“Puede lograr el dominio en este camino alrededor de la estrategia
del oponente y conocer las fortalezas y debilidades tácticas del
—El libro de los cinco anillos, Miyamoto Musashi
La decisión sobre qué antibiótico prescribir para el tratamiento de una infección
bacteriana por lo general debe hacerse en uno de tres tipos de situaciones. Primera, se
sospecha o sabe que un paciente tiene una infección bacteriana, pero aún no se
identifica la especie de bacteria responsable de la enfermedad. El tratamiento en
dichos casos se denomina terapia empírica y consiste en uno o varios
antimicrobianos que son activos contra las bacterias más probables relacionadas con
el síndrome patológico (p. ej., neumonía adquirida en la comunidad) que aflige al
paciente. Con frecuencia, en dichos casos se obtienen muestras clínicas antes de
iniciar la terapia antimicrobiana, las cuales se cultivan o evalúan en un intento por
identificar la bacteria causal. Si la especie bacteriana responsable de la enfermedad es
identificada, la terapia se estrecha para dirigirse de forma específica al organismo
particular. Por ejemplo, una muestra de esputo obtenida de un paciente con neumonía
adquirida en la comunidad puede dar como resultado Streptococcus pneumoniae, por
lo que el trabajo del médico es elegir el mejor esquema terapéutico para tratar la
neumonía. El esquema prescrito se conoce como terapia definitiva debido a que se
conoce el microorganismo causante. Es común que deba tomarse una decisión final
respecto a la terapia antimicrobiana varios días después, cuando se informa la
susceptibilidad antibiótica de la bacteria cultivada. En dicho momento se utilizan la
actividad, el costo, la conveniencia de dosificación, la penetración y otros factores
para elegir el antibiótico más adecuado de la lista de fármacos a los cuales es
Esta sección se enfoca en la terapia definitiva. Al escoger los mejores esquemas
antimicrobianos es esencial conocer cuáles antibióticos tienen actividad contra cada
patógeno bacteriano, por lo que se explicarán los antimicrobianos preferidos para las
bacterias encontradas con mayor frecuencia en la práctica clínica. Se enfatiza el uso
de medicamentos parenterales para tratar infecciones graves. Como en las secciones
precedentes, los patógenos bacterianos comunes se dividieron de manera un tanto
arbitraria en los grupos siguientes: bacterias grampositivas, bacterias gramnegativas,
bacterias anaerobias y bacterias atípicas. De esta forma, la información presentada en
esta sección revisa y solidifica el conocimiento obtenido en la sección previa.
También se explican dos grupos adicionales de bacterias: espiroquetas y
Nótese que, en la práctica clínica, una gran variedad de factores afecta la decisión
del antimicrobiano prescrito para un paciente particular. Debe considerarse el perfil
alérgico del paciente, la penetración de distintos fármacos al sitio de infección, el
costo, la facilidad de administración y el historial de exposición antibiótica reciente,
la cual puede sugerir el riesgo de resistencia a ciertos medicamentos. Para prevenir
que emerja resistencia es común preferir un medicamento con espectro de actividad
estrecho en vez de uno con un amplio espectro. Sin embargo, aquí se hace énfasis
sólo en la susceptibilidad de tipos específicos de bacterias a los antibióticos debido a
que es el punto de partida para la mayoría de las decisiones sobre prescripción.
“‘Terrible gusano en capullo de hierro’, como lo definió un poema
anónimo, el caballero ocupaba una silla muy elevada sobre el nivel
de la montura. Sus pies descansaban en estribos larguísimos, por lo
que estaba virtualmente de pie y en situación de descargar
tremendos golpes en todas las direcciones con cualquier arma de su
abundante panoplia. Iniciaba la lucha con la lanza para desmontar
a su adversario, mientras que a un lado de su cinto colgaba un
mandoble, y al otro una daga de casi medio metro de longitud.
Tenía a su alcance, sujeto a la silla o llevado por su escudero, un
montante, espada muy larga de la que se servía como de una lanza,
un hacha de guerra con una moharra en la parte opuesta de la
pala, y una maza de bordes afilados y alomados, predilecta de los
obispos y abades belicosos, en el supuesto de que no estaba
incluida en la regla que prohibía a los clérigos ‘herir con el filo de
—Un espejo lejano, Barbara W. Tuchman
Al igual que el caballero medieval, las bacterias grampositivas portan un conjunto
impresionante de armas ofensivas y defensivas. Para protegerse utilizan una pared
celular gruesa y rígida. Detrás de esta armadura blanden una cantidad imponente de
toxinas diseñadas para someter al huésped. Estos atributos las hacen rivales
formidables en sus batallas contra las defensas del cuerpo humano.
Tras un periodo de relativa calma, las bacterias grampositivas han reaparecido en
escena en los últimos años para ganar notoriedad como causas de infecciones graves
y difíciles de tratar. Mucho de ello se debe al incremento marcado de la resistencia
antibiótica entre dichas bacterias, de las más notables: la resistencia de
Staphylococcus aureus a la meticilina, la susceptibilidad disminuida de S.
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