Vivir mejor con menos 04

126 / VIVIR MEJOR CON MENOS
Hay multitud de web enfocadas a la ropa y otros artículos
para bebés y niños: desde tiendas de segunda mano
online como Percentil, Quiquilo o MundoEconene, pasando
por sistemas basados en intercambio o compra/venta de
«cajas» —como es el caso de Creciclando o Grownies—,
hasta sistemas basados sobre todo en la donación —como
es SegundaManita—. MyBabystock o BackPackBay son
proyectos que facilitan el alquiler de accesorios (sillitas, bañeras,
etc.), y se focalizan en los destinos turísticos, por lo
que puedes viajar sin tantos trastos.
Un caso, desde mi punto de vista, particularmente interesante
es el del alquiler de juguetes. Pikatoy gestiona un
stock de juguetes y permite alquilar packs de 2/4/6 juguetes
para 1-3 meses. La empresa se encarga de usar los mejores juguetes,
de higienizarlos y repararlos si es necesario. Hay también
packs que se alquilan para fiestas de cumpleaños. Otro
proyecto precioso en este ámbito es SocialToy: un movimiento
social que comenzó en los parques infantiles de Barcelona.
En cada parque se deja una caja de SocialToy llena de juguetes
para el uso y disfrute de todos los peques. Esta caja se
llena entre todos, padres, niños y educadores. Además del
ahorro que supone, estos proyectos ofrecen la posibilidad de
enseñar a tus hijos una alternativa inteligente al consumismo
irracional, dándoles la oportunidad de compartir y experimentar
con juguetes que han disfrutado otros/as niños/as.
¿CÓMO FORMAR PARTE DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA? /127
Cuando los niños crecen un poco más, el precio de ropa
escolar, uniformes y calzado se dispara. Iniciativas como
Truequebook permiten intercambiar libros, ropa y calzado
en el entorno de un centro educativo en concreto. Relibrea
y La Nube Universitaria organizan la compra/venta de libros
de texto usados, habitualmente, entre alumnos de la
misma escuela o facultad.
UNA EDUCACIÓN PARA EL SIGLO XXI
El sistema educativo está diseñado y pensado para una sociedad
industrial que ya no se corresponde con la realidad
actual. Programas formativos estandarizados y cerrados
(una carrera universitaria), con un conocimiento que se
transmite en espacios físicos concretos (escuelas y universidades)
y una certificación del conocimiento basado en la
repetición del conocimiento transmitido (un examen o test
de los de siempre). Esto para el siglo XXI ya no sirve y de
nuevo los ciudadanos están tomando la iniciativa de mejorar
las cosas.
Lo primero es entender que el conocimiento ya está online
y disponible a menudo de manera gratuita. El formato
más conocido es el del MOOC (Massive Open Online Courses),
que son cursos masivos abiertos online, aún basados
128 / VIVIR MEJOR CON MENOS
en un formato de «curso» con profesores «dando clase» (en
vídeo) en proyectos como Coursera, EdX o Udacity. En castellano,
destaca MiriadaX o el portal de la UNED Abierta.
Los MOOC incluyen lecturas extras, foros de debate, test,
etc. La principal crítica a los MOOC es que al ser gratis y
cien por cien online solo el 10 por ciento de los inscritos finaliza
el curso y solo la mitad de estos se evalúa.
También dispones de portales basados en pequeñas
cápsulas de conocimiento y en un formato más o menos interactivo.
Destaca por encima de todos Khan Academy, con
más de 5.000 videolecciones de menos de 10 minutos en
YouTube acompañadas de ejercicios. Aunque cualquiera
puede usar estos contenidos, están sobre todo enfocados a
escolares de enseñanza primaria y secundaria en ámbitos
como matemáticas, biología, química, física e incluso finanzas
o historia. Los videos originales están en inglés y se encuentran
adaptados al sistema educativo americano aunque
ya se están adaptando y traduciendo/subtitulando
muchos de ellos al español y otras lenguas.
En la misma línea de las cápsulas formativas, aunque
de ámbitos más específicos, podemos destacar Floqq, Educabilia
o Tutellus. La mayoría funcionan mediante pago
por curso, aunque intuyo que en el futuro el modelo será
más el de una suscripción mensual para acceder a todo el
catálogo de cursos. Otra opción es simplemente buscar
¿CÓMO FORMAR PARTE DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA? /129
tutoriales en YouTube, ¡te vas a sorprender! América Latina
lleva claramente la delantera a Europa y otras partes
del mundo en lo que respecta a la educación mediante vídeos
online.
Las cápsulas o píldoras de conocimiento también se
pueden ofrecer offline. Desde Barcelona, Foxize se define
como «la primera escuela de negocios avanzada que proporciona
formación personalizada con los mejores profesores
a un precio accesible». Foxize organiza sesiones formativas
de tres horas (entre 50 y 90 euros por alumno). Yo he
tenido ocasión de dar clase en varias ocasiones acerca de la
economía colaborativa mediante Foxize (podéis buscar mi
perfil y los comentarios de los alumnos). Los ingresos se
dividen entre los profesores, la plataforma y el espacio que
se alquila para impartir la sesión.
Con una aproximación bastante diferente tenemos a
TradeSchool bajo el lema «intercambio por conocimiento».
Los profesores proponen clases y crean una lista de cosas
que necesitan, desde macarrones hasta ayudas en una traducción,
pasando por el material para dar la clase en el caso
de las manualidades. Cada alumno se autoasigna cubrir
una de esas necesidades como «pago» por la formación.
Las Trade School empezaron como un proyecto entre amigos
en Nueva York en 2009, y hoy en día se ha convertido
en un movimiento global con presencia en más de
130 / VIVIR MEJOR CON MENOS
cincuenta ciudades que fomentan la creación de comunidades,
conexiones y una educación justa.
Con todas estas alternativas que te he presentado es
normal ver una tendencia en la que muchos estudiantes
empiezan a hacerse sus propios planes de estudios. Si ya no
compramos un CD (sino que compramos o escuchamos
canciones), ¿por qué tenemos que seguir estudiando una
carrera en vez de aprender los temas que nos interesen?
La reinvención de la educación no ha hecho nada más
que empezar.
MIS VECINOS, ESOS GRANDES DESCONOCIDOS
En las grandes ciudades los vecinos son unos grandes desconocidos.
Existen proyectos simples con buenas ideas que
permiten ahorrar a la vez que reconectar con la gente de
nuestro entorno.
¿Quién no ha pensado en compartir la wifi con los vecinos?
La primera duda que se plantea es si eso es legal. Por
suerte, la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones
(CMT) ya dictaminó en 2010 que es perfectamente posible
que unos vecinos se organicen para contratar un único
acceso a Internet y compartir la señal. Además de lo que
diga la CMT, hay que mirar lo T que pone el contrato con la
¿CÓMO FORMAR PARTE DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA? /131
operadora. A la CMT le puede parecer bien pero quizá a
la operadora no.
Otra interesante opción para compartir wifi es apuntarse
a FON, donde los usuarios ceden parte de su wifi a
otros usuarios de la red FON. A cambio, ellos pueden usar
la red FON en todo el mundo. Después de llegar a acuerdos
con las grandes operadoras de telecomunicaciones, en
muchas partes del mundo ya existen más de doce millones
de puntos de acceso FON. La empresa nació en 2006 de la
mano de Martin Varsavsky en España pero su implementación
en nuestro país va con retraso respecto a otros territorios.
¿Quieres vender porciones de ese plato que te sale tan
bien? Compartoplato.es hace posible compartir tu cocina
con gente de tu vecindario, en principio solo para compartir
costes y no como actividad lucrativa. ¿Quieres compartir
la lavadora y tomar una cerveza hasta que termina el programa?
Mira LaMachineDuVoisin (solo en Francia) ¿Y compartir
todo tipo de objetos que acumulas en casa y no usas?
Las herramientas de bricolaje, el material deportivo y la
electrónica es lo más popular. Proyectos como Peerby (que
me fascina), Streetbank (Reino Unido), Neighborgoods
(Estados Unidos) o Nextdoor (Estados Unidos) han marcado
la tendencia en este campo. Algunos ofrecen seguros
para cubrir posibles desperfectos durante los préstamos.
132 / VIVIR MEJOR CON MENOS
Se ha oído el rumor de que Google está preparando un servicio
llamado Google Mine para compartir objetos con la
gente que tienes en los círculos de GooglePlus.
COMIDA DE PROXIMIDAD Y DE CALIDAD
Cada vez más gente es consciente de que traer comida del
otro lado del mundo no es una buena idea, aunque por
motivos difíciles de comprender resulte extremadamente
económico. La producción de comida debe ser relocalizada
en las ciudades y sus alrededores.
Las cooperativas de consumo de proximidad existen
desde hace muchos años, y empezaron cuando un grupo
de familias o amigos se organizaba para hacer compras conjuntas.
Por la gobernanza cooperativa y por la baja tecnificación
de los grupos (listas de correo, excels o incluso fax),
participar en estos proyectos ha requerido de bastante
tiempo y convicción personal.
De nuevo el consumo colaborativo lo que está haciendo
es facilitar mediante la tecnología la participación en estas
actividades. Seguro que te apetece poder comprar huevos,
queso y otros productos locales directamente de la granja
con unos pocos clicks, ¿verdad? Ya te puedes inscribir en
webs de agricultura sostenida por la comunidad, tales
¿CÓMO FORMAR PARTE DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA? /133
como ¡La Colmena que dice Sí!, Yo Compro Sano o Tawari,
que simplifican mucho el proceso de pedido. Para
recoger los productos organizan, una o dos veces por semana,
pequeños eventos donde puedes charlar amistosamente
con el granjero o agricultor, y preguntarle todo lo
que necesites. Yo participo en el grupo de ¡La Colmena que
dice S í! en el espacio de coworking compartido desde donde
trabajo.
A veces lo que queremos directamente es poder cultivar
nosotros mismos. Además de participar en el movimiento
de huertos urbanos podemos visitar Huertos Compartidos,
que pone en contacto a todas aquellas personas
que quieren cultivar sus propios alimentos con aquellas
otras que disponen de parcelas sin uso. A través del modelo
de contrato de Huertos Compartidos, se fomenta que
las cesiones de terrenos sean gratuitas y que se comparta,
entre propietario y hortelano, la cosecha. La producción
es para el autoconsumo, y no se permite la venta; se trata,
por tanto, de la horticultura como una actividad de ocio
saludable; no es una actividad agraria profesional. Además,
también se recoge en el contrato que los huertos serán
ecológicos, sin que se permita el uso de abonos, herbicidas
o pesticidas químicos.
134 / VIVIR MEJOR CON MENOS
SIMPLEMENTE TE LO DEJO O TE LO REGALO
Hasta el momento me he centrado mucho en los ejemplos
de consumo colaborativo en los que hay un intercambio
con algún tipo de dinero de por medio. Para bien o para
mal, es lo que resulta más atractivo y más aceptable para la
mayoría de los ciudadanos, y es la palanca que está permitiendo
el cambio cultural a gran escala que acompaña al
consumo colaborativo.
Sin embargo, nuestra sociedad se colapsaría en cuestión
de minutos sin todas aquellas actividades que se desarrollan
en la economía informal a través de la pura generosidad
(cuidado de niños y ancianos, tareas del hogar, voluntariado,
etc.). La economía informal no requiere de un intercambio
ni una transacción, se hace sin recibo ni cuantificación
de valor. Por todo ello resulta casi imposible poder realizar
una evaluación de su impacto y queda muy marginada en
los medios de comunicación y el mundo académico.
Pregunté a Elf Pavlik, un amigo que lleva viviendo sin
dinero y sin pasaporte desde 2009, qué había aprendido
con la experiencia hasta el momento. Su respuesta me quedó
grabada: «Uno no es pobre por no tener dinero, uno
es pobre por no tener relaciones». En el fondo, el dinero es
una manera muy primitiva de condicionar las relaciones
humanas.
¿CÓMO FORMAR PARTE DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA? /135
Mi amigo no es la única persona que piensa así, y ya hay
multitud de proyectos muy interesantes, a menudo a una
escala muy local, que se enmarcan en la gift economy. Gift
economy se puede traducir como «economía del don o del
regalo». En estos proyectos «tu sucio dinero» no vale nada
y solo importas tú y cómo te presentas a la comunidad de
la que quieres formar parte.
La lista de proyectos de gift economy podría ser casi infinita,
por lo que me limito a algunos ejemplos para ilustrar
el concepto. La movilidad colaborativa gratuita de toda la
vida es «hacer dedo» y el proyecto HitchWiki recopila información
y consejos para «hacer dedo» alrededor del
mundo. En el caso del turismo colaborativo ya he hablado
extensamente de CouchSurfing, que permite alojarte en
casa de desconocidos de manera gratuita. En lo relativo al
regalo de bienes, para conseguir que esos objetos no lleguen
al vertedero sino que alguna otra persona los obtenga
gratuitamente, se creó Freecycle, que lleva más de diez
años funcionando bajo el lema «cambiando el mundo, regalo
a regalo». En España funciona muy bien NoLoTiro.
org, que sigue la misma filosofía. Yerdle es la misma idea
traída a la era de los teléfonos móviles y está cosechando
un éxito increíble en Estados Unidos. Su misión es reducir
la compra de bienes de consumo un 25 por ciento. La innovación
que aporta Yerdle es haber sabido aprovechar la
136 / VIVIR MEJOR CON MENOS
tecnología y la comunidad para ir más allá de los intercambios
locales, pasando a un mercado masivo a nivel nacional,
donde los consumidores pueden encontrar casi cualquier
clase de artículo. Tan fácil como un eBay pero casi
gratis, ya que solo hay que pagar los envíos cuyo precio ha
sido fijado entre 2 y 3 euros para cualquier punto dentro
de Estados Unidos. ¿Para qué comprar cuando puedes tener
las cosas gratis o casi gratis?
Merece una mención especial el simpático proyecto de
Carlitos y Patricia (el nombre de una agencia de comunicación).
En 2010 crearon la iniciativa sin ánimo de lucro
llamada 1010 Ways to Buy without Money, que consiste en
lograr donaciones de libros para regalarlos el día de Sant
Jordi, a cambio de que hagas algo bueno por el mundo: donar
sangre, comprar dos kilos de fruta y compartirla en la
calle, bailar con otros o simplemente hacerles sonreír. Todo
queda bien documentado en su sitio web. La idea del proyecto
es libre para ser reusada por quien quiera. Montevideo,
Buenos Aires, Madrid, Málaga, Roma, Porto Alegre…
son algunas de las ciudades del mundo que ya han organizado
eventos 1010 Ways To Buy Without Money.
Y, hablando de regalos, este mismo libro es un regalo.
Gracias a la licencia Creative Commons que el sello Conecta
me ha permitido incluir, el texto puede ser descargado y
redistribuido libremente siempre que se haga de manera
¿CÓMO FORMAR PARTE DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA? /137
gratuita, se haga referencia al autor original y no se modifique
el contenido de la obra.
Y más y más...
No puedo cerrar el capítulo sin mencionar varios proyectos
que no encajan en ninguna de las categorías anteriores pero
sin los cuales un repaso al consumo colaborativo sería incompleto.
Etsy es uno de mis proyectos favoritos. Etsy es un mercado
en línea (una mezcla entre eBay y Amazon) que se especializa
en artículos hechos a mano, antigüedades y materiales
para manualidades. En Etsy cualquier persona
puede abrir su propia tienda y ofrecer productos. La empresa
aplica un comisión de solo el 3,5 por ciento (el 96,5
por ciento es para el productor) y ha creado una comunidad
de más de 30 millones de miembros («etsianos») a su
alrededor. Una de las claves de su éxito es la herramientas
que proporciona para que los miembros de su comunidad
puedan encontrar y socializar. Existen grupos de «etsianos
» activos en varias ciudades de España.
138 / VIVIR MEJOR CON MENOS
Tampoco puedo dejar de lado el fenómeno del coworking,
o espacios de trabajo compartido, que están en continua
expansión por todo el mundo. Desde finales de 2012
yo trabajo desde el espacio Makers of Barcelona (MOB) y
además de ahorrar costes, compartir la wifi, las impresoras
y los baños he podido experimentar los beneficios de estar
rodeado de una comunidad diversa y vibrante de gente.
Usar un espacio de coworking te permite más flexibilidad a
la hora de decidir dónde, cuándo y cómo quieres trabajar.
En España el sitio web de referencia en castellano es CoworkingSpain,
y a nivel internacional, DeskMag. Si viajas a menudo
y te gustan los coworking visita el proyecto CoPass.
Aquí termina este repaso a proyectos colaborativos en
movilidad, turismo, finanzas y tantos otros sectores. Todo
es real y actual. Son servicios que funcionan porque la gente
se une y hace que funcionen, pero ¿está nuestra sociedad
preparada para ello? ¿Cuáles son los principales retos?
¿Cómo será nuestra sociedad cuando la colaboración
sea la norma? Lo exploraré en el siguiente capítulo.
4
L a sociedad colaborativa
Compartir lo cambia todo.
CLAY SHIRKY
En los capítulos anteriores he repasado cómo empezamos
compartiendo amigos e ideas en Internet, y de ahí pasamos
a compartir casas, coches, dinero, etc., y acabaremos compartiendo
cada vez más porque es lógico y eficiente desde
el punto de vista económico, social y medioambiental.
Colaborando conseguimos hacer más con menos.
En este capítulo quiero que exploremos juntos cómo
puede llegar a ser una sociedad colaborativa y cuáles son los
principales retos que se nos presentan para llegar ahí. Te
140 / VIVIR MEJOR CON MENOS
confieso que no dispongo de las respuestas correctas, pero
sí de diez observaciones que pueden ayudar a entender hacia
dónde nos dirigimos:
1. Esto no tiene marcha atrás.
2. El futuro no será centralizado.
3. Medir las cosas de otra manera.
4. La reputación como nueva moneda.
5. La reinvención de empresas e instituciones.
6. Resistencias al cambio y retos regulatorios.
7. Tendrás siete trabajos a la vez.
8. Los desempoderados digitales.
9. Las paradojas de las grandes plataformas.
10. La ciudad colaborativa.
1. ESTO NO TIENE MARCHA ATRÁS
Al igual que te sucederá a ti leyendo este libro, la gente se
siente empoderada al tener acceso al conocimiento y al tener
la libertad para escoger la opción que más les convenga.
Este sentimiento de empoderamiento ciudadano asociado
a la economía colaborativa es ya irreversible.
Para la mayoría de los ciudadanos todo empieza por
algo tan simple como ser usuario en alguno de los
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /141
proyectos de consumo colaborativo o de la economía colaborativa
en general. Uso a uso, experiencia a experiencia,
persona a persona, comunidad a comunidad, el conjunto de
estos proyectos están labrando un cambio cultural y una
transformación de la conciencia de las personas.
Ponte las gafas colaborativas para observar el mundo.
En un extremo utópico, puedes llegar a ver un mundo sin
intermediarios: la economía colaborativa como el sistema
dominante donde las relaciones entre pares que se tratan
como iguales (peer-to-peer) son la norma habitual. Una sociedad
en la que las personas se organizan voluntariamente
para crear un valor en común. Una economía directa y
distribuida, donde el acceso ha desplazado a la propiedad,
y donde han caído las barreras entre la producción y el
consumo.
Sin quitarte las gafas pero siendo algo menos utópico,
debido a lo arraigado de las estructuras jerárquicas en nuestra
sociedad tanto a nivel institucional como cultural, es
improbable que llegues a ver ese escenario de desintermediación
total a corto plazo. En las próximas décadas lo más
probable es que tú y yo vivamos una época híbrida donde
se logrará un equilibrio, creando alternativas muy sensatas
para optimizar la economía y eliminar intermediarios innecesarios
que no aportan valor. Aunque los modelos de la
economía colaborativa son mucho más eficientes en todos
142 / VIVIR MEJOR CON MENOS
los frentes, en esta época híbrida el nuevo modelo de producción
y consumo convivirá con los intentos de la «vieja
guardia» para adaptarse al próximo paradigma, con resultados
previsiblemente desiguales.
De hecho, este escenario híbrido es lo que ya está ocurriendo
hoy. Los habitantes de muchas ciudades alrededor
del mundo nos estamos levantando y uniendo en comunidades
para resolver nuestras necesidades de transporte, turismo,
finanzas, etc. No protestamos, no pedimos permiso
ni tampoco esperamos. Estamos construyendo, para nosotros
mismos, una «economía como si la gente importara»,
a la luz del día e invitando a todo el mundo a unirse.
Con estas comunidades estamos transformando las ciudades,
las organizaciones y la acción civil en todo el mundo
con unos efectos que aún no podemos comprender en
su globalidad. Esto no tiene marcha atrás.
2. EL FUTURO NO SERÁ CENTRALIZADO
Ya es una realidad que las multitudes empoderadas mediante
las herramientas digitales están cambiando el mundo, día
sí y día también. Gente educada, equipada y conectada que
decide usar unas mismas herramientas de manera coordinada
y generar una fuerza superior a la de las instituciones
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /143
tradicionales del siglo XX (empresas, gobiernos, partidos
políticos, etc.). Es por ello que tengo el firme convencimiento
de que las comunidades, sobre todo cuando se conectan
entre ellas, representan las nuevas instituciones del siglo XXI.
Como nos recuerda el sociólogo Manuel Castells «el poder
no reside ni en las instituciones, ni en el Estado, ni tan solo
en las corporaciones. El poder se localiza en las redes que
estructuran la sociedad».
Esta democratización en forma de transferencia de poder
de las élites a las masas es algo sin parangón en la historia
de la humanidad. Debes ser consciente de que estás
viviendo un momento histórico de cambio de era. El cambio
va ganando solidez gracias a valores compartidos como
el empoderamiento, la colaboración, la apertura y la humanidad
que se contraponen a la maximización del lucro
como valor principal en las últimas décadas. Como ya comenté
al inicio del libro, no es una revolución, con ánimo
destructivo, sino que es un renacimiento en red que inspira
cada vez a más y más gente, como tú y como yo.
Todos los ejemplos que has visto en los capítulos anteriores,
acerca de cómo moverse, viajar, financiarse, educarse,
etc., van en la dirección de ofrecer alternativas a las instituciones
jerárquicas y centralizadas, controladas por unos
pocos. Aparecen proyectos, en base a comunidades distribuidas
y conectadas, que son ampliamente controlados por
144 / VIVIR MEJOR CON MENOS
el conjunto de sus participantes. Aunque algunas de las
grandes empresas colaborativas puede parecer que tienen
mucho poder, en realidad estos proyectos y empresas colaborativas
pierden todo su valor sin la gente que participa
en ellos. El poder real reside en el conjunto distribuido de
los participantes.
Esta economía colaborativa que democratiza la producción
de valor en todos los frentes por parte de los ciudadanos
representa un cambio socioeconómico profundo. Nuestro
rol en la sociedad cambia y aparecen nuevas formas de
riqueza al facilitar el acceso a todas estas personas, espacios
y conocimientos que estaban ociosos y ocultos. Las soluciones
basadas en la colaboración ya están demostrando ser
claramente más eficientes, aunque a menudo resultan difíciles
de comprender y debas para ello desaprender algunos
de los hábitos y conocimientos adquiridos en el pasado.
Ante este panorama las instituciones tradicionales se
desestabilizan y se sienten amenazadas. Son instituciones
creadas y optimizadas para un mundo altamente jerárquico,
ya que en su momento era la manera más eficiente de
producir, y no les va a resultar fácil encontrar su sitio en
esta nueva sociedad colaborativa. Un amplio grupo de ciudadanos
se sienten también desorientados al ver que las
instituciones que han guiado la sociedad están en tela de
juicio.
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /145
En cualquier caso, estamos todavía en las primeras fases
de la adopción de prácticas de colaboración y empoderamiento
de los ciudadanos, y en ese sentido este es un
momento de transición en el que todavía estamos aplicando
las viejas ideas y herramientas a las nuevas realidades.
Estoy seguro de que veremos cómo surgen muchos nuevos
diseños organizativos en los años venideros que ayudarán
a dar mayor sentido y consistencia a la sociedad colaborativa.
Como ciudadanos todos tenemos la posibilidad y la responsabilidad
de empezar a mirar de cerca a las viejas maneras
de hacer las cosas, y decidir cuáles son las normas que
queremos mantener, cuáles son los derechos que queremos
proteger, y cuál es el futuro, las oportunidades e innovaciones
que queremos apoyar para que crezcan. La crisis es la
demostración de que el statu quo está lejos de ser perfecto
para la mayor parte de la población, por lo que las nuevas
ideas y las nuevas formas de hacer las cosas van tomando
cada vez más fuerza.
Las herramientas y los incentivos para mejorar el sistema
están a mano, están siendo utilizados y se utilizarán sin
pedir permiso ni perdón.
146 / VIVIR MEJOR CON MENOS
3. MEDIR LAS COSAS DE OTRA MANERA
¿Cómo debemos medir el beneficio de secar la ropa al sol
frente al beneficio de secarla con una secadora eléctrica?
La segunda contribuye al PIB (fabricación y compra de la
secadora además del consumo eléctrico) y la primera no
contribuye pero es mejor para el medioambiente y genera
ahorro. La sociedad colaborativa plantea un gran número
de escenarios que, como este ejemplo, requieren de nuevas
maneras de medir los beneficios de las acciones: compartir
un trayecto de coche, vender de segunda mano un teléfono
móvil, liberar un programa en código abierto al
procomún, regalar un colchón al que ya no das uso, comprar
un kilo de manzanas con la moneda alternativa del
barrio, etc.
Hasta el momento nos hemos centrado en medir básicamente
el impacto económico de las cosas, pero la sociedad
colaborativa no se puede analizar sin considerar también
el impacto social y el medioambiental. Los economistas
tienden a ignorar esta generación de valor, que acaba siendo
una economía invisible, porque no siempre incluye una
actividad mercantilizada. Ya hablé al principio del libro de
que el crecimiento del PIB tiene poco que ver con el bienestar
de los ciudadanos, y para poder medir este bienestar
aún no tenemos las herramientas correctas.
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /147
Mientras esperamos a tener estas herramientas, puedes
empezar por ti mismo a medir las cosas de otra manera.
Usa las métricas que te parezcan más adecuadas y que te
permitan no priorizar tanto el componente puramente económico
al tomar las decisiones en tu día a día. Seguro que
aprenderás mucho.
Para poder medir la economía colaborativa vamos a necesitar
que las empresas del sector compartan sus datos con
mayor facilidad de lo que lo han hecho hasta la fecha. Por el
momento, contamos sobre todo con algunos informes y autoevaluaciones
de impacto que se aproximan más a una acción
de marketing que a un estudio académico independiente.
Por parte de las estadísticas oficiales del Estado, toda esta
actividad tampoco acaba de encajar, ya que para mucha gente
los ingresos generados por ofrecer sus bienes o servicios
en las plataformas de consumo colaborativo constituye un
extra a otros ingresos principales y no siempre son declarados
como se debería. Además, las estadísticas simplemente
no tienen manera de incluir si lo que hago es compartir gastos
o hago un favor de manera no remunerada en euros.
Lo que resulta más fácil de medir es el número de usuarios
y las inversiones en el sector. Cada mes un millón de
viajeros se alojan mediante Airbnb, cada mes BlaBlaCar y
Carpooling mueven a dos millones de personas en Europa,
Wallapop ha sido descargada más de dos millones de veces
148 / VIVIR MEJOR CON MENOS
en menos de un año, etc. Por su lado, los inversores aman
el consumo colaborativo: 100 millones de dólares en BlaBla-
Car para acelerar su expansión internacional, 450 millones
de dólares en la última inversión en Airbnb y 1.200 millones
de dólares en Uber. Hay quien dice que estas últimas
serán el próximo eBay o Amazon.
Aunque, por todo lo expuesto, no tenemos una idea
nada precisa del impacto real de la economía colaborativa,
la intuición nos indica que no es solo una cosa de cuatro
hippies digitales y que se trata de un sector con un crecimiento
muy acelerado.
4. LA REPUTACIÓN COMO NUEVA MONEDA
En el fondo, todo esto de la economía colaborativa es un
«caballo de Troya». No se lo digas a nadie pero, en mi
opinión, lo más interesante de todos estos cambios sociales
es que, aunque se ponga el foco del mensaje en la eficiencia,
la optimización, el ahorro, la democratización, el acceso,
el empoderamiento, etc., lo que se está consiguiendo en el
fondo es cambiar la manera en que los ciudadanos confiamos
los unos en los otros.
Para que la sociedad funcione, siempre ha sido necesario
interactuar, colaborar, confiar y compartir. Sin embargo,
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /149
el modelo hiperconsumista e individualista nos hizo olvidar
que eso podía ocurrir directamente entre nosotros.
Depositamos la confianza en gobiernos, multinacionales,
bancos, partidos políticos, etc., que con la crisis nos han
decepcionado y han perdido nuestra confianza. Las plataformas
de consumo colaborativo se han convertido en la
infraestructura digital para que esa confianza se redistribuya
de manera directa y horizontal entre los ciudadanos.
Un cambio en los mecanismos de confianza en la sociedad
es probablemente el cambio más potente que puede
darse y trae consigo un cambio en lo que es posible en
la economía. Como dijo Fredéric Mazzella, cofundador de
BlaBlaCar, en una entrevista para el blog: «Ser capaces
de generar confianza entre desconocidos cambia las reglas
del juego en la sociedad».
La parte más importante de cualquier servicio de consumo
colaborativo son los mecanismos de reputación y la capacidad
de generar confianza entre desconocidos. Esto es cierto
tanto para servicios con ánimo de lucro (Airbnb), o para
servicios con los que compartir gastos (BlaBlaCar), como
para servicios basados en favores (CouchSurfing). En este
último caso es donde se hace más evidente, ya que no hay
ningún pago por el servicio: la única moneda que funciona
en el sistema y te permite ser alojado es tu reputación. Si pierdes
tu reputación, aunque tengas dinero, nadie te alojará. En
150 / VIVIR MEJOR CON MENOS
la próxima década el poder y la influencia se van a trasladar
de los poderosos y con dinero a quienes tengan la mejor
reputación y la red más confiable. Y esto es muy interesante.
Quien ha popularizado la frase «la reputación es la nueva
moneda» ha sido Rachel Botsman, autora del libro que
me inspiró para empezar el blog. Aunque la frase me gusta,
yo discrepo con Rachel sobre el símil de «moneda», ya
que las monedas se gastan cuando compras algo pero la reputación
no se consume o se gasta cuando la usas. La reputación
tarda mucho en crearse y se puede perder de golpe.
Por ello, sin ser un camino de rosas, experimentarás que la
mayoría de usuarios de las plataformas de consumo colaborativo
se comportan de manera ejemplar e incluso van
más allá de lo que se podría esperar con tal de conservar e
incrementar su reputación en la plataforma. Este buen
comportamiento hace que, cuando empiezas a participar
en el consumo colaborativo, tu nivel de confianza en la población
en general aumente.
Si quieres aprender más sobre los mecanismos de identificación
digital y reputación digital para el consumo colaborativo
te recomiendo el estudio de BlaBlaCar (<http://
www.betrustman.com>), donde llegaron a la conclusión de
que un perfil completo de usuario (con foto, conexión con
redes sociales y amigos en común, con el email o el móvil
verificados, con comentarios positivos de otros usuarios,
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /151
ser activo y rápido en la plataforma, etc.) es capaz de generar
un nivel de confianza superior al que genera aquel vecino
con el que solo te cruzas al ir a pasear el perro o bajar
la basura. Es decir, si hay suficientes indicadores, podemos
llegar a confiar más en alguien a quien solo conocemos por
internet que en un vecino.
Vale la pena repetirlo: «Ser capaces de generar confianza
entre desconocidos cambia las reglas del juego en la sociedad
».
Un detalle importante al hablar de la reputación es que
esta es contextual a una plataforma. Sin ir más lejos, en mi
propio caso puedo ser un buen conductor en BlaBlaCar
pero sería un terrible cocinero en EatWith. Las plataformas
no comparten sus mecanismos de reputación, por lo
que cuando te has labrado una buena reputación personal
en una plataforma te conviertes en un usuario cautivo de
la misma. Si quieres empezar a usar otra plataforma diferente
tendrás que construir el perfil desde cero. Para «resolver
» este problema ya han empezado a aparecer servicios
que agregan tus diversas reputaciones en un único
perfil y que te permiten generar un nivel de confianza más
elevado cuando eres un usuario nuevo en una plataforma
y no tienes aún ninguna referencia.
Aún queda mucho por hacer en el campo de la reputación
digital, que será sin duda alguna uno de los más
152 / VIVIR MEJOR CON MENOS
interesantes que seguir en los próximos años. La startup de
origen español Traity está bien posicionada para ser un actor
importante en este campo a nivel mundial.
5. LA REINVENCIÓN DE EMPRESAS E INSTITUCIONES
La gente puede buscar financiación de otra gente, compartir
aquello que tiene, proporcionar servicios especializados
entre particulares e incluso puede fabricar sus propios bienes.
Todos estos cambios y el nivel de eficiencia que trae la
economía colaborativa significan que las cartas se están
volviendo a repartir para todo el mundo. Para empresas e
instituciones es hora de estudiar la mejor estrategia de adaptación
e incluso reinvención para la sociedad colaborativa.
No será fácil y habrá numerosos cadáveres por el camino.
Aunque el centro de la economía colaborativa son las
personas, en mi opinión el papel de empresas e instituciones
es muy relevante para el correcto y rápido desarrollo de
la sociedad colaborativa. El éxito de la economía colaborativa
no está en función de la desaparición de las empresas
y las instituciones, sino al contrario, son estos vehículos los
que pueden ayudar a dar escala e impacto a la cultura colaborativa
que se ha venido desarrollando. Los cambios son
buenos, pero los cambios con escala son aún mejores.
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /153
Necesitamos que se desarrollen acuerdos entre el sector público
y el sector privado colaborativo y también entre las
grandes empresas y las startups colaborativas.
El mundo colaborativo y el mundo tradicional están
condenados a entenderse.
¿Y qué están haciendo las empresas? En muchos casos
siguen un patrón bastante parecido. La primera fase es la
del avestruz: esconder la cabeza debajo del suelo y esperar
que pase. Error. Darle la espalda al tsunami colaborativo
no garantiza para nada que no se te lleve por delante;
si te giras o escondes la cabeza, lo único que pasará es que
no sabrás cuándo sucederá. La segunda fase es enfrentarse
al problema, habitualmente de manera poco creativa, a
base de generar confusión (o incluso con difamación) y
ataques en el ámbito legal. Esto puede permitir ganar algo
de tiempo pero no ayuda a la adaptación de la empresa a
la sociedad colaborativa, y sobre todo crea un ruido en los
medios de comunicación que favorece a las startups disruptoras.
Dentro de las empresas tradicionales y las instituciones
aún hay mucho desconocimiento acerca de la economía colaborativa.
Es un tema muy nuevo y que además evoluciona
muy rápidamente. Espero en la medida de lo posible que
este libro ayude a reducir esa brecha de conocimiento y a
un mejor entendimiento entre las partes.
154 / VIVIR MEJOR CON MENOS
Al cabo de un tiempo las empresas se dan cuenta de que
es mejor sumarse a la sociedad colaborativa que enfrentarse
a ella. Muchas de ellas se aproximan al mundo colaborativo
con patrocinios (el Bicing está patrocinado por Vodafone),
inversiones en startups s (Daimler Chrysler ha invertido
en Carpooling.com, y BMW, en ParkAtMyHouse) o incluso
compras de startups que les pueden hacer competencia
(Avis compró a Zipcar/Avancar en enero de 2013). Aunque
estos son unos primeros pasos necesarios, la adaptación real
a la sociedad colaborativa es mucho más relevante cuando
se coopera con startups colaborativas, o se llega incluso a
evolucionar el propio modelo de negocio pasando de la venta
de productos a la venta de servicios, o bien facilitando
la creación de un mercado de intercambios entre usuarios
a través de la empresa.
Todo se entiende mejor con ejemplos. En el ámbito de
la movilidad colaborativa los fabricantes de coches hace
tiempo que han empezado a mover ficha y a ensayar nuevas
fórmulas de negocio para afrontar el desafío que se les presenta.
Saben que deben pasar de vender productos (coches)
a ser facilitadores de servicios de movilidad. En España lo
más interesante es el acuerdo del fabricante coreano Kia con
Bluemove CarSharing para el proyecto Coche de Barrio. En
Francia, Citroën ha desarrollado el portal Multicity, donde
facilitan compartir trayectos y alquiler de coches entre
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /155
particulares, con sendos acuerdos con BlaBlaCar y OuiCar
(una empresa francesa de alquiler de coches entre particulares).
En Alemania, BMW ha lanzado Drive-now, su propio
proyecto de carsharing; en Estados Unidos, General Motors
ha integrado la tecnología OnStar de RelayRides
(alquiler de coches entre particulares) para que los coches
se puedan compartir fácilmente; en Argentina, Wolkswagen
ha llegado a un acuerdo con el sistema de coche compartido
corporativo SincroPool, etc. La lista es larga.
En otros casos, las empresas de transporte entre ciudades
han sido más beligerantes. En España, la Federación
Nacional de Transporte en Autobús (Fenebus) pidió a mediados
de 2014 el cierre de BlaBlaCar en España por considerar
que realiza una actividad de mediación entre conductores
y pasajeros alegal e ilegal, y que supone una
competencia desleal. No creo que se resuelva nada por esta
vía, y les recomendaría que se fijaran en los acuerdos a los
que han llegado las empresas de autobuses y trenes con
Carpooling.com en Alemania. Al buscar un trayecto entre
dos ciudades en Alemania el resultado presenta los asientos
vacíos en la red de Carpooling.com, a la vez que las opciones
de autobús y tren para el mismo trayecto. Con esto
el portal de trayectos compartidos se ha convertido en el
segundo vendedor de billetes de tren, solo por detrás de la
propia empresa de ferrocarriles.
156 / VIVIR MEJOR CON MENOS
A nivel de movilidad urbana, los sindicatos del taxi de
toda Europa se han puesto en pie de guerra contra la aplicación
Uber, que en su modalidad UberPop permite poner
en contacto a particulares para realizar un servicio de
transporte remunerado. La vicepresidenta de la Comisión
Europea ha dejado claro que el enemigo no son estas aplicaciones
y que prohibirlas las privará de la posibilidad de
mejorar su servicio y trabajar en su regulación. Es un caso
muy polémico y de difícil solución que requerirá mucho
diálogo y comprensión entre las partes. Como dije, en California
ya existe un precedente de regulación a medida
para este tipo de servicios.
En lo referente al turismo colaborativo los lobbies hoteleros
siguen en su mayoría en la fase de enfrentamiento
legal, principalmente con Airbnb, por todo el mundo. Puedes
seguir las últimas noticias en <http://publicpolicy.
airbnb.com/>. Como contrapunto, en México ya existe el
primer caso de un pequeño hotel (Drift San José) que ha
empezado a gestionar todas sus reservas a través de Airbnb,
lo que libera a su propietario de gestionar reservas, pagos,
cancelaciones, ventas y marketing. ¿Se convertirá en tendencia?
Algunos consultores han sugerido que la adaptación
de las cadenas hoteleras pasa por añadir apartamentos
de particulares en su oferta de alojamientos. Podrían
garantizar una calidad de servicio acorde a su marca
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /157
mediante el uso de su fuerza laboral (limpieza, cocina,
bienvenida, etc.), podrían ofrecer los espacios del hotel
(piscina, bares, salas de reuniones) como complemento,
etc. Yo creo que veremos este tipo de iniciativas más pronto
de lo que nos imaginamos.
En la parte de finanzas colaborativas del tercer capítulo
ya he hablado de la cantidad de «competidores» que les
están saliendo a las entidades financieras, y por ello los
bancos están despertando al fenómeno colaborativo. En un
informe del BBVA se puede leer que «el crowdfunding es
una tecnología disruptiva para la industria bancaria que tiene
el potencial de desplazar a los bancos como la fuente
principal de financiación de personas y pequeñas empresas
». CaixaBank habla en términos similares en un artículo
llamado «Crowdlending: deberse al público, literalmente
». Para mitigar el riesgo, la filial americana del BBVA y la
filial inglesa del Santander ya se han aproximado a proyectos
de préstamos entre particulares y entre particulares y
empresas.
¿Por qué los bancos no crean y ofrecen sus propios servicios
de finanzas colaborativas? El principal reto de las entidades
financieras frente a las startups que ofrecen servicios
de tipo bancario es que los clientes de estas son más
que eso, se han convertido en fans capaces de recomendar
sus productos en todo el mundo, cosa que no ocurre con
158 / VIVIR MEJOR CON MENOS
los bancos. Aproximarse a las startups que llevan el ADN
colaborativo puede ser una mejor estrategia de adaptación.
También hay bancos que ya han nacido pensando como
plataformas, el caso más interesante para mí es el Fidor
Bank en Alemania.
En otros ámbitos de consumo, algunas empresas también
están incorporando elementos colaborativos en su oferta:
Decathlon lleva varios años organizando el Trocathlon,
donde los usuarios participan de un mercado de compraventa
de material deportivo de segunda mano; la marca de
ropa de montaña Patagonia ha creado un mercado de segunda
mano a través de eBay y ha llegado a acuerdos con
Yerdle; el vendedor de herramientas de bricolaje Castorama
está experimentando en el alquiler de herramientas en
Francia; empresas como Tesla Motors o General Electric
han dado pasos para abrir sus patentes y favorecer la innovación
abierta, o en proyectos como Quirky solo se fabrica
aquello que la comunidad ayuda a diseñar y apoya, etc.
Aunque todos estos ejemplos indican el inicio de una ola
de cambio y adaptación de las empresas a la economía colaborativa,
habrá que estar atentos para evitar que esto no se
limite solo a un sharewashing empresarial. Es decir, las empresas
se apoderan del discurso y realizan acciones de maquillaje
superficial pero, en realidad, no hay cambios de fondo
a largo plazo. Los usuarios no van a aceptar un sharewashing,
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /159
por lo que las marcas que van a tener éxito en la sociedad
colaborativa son aquellas que diseñen productos de calidad
y durables e incluso pensados, desde el propio diseño, para
poder ser compartidos entre varios usuarios.
Mi consejo a las empresas es que, en vez de protestar
contra algo que no pueden controlar, focalicen sus energías
y capacidades en liderar y pilotar el proceso de adaptación
de su sector a la sociedad colaborativa.
6. RESISTENCIA AL CAMBIO Y RETOS REGULATORIOS
El modelo económico actual está agrietado y se están produciendo
temblores que se dejan sentir en las empresas, los
ciudadanos y las ciudades. Las regulaciones existentes, los
impuestos, los seguros, la red de seguridad social, la zonificación,
etc. actual están basadas en este modelo económico
en decadencia. Ni los bienes, ni el trabajo, ni los espacios
pueden dividirse de manera simple y clara entre uso comercial
y uso residencial, público y privado, tiempo de trabajo
y tiempo de ocio, remunerado y gratuito, profesional y amateur,
etc. En la sociedad colaborativa todo queda entremezclado
y las áreas grises se expanden por todos lados.
Esta situación genera una resistencia natural a los cambios
y numerosos retos regulatorios. La legislación y
160 / VIVIR MEJOR CON MENOS
normativa del siglo pasado no puede regular las relaciones
económicas de sectores basados en la tecnología, internet
y otros catalizadores de la innovación. Queda mucho por
inventar para permitir que la sociedad colaborativa florezca
con el encaje normativo más adecuado.
Los modelos de negocio de la economía colaborativa tienen
un perfil disruptivo en sus áreas de actividad (consumo,
producción, finanzas y conocimiento abierto). La llamada
bala digital es ahora, más que nunca, una oportunidad para
unos y una amenaza para otros. Se pone en duda el statu
quo y eso supone una amenaza para los operadores cómodamente
asentados, desde hace años, en muchos sectores.
Estos operadores están usando su posición dominante
y están presionando a los legisladores para regular (movilidad,
crowdfunding y alojamientos turísticos, de entrada)
sin disponer del tiempo necesario para entender realmente
cómo funcionan los nuevos modelos colaborativos. Para
complicar más las cosas, las leyes nacionales son a menudo
papel mojado en internet, que es donde se mueven la gran
mayoría de las plataformas de la economía colaborativa.
Un ejemplo muy básico: si la regulación nacional de crowdfunding
impone ciertos límites que no encajan bien con mi
idea de proyecto, lo que haré es simplemente lanzar la campaña
de crowdfunding en una plataforma en Estados Unidos
u otros países.
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /161
La existencia en muchos sectores de una regulación
cautiva, enquistada desde hace años y adecuadamente compartimentada
y pensada para grandes estructuras jerárquicas,
choca de manera frontal con este ciudadano colaborativo
y creador de valor a pequeña escala mediante aquello
que tiene o sabe hacer. No es realista pensar que estos ciudadanos
van a pararse.
Es una película que ya hemos visto antes con la industria
discográfica y la distribución de ficheros digitales
(Napster, eMule) como protagonistas. El autor americano
Clay Shirky define que la película tiene cinco capítulos: la
posibilidad técnica, la adopción social, la reacción reglamentaria,
la desobediencia civil y un acuerdo negociado. En
lo referente a la economía colaborativa, ahora estamos probablemente
en el capítulo dos y empezando el capítulo tres.
La regulación, siempre que no sea entendida como una
prohibición o limitación de la actividad, es buena y necesaria
para el desarrollo de los proyectos, ya que aportará mayor
seguridad a todos los participantes (consumidores, productores,
plataformas y Administración). Además, por la
escala que ha adquirido el consumo colaborativo, me atrevo
a decir que esta regulación es merecida, ya que no se
puede dejar a tantas empresas y usuarios en una zona gris.
Lamentablemente, la tendencia hasta el momento es
que muchos reguladores están poniendo problemas a que
162 / VIVIR MEJOR CON MENOS
la gente haga negocios directamente con otras personas,
pidiendo a menudo el cumplimiento de normativas muy
complejas y que resultan disuasorias. No se puede simplificar
el problema mediante la criminalización de un grupo
cada vez más numeroso de ciudadanos. La prohibición o
limitación no da la oportunidad a que estos servicios y ciudadanos
puedan evolucionar y tener un mejor encaje regulatorio.
El extremo de eliminar por completo las reglas que
protegen el interés público tampoco es la vía correcta. Lo
que hay que hacer es establecer un diálogo constructivo, y
a poder ser completamente transparente y abierto, para trabajar
en el desarrollo conjunto de unas regulaciones adecuadas
que permitan que la economía colaborativa haga
a los ciudadanos más independientes a nivel financiero, y a
las comunidades y ciudades más resilientes y agradables.
Los frentes regulatorios más calientes tienen que ver
con la gestión de licencias para ejercer una actividad, la fiscalidad
y el pago de impuestos, protección de consumidores
y usuarios, la legislación laboral, la zonificación y todo
aquello relacionado con los seguros en lo relativo al régimen
de responsabilidades, tanto por parte de las plataformas
como por parte de los usuarios. Para poder regular en
todos estos frentes, resulta necesario disponer de los datos
de impacto de estas actividades que he comentado anteriormente.
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /163
Está claro que no se pueden meter ni todos los proyectos
ni a todos los usuarios en el mismo saco. No se debe
aplicar la misma reglamentación si alquilo una habitación
libre de manera puntual en un piso donde vivo habitualmente,
que si alquilo el piso entero cuando yo me voy de
viaje unos días, que si me dedico a gestionar cuatro pisos
turísticos y ello se convierte en mi actividad económica
principal. Lo complejo será establecer estos límites en
cada plataforma y medirlos, pero ya empiezan a existir,
fuera de España, las primeras regulaciones hechas a medida
para el consumo colaborativo. En Estados Unidos el
caso más interesante fue la regulación de la actividad de
empresas como Uber, Lyft o SideCar en California en el
otoño de 2013. En Europa, Amsterdam parece ser la ciudad
donde se está empezando a regular de manera más interesante.
Un último punto que destacar es que esta regulación
«externa» (del Estado) puede y debe compensarse con una
mayor capacidad de autorregulación de las plataformas colaborativas
y sobre todo de los usuarios entre sí. Los mecanismos
de reputación y confianza son una herramienta nueva
que debe ser tenida muy en cuenta en el momento de
regular. Es probable que se puedan delegar parte de las
funciones de la regulación tradicional a la autorregulación
de las plataformas.
164 / VIVIR MEJOR CON MENOS
Como todos sabemos, la regulación habitualmente va
por detrás de la realidad social. La elevada velocidad de
crecimiento de la economía colaborativa dificulta aún más
el trabajo de los legisladores. En este escenario es muy importante
que los ciudadanos elevemos nuestra voz y defendamos
nuestros intereses y nuestros derechos a ser productores
de valor en la sociedad.
El futuro, nuestro futuro, no puede ser ilegal.
7. TENDRÁS SIETE TRABAJOS A LA VEZ
El primer problema que a uno le viene a la cabeza cuando
aprende acerca del consumo colaborativo es el del trabajo
asalariado y el decrecimiento económico medido en base
al PIB. Una economía basada en el uso implica menos oportunidades
de empleo ligadas a la producción. En una sociedad
colaborativa, el volumen de fabricación, especialmente
de bienes de consumo, caerá y, con él, el empleo en las industrias
asociadas. Es importante, por tanto, pensar dónde
están los nichos de empleo en la sociedad colaborativa y
cómo la economía colaborativa exige repensar y reconfigurar
la visión y el modelo actual del trabajo remunerado,
igual que el tratamiento y la consideración del trabajo no
remunerado. Debido a que la sociedad actual está centrada
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /165
alrededor del trabajo, este cambio es probablemente el más
complejo de todos los que hay que afrontar.
En lo referente al freno del crecimiento económico, al
pasar de la posesión al uso ya hay varios académicos que
defienden que ocurrirá justo lo contrario. Históricamente
el incremento del número de opciones de consumo y una
mayor productividad siempre han traído consigo un crecimiento
económico. Independientemente de esto, como ya
he comentado antes, se trata también de aplicar nuevas métricas
a la hora de medir la bondad de las actividades humanas,
y no centrarse solo en el PIB.
En lo relativo al empleo, lo primero que tienes que aceptar
es que el empleo de ocho horas como asalariado de una
sola empresa será minoritario en un futuro cercano. Lo siguiente
es comprender que esto ocurrirá con o sin la influencia
del consumo colaborativo y que, en todo caso, el consumo
colaborativo forma más parte de la solución que del
problema. Estamos alcanzando lo que se denomina «desempleo
tecnológico», que es lo que sucede cuando los empleados
humanos no están capacitados para competir con los sistemas
automatizados, ya que los robots no necesitan cotizar
en la Seguridad Social para pagar las pensiones, ni las vacaciones,
ni el aire acondicionado, y pueden trabajar 24 horas
al día ininterrumpidamente. La sociedad ya no necesitará
que todo el mundo trabaje del modo que hemos conocido
166 / VIVIR MEJOR CON MENOS
hasta el momento. Aunque el escenario puede generar algo
de miedo, en general la fuerza disruptiva de la tecnología
puede considerarse positiva: elimina algunos trabajos, cambia
otros y también crea otros nuevos. Esto ha sido así a lo
largo de toda la historia de la humanidad. Muchas de las
profesiones de base tecnológica más demandadas hoy en
día no existían diez años atrás.
Una manera de entender esta transición en el ámbito laboral,
y aquí uso el ejemplo de un profesor del MIT experto
en el futuro del trabajo, es ver como la generación de
nuestros padres y abuelos tenían un trabajo para toda la
vida, la generación actual puede aspirar a tener siete trabajos
distintos a lo largo de su vida, y la generación de los que
ahora son niños y adolescentes tendrán que lidiar con siete
trabajos a la vez. Cuando hablo con políticos, ellos ven
esto como una involución porque tienen la referencia del
trabajo como algo uniforme, fijo, que te da mucha seguridad,
pero es una evolución y yo creo que, aunque el escenario
de futuro no esté fijado, al final puede hacer a la gente
más feliz.
Lo segundo es disociar trabajo e ingresos. Estos siete
«trabajos» de los que hablo serán más siete «fuentes de ingresos
» y aquí es donde la economía colaborativa entra
como parte de la solución. No depender de una única fuente
de ingresos nos hará más resilientes como individuos y
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /167
como sociedad en conjunto. El gran problema del desempleo,
que en realidad es un problema de falta de ingresos
de las familias, que sufrimos en España sería menor si los
ciudadanos tuviéramos una variedad de opciones para generar
ingresos e incluso mecanismos para intercambiar valor
entre nosotros sin que la falta de dinero fuera un impedimento
para hacerlo.
En la sociedad colaborativa, el ciudadano será menos
consumidor y será más productor. El ciudadano tendrá un
rol de microemprendedor o autónomo-parcial, en varias de
las plataformas de consumo colaborativo. Hoy en día ya hay
gente que mediante el alquiler temporal de su vivienda, el
alquiler de su coche, vendiendo manualidades a través de
Etsy u ofreciendo otro tipo de servicios consigue generar
un conjunto de ingresos que puede superar el salario mínimo
interprofesional al que podría aspirar en un trabajo
«normal» (aburrido y con probabilidades de ser reemplazado
por tecnología en la próxima década) de cuarenta horas
a la semana. Este escenario de diversificar las fuentes
de ingresos atrae cada vez a más gente.
Es relevante indicar que estos «ingresos» no serán siempre
traducidos a euros. Como ya he comentado a lo largo del
libro, lo que aporta el consumo colaborativo es diversificación
de las opciones de consumo y generación de valor. Puedes
reducir tu necesidad de euros si participas y aportas
168 / VIVIR MEJOR CON MENOS
valor en bancos de tiempo, servicios de trueque, etc. No es
que vayas a poder vivir sin dinero, pero no deberías necesitar
dinero para todo lo que quieras hacer. Depender menos
del dinero nos hace más ricos.
No sería un análisis completo sin una ALERTA (así, en
mayúsculas) sobre el riesgo de la precarización del trabajo.
Por un lado, en un contexto donde la mayor parte de la población
son trabajadores independientes estaremos perdiendo
muchos de los derechos adquiridos como trabajadores
asalariados (vacaciones, seguros médicos, prestación
por desempleo o accidente, etc.). En este frente hay que seguir
de cerca a Freelancers Union en Estados Unidos. Por
otro lado, al igual que ya ocurre cuando quieres compartir
tu casa o tu coche en las plataformas más populares, te encuentras
con mucha «competencia» y mucha presión sobre
los precios. Si subes mucho el precio sin tener una reputación
que lo justifique te estarás autoexcluyendo del mercado.
Además, hay que tener en cuenta que para algunos de
los servicios que podemos llegar a prestar a través de internet
(en portales como Fiverr, oDesk o Amazon Mechanical
Turk) estaremos compitiendo con gente de todo el mundo
con legislaciones laborales muy diferentes y expectativas
de ingresos muy inferiores a las nuestras.
En el fondo se trata de crear una nueva lógica económica
acerca del trabajo, teniendo en cuenta todas las
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /169
potencialidades y los riesgos expuestos. Debemos replantear
tanto la forma en que los ciudadanos (y las empresas)
generan sus ingresos como la forma en que se pagan los
impuestos, de tal manera que se pueda seguir garantizando
(y mejorando) la sociedad del bienestar. Una de las propuestas
más interesantes en este contexto es la de la renta
básica universal. La renta básica universal permitirá tener
unos ingresos mínimos garantizados para todos los ciudadanos
que podrán ser complementados con, por ejemplo,
la prestación de servicios o el alquiler de bienes a través de
las plataformas de consumo colaborativo. Los ciudadanos
ya han hecho llegar sus peticiones a favor de la renta básica
universal tanto al Congreso de los Diputados en Madrid
como a la Comisión Europea en Bruselas.
8. LOS DESEMPODERADOS DIGITALES
Frecuentemente se define la economía colaborativa como
una democratización económica a la que, por defecto, otorgamos
un carácter universal. Esta afirmación —que yo
también he hecho— olvida que hay importantes barreras
en el nuevo modelo: no son las económicas, sino las culturales
y de formación, aunque muchas veces unas van ligadas
a las otras.
170 / VIVIR MEJOR CON MENOS
Para participar en la economía colaborativa hace falta
tener dos capitales: capital relacional y capital cultural. Tener
una red de contactos, o la posibilidad de construirla,
es necesario para entrar en muchos de los proyectos que
he ido mencionando en este libro. Aquí es clave la confianza
y la reputación que se construyen con los votos y opiniones
de los otros usuarios. Si no eres capaz de atraer estos
votos y opiniones, nunca serás elegido; y entonces,
nunca tendrás votos ni opiniones y empezará el círculo vicioso.
Un gran número de personas, por su estatus sociocultural,
pueden tener verdaderos problemas para generar
o incluso otorgar confianza a desconocidos. Otro tema importante
es la apariencia física de los participantes, ya que
una fotografía es a menudo requerida en el perfil de usuario.
Esta misma fotografía puede llevar a la discriminación
por razón de raza o por la orientación religiosa si esta queda
patente en la fotografía.
En cuanto al capital cultural, la competencia clave es
la digital. Si no se tiene acceso a internet, o, teniéndolo, no
se sabe desenvolverse con soltura, no se puede participar
en muchas de las iniciativas de la economía colaborativa.
De nuevo, esto puede afectar tanto a ciertos estratos socioeconómicos
que no han podido adquirir estas competencias
digitales durante su formación, como también a
ciertos rangos de edad para quienes la tecnología puede
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /171
representar una barrera, de entrada, insalvable. El capital
cultural también incluye el dominio de los idiomas, siendo
el inglés una de las claves para aquellas actividades que se
mueven en el ámbito puramente digital y/o que trascienden
el ámbito local.
Los «desempoderados digitales» no tendrán acceso a
la economía colaborativa o lo tendrán solo a aquellas iniciativas
que existen a nivel local (los bancos de tiempo o las
monedas locales, por ejemplo).
Hay que ser crítico y reconocer que aquellos que participamos
y nos interesamos por la economía colaborativa somos
parte de una minoría con un nivel socioeconómico
medio y un buen nivel cultural.
Para el desarrollo de la sociedad colaborativa hay que
pensar en incluir a todos los ciudadanos. Todos. Una sociedad
colaborativa que no sea inclusiva no merece ser llamada
«sociedad colaborativa». Sería una verdadera pena no
llegar a desarrollar todo el potencial transformador a nivel
social que este nuevo escenario nos proporciona.
La educación desde los hogares, los centros educativos
y los medios de comunicación pueden ser un elemento
fundamental para favorecer un mejor aprovechamiento
de este tipo de iniciativas. La educación no es solo en
competencias digitales sino también en la normalización
de los valores que aporta la economía colaborativa, que
172 / VIVIR MEJOR CON MENOS
son fundamentales para una verdadera comprensión del
modelo.
9. LAS PARADOJAS DE LAS GRANDES PLATAFORMAS
He hablado mucho de la importancia de internet para la
economía colaborativa y de cómo en el fondo lo que estamos
viendo no es otra cosa que efecto de la cultura y la
tecnología de internet fuera del espacio web. Analizando
lo que ha venido ocurriendo en internet, vemos como en el
mundo de las plataformas digitales la empresa «ganadora»
(la que es referencia) se lleva casi todos los usuarios y toma
una posición de monopolio de facto: Google, Amazon,
eBay, Facebook, Twitter, etc. Lo mismo está ocurriendo en
la economía colaborativa, y es necesario una reflexión crítica
y pausada sobre este hecho y sus consecuencias para la
sociedad colaborativa.
Lo primero es ver cómo evitar que en la economía colaborativa
acabemos pasando de un monopolio antiguo a
un monopolio más moderno o, al menos en mi opinión,
todo el esfuerzo habrá sido en vano. Para poder explicarme,
déjame que vuelva al caso de Napster.
Napster, y la distribución digital de música en general,
hubieran podido cambiar de manera fundamental la relación
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /173
entre los músicos y su público, pero no es lo que ha ocurrido.
Antes, todos los músicos tenían que pasar por las discográficas,
y ahora ocurre exactamente lo mismo con iTunes
o Spotify. Hemos perdido una oportunidad de transformar
la industria musical en algo verdaderamente distribuido y
abierto. Mi opinión es que debemos ser críticos con aquellos
casos donde identifiquemos que la economía colaborativa
corre un riesgo similar.
También estamos viendo como las plataformas de mayor
tamaño buscan una «estandarización» del servicio que
ofrecen para facilitar la gestión del mismo y reducir el número
de posibles incidencias. Sin ir más lejos, Airbnb ha
creado un puesto de «jefe de hospitalidad» con la misión
de poder divulgar una cultura interna que asegure unos
mínimos de calidad en cualquier espacio contratado a través
de la plataforma. Para seguir manteniendo el ritmo de
crecimiento esperado por los inversores, muchas de las empresas
de la economía colaborativa se verán obligadas a
perder algunos de los aspectos del intercambio informal e
imprevisible que, al menos para mí, hace que compartir sea
atractivo. Intentar profesionalizar demasiado un servicio
entre particulares puede jugar en contra de la plataforma
en algún momento.
Un nivel tan elevado de concentración de usuarios permite
que las empresas lleven a cabo cambios en sus políticas
174 / VIVIR MEJOR CON MENOS
de prestación de servicios sin dejar mucho margen de maniobra
a los usuarios. Casi seguro que habéis pagado el
euro a Whatsapp cuando la empresa decidió pasar a ser
de pago; yo lo hice. En el ámbito del consumo colaborativo
el caso más criticado es la política de incremento de
precios (surge pricing) de Uber cuando hay mucha demanda
(en la noche de Fin de Año, por ejemplo). La empresa
lo justifica diciendo que lo hace para que más conductores
salgan a trabajar en esos momentos, pero lo cierto es
que el surge pricing genera muchas antipatías entre los pasajeros.
Estas plataformas se encuentran en una posición
muy ventajosa, aunque no podrán abusar de esta posición
o los usuarios acabarán migrando a una plataforma competidora
en mayor o menor medida. Hay que recordar en
todo momento que para estos usuarios las alternativas a
un servicio que no les convence están a pocos clicks de
distancia.
Otro gran debate abierto entre los expertos de la economía
colaborativa es el tema de la captura de valor por
parte de las plataformas y la propiedad de las mismas. En
las plataformas de consumo colaborativo el valor es generado
de manera distribuida por los propios usuarios. Además,
estos modelos distribuidos de generación de valor han
demostrado ser más eficientes y productivos que la alternativa
tradicional centralizada y jerárquica. Este aumento
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /175
de productividad ha llamado la atención de los inversores
que han visto una oportunidad de negocio y han invertido
en estas empresas. El problema reside en que esta inversión
no repercute de ninguna manera en los usuarios que son
quienes realmente han creado el valor. Sin los usuarios, la
empresa no vale nada. El caso de la inversión en CouchSurfing
y su transformación en B-Corporation lo ejemplifica a
la perfección. En un caso algo más extremo pero realista,
¿qué sucedería si la francesa BlaBlaCar o la estadounidense
Uber salen a Bolsa? ¿Se podrían beneficiar los usuarios
de alguna manera directa? Varios expertos apuntan a que
una posible solución pasa por buscar una manera de distribuir
parte de la propiedad de la empresa entre aquellos
usuarios que generan el valor. El resultado sería algo similar
a una reinvención de la cooperativa clásica. ¿Qué te parece
la idea? ¿Lo ves viable?
A menudo, sobre todo en los debates acerca de la regulación,
estas plataformas son criticadas por su ánimo de
lucro, cuando cobran una comisión por poner en contacto
a los usuarios, o incluso se llega a criticar que la motivación
principal de sus usuarios sea también ganar algo
de dinero. Para mucha gente las actividades con ánimo de
lucro no deberían incluirse bajo el concepto de «colaborar
» o «compartir». Nos guste o no, el ánimo de lucro ha
sido el gran catalizador en la adopción de la economía
176 / VIVIR MEJOR CON MENOS
colaborativa y también ha permitido a las empresas ofrecer
un mejor nivel de servicio (marketing, atención al cliente,
seguros, etc.).
Fuera de la dicotomía del lucro-no lucro, para mí el debate
real es otro: ¿es el lucro el único y último fin de la plataforma?
O bien, ¿se usa ese dinero como un medio para
operar y mejorar los servicios? Y, sobre todo, ¿hasta qué
punto la comunidad de usuarios es «usada» por la plataforma
y hasta qué punto la comunidad de usuarios es «empoderada
» por la plataforma otorgándoles uno o varios roles
principales en la misma incluso a nivel de gobernanza?
Este es probablemente un mejor ángulo de análisis para
clasificar los proyectos.
Hay que ser conscientes de que estamos aún en los inicios
de este movimiento, y todas estas dudas sobre la evolución
de las plataformas son normales. El futuro será descentralizado
y será mejor, incluso para esta primera generación
de plataformas de consumo colaborativo como Airbnb, Bla-
BlaCar y otros, si piensan más en crecer «hacia fuera» que
en crecer «hacia arriba». Hay quien especula que en un futuro
no muy lejano llegaremos a una versión mejorada de
la economía colaborativa donde no habrá intermediarios
que se queden una comisión y donde las transacciones se
darán mediante un sistema autorregulado y totalmente distribuido.
LA SOCIEDAD COLABORATIVA /177
A día de hoy, aun con todas estas paradojas y críticas,
las grandes plataformas son las que llevan la voz cantante
y las que más están contribuyendo a normalizar los comportamientos
colaborativos en la sociedad. También son
estas mismas plataformas las que están plantando cara (y
gastando su dinero) en batallas regulatorias que al final beneficiarán
a todo el sector colaborativo. ¿Significa esto que
no debemos eliminar el pensamiento crítico acerca de
ellas? ¡Ni mucho menos! Como ciudadanos y usuarios debemos
estar vigilantes y ayudar a estas plataformas a crecer
y madurar para tener una sociedad colaborativa que realmente
empodere a las comunidades.
10. LA CIUDAD COLABORATIVA
Así como el siglo XX fue el siglo de los estados, el siglo XXI
es el siglo de las ciudades. Se estima que, en 2030, seis de
cada diez personas del planeta vivirá en ciudades. Las ciudades
son áreas densas y con gran diversidad de espacios y
gente, que proporcionan un terreno abonado para un despliegue
masivo y beneficioso de la economía colaborativa.
Piensa en tu ciudad. Está llena de espacios públicos y
privados sin usar, y miles de coches estacionados todo el
día ocupando las calles. En casa de la gente hay millones

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