Manual de Antibióticos. El ABC para elegir el medicacamento antibacteriano correcto

 



“El guerrero, en concordancia con sus metas, conserva varias armas y

conoce sus características, además de utilizarlas adecuadamente.”

—El libro de los cinco anillos, Miyamoto Musashi

Para proteger al cuerpo humano de la arremetida de los patógenos bacterianos se ha

desarrollado una gran cantidad de compuestos antimicrobianos dirigidos a los puntos

de vulnerabilidad de dichos invasores. Estos fármacos pueden agruparse en tres

amplias categorías con base en su mecanismo de acción: (1) aquellos dirigidos contra

la envoltura celular bacteriana, (2) aquellos que bloquean la producción de proteínas

nuevas y (3) los dirigidos contra el ADN o la replicación del mismo.

Ahora se explicará cada antimicrobiano. Para cada uno se proporciona un resumen

sobre su espectro antimicrobiano en la forma de un semáforo. Para este propósito las

bacterias se agruparon en cuatro grandes categorías: bacterias grampositivas aerobias,

bacterias gramnegativas aerobias, bacterias anaerobias y bacterias atípicas. La

actividad de un antibiótico contra una categoría particular de bacterias está

representada por una luz azul intenso (activo), una luz azul claro (en ocasiones

activo) o una luz gris claro (sin actividad). De este modo, en el ejemplo mostrado en

la segunda figura, se puede avanzar y utilizar el antibiótico para tratar una infección

causada por bacterias grampositivas, detenerse si se considera utilizar el antibiótico

para tratar una infección causada por bacterias gramnegativas y proceder con

precaución si se trata una infección causada por bacterias atípicas o anaerobias.

Nótese que estas sólo son indicaciones generales para la actividad antibiótica contra

estas clases de bacterias. Es importante señalar que hay excepciones y muchos otros

factores, como la capacidad del antibiótico para lograr concentraciones elevadas en el

sitio de la infección, si mata o sólo inhibe las bacterias, las contraindicaciones del

medicamento y la historia de antibióticos del paciente, que deben tomarse en cuenta

27

al elegir el medicamento apropiado. No obstante, la representación del semáforo es

útil como primer paso para aprender sobre el espectro antimicrobiano de cada

antibiótico.

HI STO RI A

Algunos de los primeros antibacterianos eran anticuerpos. El suero que contenía

anticuerpos fijos y la toxina inactivada de difteria ya se utilizaban para tratar

individuos con difteria en el siglo XIX. Pese a que los antibióticos más actuales

son moléculas pequeñas, los anticuerpos dirigidos contra toxinas formadas por

bacterias patógenas han experimentado un renacimiento. Por ejemplo, raxibacumab

y bezlotoxumab son anticuerpos monoclonales humanos que se unen a un

componente de la toxina de Bacillus anthracis y la toxina B de Clostridium

dif icile, de manera respectiva. Una vez más se espera que los anticuerpos tengan

una función importante en el tratamiento de pacientes con infecciones bacterianas.

Markham A. Bezlotoxumab: first global approval. Drugs. 2016;76:1793–1798.

Migone TS, Subramanian GM, Zhong J, et al. Raxibacumab for the treatment of inhalational anthrax. N

Engl J Med. 2009;361:135–144.

28

LECTURAS ADICIONALES

Para una excelente revisión sobre los antibióticos favor de consultar estas referencias:

Bennett JE, Dolin R, Blaser MJ. Mandell, Douglas, and Bennett’s Principles and Practice of Infectious

Diseases. 8th ed. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders; 2015.

Mascaretti OA. Bacteria versus Antibacterial Agents: An Integrated Approach. Washington, DC: ASM Press;

2003.

Thompson RL, Wright AJ. Symposium on antimicrobial agents, parts I–XVII. Mayo Clin Proc. 1998–

2000:73–75.

Walsh C. Antibiotics: Actions, Origins, Resistance. Washington, DC: ASM Press; 2003.

29

“Aunque los caballeros, seguros dentro de su pesada armadura, no

tenían escrúpulos en pisotear y matar al soldado de a pie que viste

de cuero, es entretenido leer sobre la protesta fiera cuando el

soldado de a pie contraatacaba con su ballesta acerada... Los

caballeros clamaban al cielo para dar testimonio de una contienda

sin honor que empleaba dichas armas en batalla, siendo el hecho

que se daban cuenta de que su armadura ya no protegía su persona

como en los días previos a las pesadas ballestas...”

—La ballesta, Sir Ralph Payne-Gallwey

Si la envoltura celular es la armadura de la bacteria, entonces los antibióticos βlactámicos, glicopéptidos, daptomicina y colistina son las ballestas capaces de

perforarla. Estos antimicrobianos atacan la envoltura celular protectora y la

convierten en un lastre para la bacteria. En las secciones siguientes se explica cómo

estos antibióticos eliminan bacterias, los tipos de bacterias contra los cuales son

activos y sus toxicidades.

Antibióticos β-lactámicos

La excitante historia de los antibióticos β-lactámicos comenzó en 1928, cuando

Alexander Fleming notó que un hongo que contaminaba uno de sus cultivos evitaba

el crecimiento de bacterias. Debido a que el hongo era del género Penicillium,

Fleming nombró “penicilina” a la sustancia antibacteriana, el primero de una larga

línea de β-lactámicos. La clasificación de este compuesto progresó con rapidez y, en

1941, se realizaban en pacientes estudios clínicos con éxito extraordinario.

30

El núcleo esencial de la penicilina es un anillo de cuatro miembros llamado anillo

β-lactámico (Fig. 5-1). Las modificaciones de esta estructura básica han dado paso al

desarrollo de varios compuestos antibacterianos útiles, cada uno de los cuales tiene su

propio espectro característico de actividad y propiedades farmacocinéticas. Estas

incluyen penicilinas, cefalosporinas, carbapenems y monobactams (Tabla 5-1).

Sin embargo, es importante recordar que la actividad antibacteriana de cada

compuesto β-lactámico radica en el mismo mecanismo básico (Fig. 5-2). Pese a ser

una sobresimplificación, los antibióticos β-lactámicos pueden considerarse

inhibidores de las proteínas de unión a penicilina (PBP) que suelen ensamblar la capa

de peptidoglucano que envuelve a la mayoría de las bacterias. Se ha propuesto la

hipótesis de que el anillo β-lactámico simula la porción D-alanil–D-alanina de la

cadena peptídica lateral que se fija por PBP en condiciones normales. De este modo

las PBP interactúan con el anillo β-lactámico y ya no están disponibles para la síntesis

de nuevo peptidoglucano (Fig. 5-3). La disrupción de la capa de peptidoglucano

provoca la lisis de la bacteria.

Como es el caso para todos los antibióticos, la resistencia a los β-lactámicos puede

dividirse en dos categorías principales: intrínseca y adquirida. La resistencia

intrínseca se refiere al mecanismo de resistencia que es característico de la estructura

o fisiología de la especie bacteriana. Por ejemplo, las porinas en la membrana externa

de todas las cepas de Pseudomonas aeruginosa no permite el paso de ampicilina al

espacio periplásmico, por lo cual todas las cepas de P. aeruginosa son resistentes a

este antibiótico. En contraste, la resistencia adquirida ocurre cuando una bacteria

que fue sensible a un antibiótico adquiere una mutación o material genético exógeno

que le permite resistir la actividad de dicho antibiótico. Por ejemplo, la mayoría de las

cepas de P. aeruginosa es susceptible al carbapenem imipenem, el cual obtiene

acceso a las PBP de dicho microorganismo al atravesar un canal proteico específico

encontrado en la membrana externa. No obstante, después de la exposición a

imipenem pueden ocurrir mutaciones espontáneas que provocan la pérdida de la

producción de dicho canal. De este modo se produce resistencia adquirida a

imipenem. En la práctica la resistencia intrínseca suele implicar que todas las cepas

de una especie de bacteria son resistentes a un antibiótico dado, mientras que la

resistencia adquirida afecta sólo algunas cepas de una especie bacteriana.

Por lo regular, la resistencia se produce por la falla de un medicamento para evitar

uno de seis obstáculos (Pitfalls; seis P, por sus siglas en inglés) en el proceso por el

cual los antibióticos β-lactámicos causan la muerte de los patógenos bacterianos (Fig.

5-4). Estas son las seis P: (1) Penetración —los β-lactámicos penetran poco el

compartimento intracelular de las células humanas, por lo cual las bacterias que

residen en este compartimento no quedan expuestas a ellos. Un antibiótico βlactámico no puede eliminar una bacteria a la cual no tiene acceso. (2) Porinas —si

un antibiótico β-lactámico llega a la bacteria debe tener acceso a sus objetivos, las

PBP. En las bacterias grampositivas esto no es difícil puesto que las PBP y la capa de

peptidoglucano están relativamente expuestas, pero en las bacterias gramnegativas

están rodeados por la membrana externa protectora. Los β-lactámicos deben romper

la membrana al difundir a través de las porinas, que son canales proteicos en la

membrana externa. Muchas de las bacterias gramnegativas tienen porinas que no

31

permiten el paso de ciertos β-lactámicos hacia el espacio periplásmico. (3) Bombas

(pumps) —algunas bacterias producen bombas de eflujo, que son complejos

proteicos que transportan antibióticos que han entrado al espacio periplásmico de

regreso al ambiente. Estas bombas evitan que los antibióticos se acumulen dentro del

periplasma para alcanzar concentraciones suficientes y tener actividad antibacteriana.

(4) Las penicilinasas (en realidad β-lactamasas, pero no inician con P) —numerosas

bacterias, tanto grampositivas como gramnegativas, producen β-lactamasas, enzimas

que degradan β-lactámicos antes de que lleguen a las PBP. (5) PBP —algunas

bacterias producen PBP que no se unen a los β-lactámicos con gran afinidad. En estas

bacterias los β-lactámicos llegan a sus objetivos, las PBP, pero no pueden interactuar

con ellas. (6) Ausencia de peptidoglucano —unas cuantas bacterias que no producen

peptidoglucano y, por ello, no se afectan por los β-lactámicos. Para ser eficaces los

medicamentos β-lactámicos deben navegar con éxito al sortear cada uno de estos

posibles obstáculos. Es importante señalar que los antibióticos β-lactámicos son un

grupo heterogéneo de compuestos; algunos pueden bloquearse en ciertos pasos a

través de los cuales otros pueden proceder sin dificultad.

Figura 5-1. Estructura del anillo β-lactámico.

Tabla

5-1

Antibióticos β-lactámicos

Penicilinas

Cefalosporinas

Carbapenems

Monobactams

32

Figura 5-2. Mecanismo de acción de los antibióticos β-lactámicos. A. En condiciones normales una nueva

subunidad de ácido N-acetilmurámico (NAMA) y disacárido N-acetilglucosamina (NAGA) con una cadena

peptídica lateral unida está conectada a un polímero existente de peptidoglucano. Esto puede ocurrir mediante

un enlace covalente de un puente de glicina (G) de una cadena peptídica lateral a otra a través de la actividad

enzimática de una PBP. B. En presencia de un antibiótico β-lactámico este proceso se altera. El antibiótico βlactámico se une a la PBP y evita que se forme el entrecruzamiento del puente de glicina con la cadena

peptídica lateral, con lo que se bloquea la incorporación de la sub-unidad de disacárido en el polímero

existente de peptidoglucano.

33

Figura 5-3. Mecanismo de inhibición de la proteína de unión a penicilina (PBP) por antibióticos βlactámicos. A. La PBP reconoce y cataliza el enlace peptídico entre dos subunidades de alanina de la cadena

peptídica lateral de peptidoglucano. B. El anillo β-lactámico simula este enlace peptídico. Por lo tanto, la PBP

intenta catalizar el anillo β-lactámico, lo que provoca la inactivación de la PBP.

34

Figura 5-4. Seis P mediante las cuales puede bloquearse la actividad de los β-lactámicos: (1) penetración, (2)

porinas, (3) pumps (bombas), (4) penicilinasas (β-lactamasas), (5) proteínas de unión a penicilina (PBP) y (6)

peptidoglucano.

REC U ER D E

Recuerde las seis “P” de la resistencia a los antibióticos β-lactámicos: Penetración,

Porinas, bombas (Pumps), Penicilinasas, PBP, ausencia de Peptidoglucano.

HI STO RI A

En un principio se pensó que la resistencia antibiótica ocurría primero cuando las

bacterias respondían al uso terapéutico de los antibióticos en el siglo XX. Ahora es

claro que los genes de resistencia antibiótica tienen una edad de miles de años y es

probable que evolucionaran junto con los microbios ambientales que producían

compuestos antimicrobianos de modo natural.

35

D’Costa VM, King CE, Kalan L, et al. Antibiotic resistance is ancient. Nature. 2011;477:457–461.

Una característica de las β-lactamasas: vienen en muchos sabores —es decir,

algunas son específicas para unos cuantos antibióticos β-lactámicos, mientras que

otras tienen actividad contra casi todos los β-lactámicos. Por ejemplo, la β-lactamasa

de Staphylococcus aureus es un tanto específica para algunas de las penicilinas,

mientras que las β-lactamasas de amplio espectro producidas por algunas cepas de

Escherichia coli y Klebsiella spp. (abreviatura para el plural de especies) degradan

casi todas las penicilinas, cefalosporinas y monobactams. Diferentes especies o cepas

de bacterias producen distintos tipos de β-lactamasas que les confieren patrones

únicos de resistencia antibiótica. Por ello las generalizaciones sobre las β-lactamasas

y sus efectos sobre antibióticos específicos deben realizarse con precaución.

A pesar de sus numerosas limitaciones, los antibióticos β-lactámicos aún forman

parte de los antibióticos más poderosos y de amplio espectro disponibles en la

actualidad. Comprenden una proporción significativa de los antibióticos totales

prescritos cada año.

PREGUNTAS

1. Todos los antibióticos β-lactámicos actúan al evitar la construcción adecuada de la

capa __________ bacteriana.

2. Las cuatro clases principales de antibióticos β-lactámicos son __________,

__________, __________ y __________.

3. Todos los antibióticos β-lactámicos ejercen su actividad al unirse a __________.

4. Las __________ son enzimas que segregan los antibióticos β-lactámicos y los

inactivan.

HI STO RI A

Por casualidad, Alexander Fleming tomó unas vacaciones de dos semanas justo

después de inocular sus placas con agar que pronto se contaminarían. Debido a que

sabía que no podría examinar las placas durante dos semanas las incubó a

temperatura ambiente en vez de a 37 °C para que la velocidad de crecimiento de

las bacterias fuera más lenta. Estas vacaciones cambiaron el curso de los eventos

humanos. Penicillium crece a temperatura ambiente, pero no a 37 °C —si Fleming

no hubiese tomado vacaciones nunca hubiera observado los efectos bactericidas del

hongo. Por lo tanto, las vacaciones en realidad hacen que uno sea más productivo

en el trabajo.

Friedman M, Friedman GW. Medicine’s Ten Greatest Discoveries. New Haven, CT: Yale University

Press; 1998.

Penicilinas

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