provincial Th. Wurm, Stuttgart
Al «Südkurier», Constanza
Thomas Mann, Pacific Palisades, California
1946 Dr. O. E., Stuttgart
Wilhelm Schussen, Tubinga
A un prisionero de guerra en Francia
Dra. Paula Philippson, Basilea
Señor L. E., Wietze
1947 A una dama con penas de amor
Dr. P. E., Dresden
A una lectora de El juego de abalorios
Thomas Mann
Al poeta Lajzer Ajchenrand
Thomas Mann
A una joven niña
1948 Sr. J. H., Hannover
Thomas Mann, Pacific Palisades, California
Señor H. D., Múnich
Señor W. S., Riehen-Basilea
1949 A un joven artista
Academia Svenska, Estocolmo
Notas sobre el verano de 1949
Señor K. St., Blecher cerca de Düsseldorf
Señor K. K. en C.
Señor A. Sch., Geislingen
Dagens Nyheter, Estocolmo
Martin Buber
Señora Fr.
Señor J. S., Lienham (Suecia)
1950 Siegfried Unseld, Tubinga
A una joven señorita
Señor P. H., Salzburgo
A un adolescente de diecisiete años
A un joven de dieciocho años
Thomas Mann, Pacific Palisades, California
A la hermana Luise, Zúrich
A un lector en Francia
Thomas Mann
1951 Señor K. Sch., Decize, Niève
André Gide
A un alumno
Felicitación a Peter Suhrkamp
A una bachiller
Thomas Mann, Pacific Palisades, California
1952 Señora K.
A una joven de dieciséis años
1953 Thomas Mann
Señor M.
Hans Carossa
1954 Hermann Scholz, Calw
Señora I. S., Buenos Aires
1955 A una joven niña
Thomas Mann
A un amigo
A la Academia Alemana de las Artes, Berlín
Profesor Dr. G. Burckhardt, Hanau, Bodensee
Mr. Theodore Ziolkowski, Montevallo (Alabama)
Señora H. S., Basilea
1956 A un joven lector de Kafka
Señora M. W.
Señor P. H., Göppingen
Señor N. G., Karlsruhe
1958 Dr. Curt Pfeiffer, Francfort del Meno
1959 Dr. Siegfried Unseld, Francfort del Meno
1962 Gerta Grube, Bad Schwartau (Lübeck)
HERMANN HESSE. Nació el 2 de julio de 1877 en Calw, Alemania y murió en Montagnola, Cantón del Tesino, Suiza, el 9 de agosto de 1962. Novelista y poeta alemán, nacionalizado suizo. A su muerte, se convirtió en una figura de culto en el mundo occidental, en general, por su celebración del misticismo oriental y la búsqueda del propio yo.
Hijo de un antiguo misionero, ingresó en un seminario, pero pronto abandonó la escuela; su rebeldía contra la educación formal la expresó en la novela Bajo las ruedas (1906). En consecuencia, se educó él mismo a base de lecturas. De joven trabajó en una librería y se dedicó al periodismo por libre, lo que le inspiró su primera novela, Peter Camenzind (1904), la historia de un escritor bohemio que rechaza a la sociedad para acabar llevando una existencia de vagabundo
Durante la I Guerra Mundial, Hesse, que era pacifista, se trasladó a Montagnola, Suiza; se hizo ciudadano suizo en 1923. La desesperanza y la desilusión que le produjeron la guerra y una serie de tragedias domésticas, y sus intentos por encontrar soluciones, se convirtieron en el asunto de su posterior obra novelística. Sus escritos se fueron enfocando hacia la búsqueda espiritual de nuevos objetivos y valores que sustituyeran a los tradicionales, que ya no eran válidos. Demian (1919), por ejemplo, estaba fuertemente influenciada por la obra del psiquiatra suizo Carl Jung, al que Hesse descubrió en el curso de su propio (breve) psicoanálisis. El tratamiento que el libro da a la dualidad simbólica entre Demian, el personaje de sueño, y su homólogo en la vida real, Sinclair, despertó un enorme interés entre los intelectuales europeos coetáneos (fue el primer libro de Hesse traducido al español, y lo hizo Luis López Ballesteros en 1930).
Las novelas de Hesse desde entonces se fueron haciendo cada vez más simbólicas y acercándose más al psicoanálisis. Por ejemplo, Viaje al Oriente (1932) examina en términos junguianos las cualidades míticas de la experiencia humana. Siddharta (1922), por otra parte, refleja el interés de Hesse por el misticismo oriental —el resultado de un viaje a la India—; es una lírica novela corta de la relación entre un padre y un hijo, basada en la vida del joven Buda. El lobo estepario (1927) es quizás la novela más innovadora de Hesse. La doble naturaleza del artista-héroe —humana y licantrópica— le lleva a un laberinto de experiencias llenas de pesadillas; así, la obra simboliza la escisión entre la individualidad rebelde y las convenciones burguesas, al igual que su obra posterior Narciso y Goldmundo (1930). La última novela de Hesse, El juego de abalorios (1943), situada en un futuro utópico, es de hecho una resolución de las inquietudes del autor. También en 1952 se han publicado varios volúmenes de su poesía nostálgica y lúgubre. Hesse, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1946, murió el 9 de agosto de 1962 en Suiza
Notas
Alexander von Bernus: Aus Rauch und Raum, ein Gedichtbuch, 1903 (Schuster y Löffler, Berlín)
Podría tratarse del cuento «Hotte Hotte, Putzpulver» publicado en el periódico Neckrzeitung, en octubre de 1904
Leben, Traum und Tod, ein Gedichtbuch, 1904 (Schuster y Löffler, Berlín).
En 1911, H. Hesse viajó a la India con el pintor Hans Sturzenegger, quien lo retrató a menudo.
H. H. Pequeño jardín, E. P. Tal & Co. Verlag, en la Colección «Die 12 Bücher» dirigida por Carl Seelig, Zúrich.
Emmy Ball-Hennings: Hugo Balls Weg zu Gott, editorial Kösel u. Pustet, Múnich
Como es sabido, la afiliación de André Gide al partido tuvo muy corta duración.
Número 2, junio de 1945 contenía una carta de H. H. a un joven alemán (1919) y el artículo de C. G. Jung: «Después de la catástrofe
Se refiere a «Dr. Faustus». (N. de la T.)
En enero de 1952 H. H. escribió un breve epílogo para la 2.ª reimpresión de 1954
Uno de los últimos libros que leyó H. H. fue el tomito de la Biblioteca Insel, Stravinski: Poética musical.
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