convertir pirazinamida en su forma activa. Los efectos adversos incluyen
hepatotoxicidad y cifras séricas elevadas de ácido úrico, lo cual puede provocar gota.
El etambutol está dirigido contra una enzima implicada en la síntesis de la pared
celular micobacteriana. Las mutaciones en el gen que codifica para esta enzima
provocan resistencia. La toxicidad principal es la neuritis óptica, que puede ocasionar
disminución de la agudeza visual y de la discriminación entre rojo y verde.
La claritromicina y la azitromicina evitan la traducción proteica al atacar a los
ribosomas de distintas bacterias, incluidas algunas micobacterias. Estos fármacos se
explican con mayor detalle en la sección “Macrólidos y cetólidos”.
Varios antibióticos son activos contra las micobacterias. Algunos de ellos, como la
isoniazida, se utilizan de manera específica para tratar infecciones micobacterianas,
mientras que otros, como la rifampicina, muestran actividad contra una amplia gama
de géneros bacterianos. Debido a que las micobacterias son propensas a desarrollar
resistencia a los antimicrobianos y son difíciles de erradicar, es común que los
esquemas terapéuticos contengan múltiples fármacos y continúen durante meses. La
toxicidad es problemática y debe vigilarse con cuidado durante los periodos
prolongados en que se administran estos medicamentos.
1. Es usual que las infecciones micobacterianas se traten con medicamentos
_________ durante periodos prolongados.
2. _________, __________, _________ y __________ son los medicamentos de
primera elección para el tratamiento de Mycobacterium tuberculosis.
3. Isoniazida, rifampicina y pirazinamida pueden causar _______.
tuberculosis? J Antimicrob Chemother. 2004;54:593–602.
challenging fluoroquinolones and pyrazinamide effectiveness. Chest. 2015;147:1135–1143.
the target of isoniazid. Nat Med. 2006;12:1027–1029.
Ahora hay que respirar profundo y revisar lo aprendido. Es probable que el hecho
más evidente sea que ¡hay muchísimos antibióticos que se utilizan para tratar las
infecciones bacterianas! Sin duda se ha vuelto cada vez más difícil dominar este tema
con los años a medida que se desarrollan más y más antimicrobianos. Aun así, al
agruparlos según su espectro de actividad el tema se torna más manejable.
Comencemos con las bacterias grampositivas aerobias. Un resumen rápido de los
antibióticos en las secciones previas indica que ciertos medicamentos tienen gran
actividad contra organismos grampositivos, mientras que algunos tienen actividad
modesta y otros una actividad muy limitada o nula (Fig. 9-1). Aquellos medicamentos
con actividad contra la mayoría de las bacterias grampositivas son combinaciones de
β-lactámicos/inhibidores de β-lactamasa, carbapenems, glicopéptidos y
lipoglicopéptidos, estreptograminas, oxazolidinonas y daptomicina. Cuando
probables infecciones grampositivas se tratan de manera empírica, es posible que uno
de estos fármacos sea eficaz. ¡Recuerde este grupo de medicamentos altamente
potentes! Sin embargo, incluso estos antibióticos no son perfectos; cada uno tiene sus
resistente a meticilina. Es obvio que la vancomicina no matará enterococos resistentes
a vancomicina. Las estreptograminas quinupristina/dalfopristina no son activas contra
Enterococcus faecalis. La resistencia a las oxazolidinonas y daptomicina ya se ha
informado en bacterias grampositivas. Por ello, no olvide verificar la susceptibilidad
y modificar el tratamiento en concordancia. Numerosos medicamentos tienen
actividad modesta contra bacterias grampositivas (Fig. 9-1). Estos antibióticos son
activos contra algunas bacterias grampositivas, pero no otras. Algunos, como los
aminoglucósidos y las rifamicinas, deben administrarse combinados con otros
medicamentos activos contra esta clase de bacterias.
Las bacterias gramnegativas aerobias son en particular causas problemáticas de
infección y se ha desarrollado una gran cantidad de antimicrobianos dirigidos contra
estas bacterias (Fig. 9-2). Aquellos con la actividad más amplia incluyen
combinaciones de penicilina de espectro extendido/inhibidor de β-lactamasa,
cefalosporinas de tercera, cuarta y quinta generación, así como combinaciones de
cefalosporina/inhibidor de β-lactamasa, carbapenems, monobactams,
aminoglucósidos, colistina y quinolonas.
Estos medicamentos comparten la capacidad de penetrar la barrera de la membrana
externa de la mayoría de los patógenos gramnegativos y evitan la inactivación por
mecanismos de resistencia comunes. Sin embargo, una cantidad significativa de
bacterias gramnegativas es resistente a medicamentos en una o más de estas clases y
la susceptibilidad de cada cepa bacteriana debe verificarse para asegurar la terapia
óptima. Un segundo grupo de antibióticos tiene actividad modesta contra bacterias
gramnegativas; estos fármacos son útiles en el tratamiento de infecciones causadas
por algunas bacterias gramnegativas (Fig. 9-2).
Las bacterias anaerobias tienden a causar infecciones mixtas y son difíciles de
cultivar. Como resultado, es común que se traten de manera empírica, lo cual requiere
contar con una comprensión profunda del espectro de actividad de cada antibiótico.
Cinco grupos de medicamentos son activos contra una amplia gama especial de
bacterias anaerobias: las combinaciones de aminopenicilina/inhibidor de β-lactamasa,
las combinaciones de penicilina de espectro extendido/inhibidor de β-lactamasa, los
carbapenems, el metronidazol y el cloranfenicol (Fig. 9-3). Estos medicamentos son
eficaces en el tratamiento de la mayoría de las bacterias anaerobias encontradas en la
práctica clínica. Una excepción importante es Clostridium dif icile, una de las causas
de diarrea relacionada con antibióticos, que ha demostrado ser susceptible sólo a
metronidazol y vancomicina.* Aunque carece del espectro casi universal de actividad
del primero grupo de medicamentos, una gran cantidad de antibióticos aún es útil en
el tratamiento de infecciones por anaerobios y conforman un segundo nivel de
medicamentos antianaerobios (Fig. 9-3). Estos fármacos se utilizan para tratar
infecciones causadas por una bacteria o subconjunto de bacterias anaerobias con
Figura 9-3. Antibióticos para el tratamiento de infecciones causadas por bacterias anaerobias.
Figura 9-4. Antibióticos para el tratamiento de infecciones causadas por bacterias atípicas.
Las bacterias atípicas son difíciles de visualizar a través de los métodos rutinarios,
como la tinción de Gram, o su cultivo en medios de laboratorio es complejo. Pese a
que esta clasificación no es perfecta, sí permite un modo de pensar sobre este diverso
grupo de bacterias respecto a la terapia antimicrobiana. Algunas de las bacterias
incluidas en este grupo son Chlamydia spp., Mycoplasma spp., Legionella
pneumophila, Brucella spp., Francisella tularensis y Rickettsia spp. Muchas de estas
bacterias residen dentro de macrófagos u otros tipos de célula huésped. Como
resultado, los antibióticos que penetran bien las células huésped tienen la mejor
actividad contra estos organismos. Éstos incluyen las tetraciclinas y las quinolonas
(Fig. 9-4). Los macrólidos también son eficaces contra infecciones causadas por
Saber qué clases de antibióticos tienen actividad contra los distintos grupos de
bacterias es una manera útil para aprender cómo elegir los antimicrobianos
apropiados. No obstante, debe recordarse que la actividad antimicrobiana de los
medicamentos dentro de cada clase difiere de manera significativa. Por ejemplo, las
quinolonas no se han listado en el apartado de actividad anaerobia, aunque la
moxifloxacina es eficaz contra infecciones causadas por algunas de estas bacterias.
Del mismo modo, la tigeciclina y la telitromicina tienen una actividad mucho más
amplia que otros miembros de los antibióticos tetraciclinas y macrólidos, de forma
respectiva. Así, la actividad resumida en este capítulo debe considerarse el
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